Joaquín Cottani, exviceministro de Luis Caputo en el comienzo de la gestión de Javier Milei, destacó como principal acierto del Gobierno la persistencia en el equilibrio fiscal “a pesar del riesgo político”. Sin embargo, en una entrevista con Ámbito, advirtió que la política cambiaria sigue siendo “deficiente” e inestable.
Joaquín Cottani, exviceministro de Luis Caputo, sobre el dólar: “La regla cambiaria es inestable e ilusoria”
Para el economista, una flotación libre permitiría atraer dólares, corregir desequilibrios y reducir el riesgo de una nueva devaluación abrupta. Alertó que, sin acumulación de reservas, el financiamiento externo será limitado y más costoso.
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Joaquín Cottani habló con Ámbito sobre el dólar, los desafíos fiscales y la importancia de sumar reservas.
El economista señaló que el error fue creer que las reservas llegarían “espontáneamente”, cuando el atraso del tipo de cambio real elevó el riesgo de devaluación y frenó la remonetización. Para Cottani, una flotación libre del dólar permitiría resolver varios desequilibrios “de un plumazo”, aunque reconoció un impacto inicial en inflación y salario real que sería transitorio. Además, alertó que la estabilidad actual es “ilusoria” si no se acumulan reservas y que el financiamiento externo no será sostenible sin un esquema cambiario consistente. A continuación, la entrevista completa con este medio.
Periodista: Le propongo un balance anual. ¿Cuál cree que fue la medida económica de mayor relevancia que el Gobierno tomó en este segundo año de gestión?
Joaquín Cottani: Para mí, la medida de mayor relevancia positiva fue haber persistido en el equilibrio fiscal a pesar del riesgo político que eso implicaba en un año clave, en el cual se jugaba el resultado de la elección de medio término. La de mayor relevancia negativa fue haber mantenido, después de las elecciones, una política cambiaria que, a pesar del último cambio (indexación de los límites de la banda), sigue siendo deficiente.
P.: ¿Cuál fue el principal error de diagnóstico en materia de acumulación de reservas: el timing, los instrumentos o las expectativas que se generaron?
J.C.: El principal error de diagnóstico fue pensar que la acumulación de reservas no era importante o, si lo era, que ocurriría espontáneamente gracias al control de la oferta monetaria en pesos (dolarización endógena). La realidad demostró que para acumular reservas era necesario que la economía se remonetice tanto en dólares como en pesos. Y, para que esto ocurra, el nivel del tipo de cambio real (TCR) no es un dato menor.
Atrasar el TCR para bajar la inflación, que es lo que el Gobierno ha estado haciendo desde mediados del año pasado, mantiene alto el riesgo de devaluación. Mientras esto no cambie, va a ser difícil que la economía se remonetice, especialmente en pesos, que es lo que hace falta para que las reservas internacionales aumenten.
Joaquín Cottani: ”Repetir el resultado fiscal en 2026 no será fácil”
P.: El superávit fiscal fue el corazón del programa. ¿Hasta dónde es sostenible política y económicamente mantener esa ancla sin afectar el crecimiento y la gobernabilidad en 2026?
J.C.: La continuidad del superávit fiscal primario en un nivel similar al de este año (1,5% del PBI) está amenazada no sólo por las presiones de aumento del gasto en el Congreso, sino por las rebajas de impuestos que propone el propio Gobierno. De modo que repetir el resultado fiscal en 2026 no va ser fácil, aun si la voluntad del Gobierno de lograrlo sigue vigente.
Una forma de facilitar el cumplimiento de la meta fiscal del año que viene es, paradójicamente, flexibilizar la meta de inflación, permitiendo que el tipo de cambio flote libremente ya que esto licuaría gastos licuables, reduciría la tasa de interés en pesos y aumentaría la recaudación real de las retenciones y otros impuestos ligados al comercio exterior incluido el IVA a las importaciones.
”Para que los efectos sobre el empleo sean temporales la economía tiene que crecer”
P.: Mirando los datos del empleo informal y dinámica de la industria, el comercio y la construcción, ¿cuáles cree que son los efectos del programa en el tejido social? ¿Entiende que son temporales?
J.C.: Los efectos son obviamente negativos y, para que sean temporales, la economía tiene que recuperar cuanto antes la capacidad de crecer en forma persistente y sostenible. Comparto y apoyo plenamente el esfuerzo que hace el Gobierno para impulsar el crecimiento bajando el costo argentino mediante la desregulación y despenalización de diversos sectores que hoy están absurdamente regulados o gravados, incluyendo el mercado laboral. Pero no es realista pensar que dicho esfuerzo tendrá un efecto previsible e importante en el corto plazo.
Mientras este sea el caso, debemos aceptar que, para que la economía crezca, primero debemos equilibrarla tanto externa como internamente. Para ello, lo primero que hay que hacer es eliminar el atraso cambiario que hoy existe y que se manifiesta en la ocurrencia simultánea de déficit de balance de pagos, por un lado, y capacidad productiva ociosa y falta de empleo de calidad, por el otro.
P.: Si tuviera que señalar el principal riesgo macroeconómico del próximo año, ¿vendría más por el lado del frente externo, del frente político o de la dinámica interna de precios y salarios?
J.C.: El frente externo luce relativamente favorable. El frente político también, sobre todo a partir del resultado de la elección de octubre pasado. El estancamiento del salario real (que ocurre a pesar del atraso cambiario, algo prácticamente inédito) es un problema si lugar a dudas grave, ligado al estancamiento de la economía en general, que ya lleva 15 años.
Todos estos problemas se podrían resolver de un plumazo si el Gobierno aceptara la idea de liberalizar totalmente el sistema cambiario y dejar que el peso flote libremente hasta encontrar su nivel de equilibrio. Esto permitiría eliminar el riesgo de otra maxidevaluación como la que hubo en diciembre de 2023, dotar a la economía de mayor competitividad externa, reducir el atesoramiento de dólares del sector privado, mejorar la cuenta de turismo al exterior, aumentar la demanda interna de bienes y servicios no comercializables, cuyo precio relativo bajaría, incentivar la entrada de capitales privados y terminar con la angustia de no saber de dónde saldrán los dólares para pagar la deuda externa.
”El tipo de cambio libre va a ser un imán para atraer capitales”
P.: Usted sostiene que una flotación libre resolvería varios problemas “de un plumazo”. ¿Qué riesgos ve en una salida abrupta del esquema actual y cómo deberían administrarse?
J.C.: Cuando digo “de un plumazo” no quiero significar que los efectos favorables de la liberalización cambiaria se producirán en forma instantánea, sino que ocurrirán como resultado de una simple decisión administrativa que no requiere aprobación del Congreso. Obviamente, en el corto plazo habrá un salto en la inflación y una caída en el salario real, productos ambos de la depreciación de la moneda. Pero esos efectos, al igual que la caída temporal de la demanda interna generada por la depreciación real, se revertirán al cabo de uno o dos trimestres, como ocurrió luego de la devaluación de diciembre de 2023.
La diferencia es que, esta vez, el tipo de cambio libre sin cepo va a ser un imán para atraer capitales, refinanciar deudas y mejorar el saldo de la cuenta corriente. Como se descuenta que el Gobierno mantendrá la disciplina fiscal y monetaria, no hay riesgo de que la inflación se espiralice como consecuencia de la depreciación inicial.
Con el tiempo, el TCR empezará a bajar, pero no como consecuencia del control que ejerce el Gobierno sobre el tipo de cambio nominal sino endógenamente como resultado de la mejora de las cuentas externas. Una vez que eso ocurra, la economía real, el salario real y el empleo estarán en condiciones de crecer sostenidamente.
”El Gobierno de EEUU apoyó a la argentina de una manera poco convencional”
P.: ¿Hasta qué punto la estabilidad cambiaria actual descansa en expectativas de financiamiento externo, especialmente de Estados Unidos, y qué pasa si ese respaldo se reduce o se encarece?
J.C.: La regla cambiaria actual es inestable y, por lo tanto, ilusoria. No creo que a EEUU le convenga que el Gobierno argentino, al que ha apoyado de una manera muy poco convencional, mantenga una política cambiaria insostenible, como tampoco le conviene a los prestamistas e inversores privados. El financiamiento externo para la Argentina no va a ser abundante o a costo razonable si el BCRA no acumula reservas y el Tesoro Nacional no usa los pesos del superávit primario para pagar los intereses de la deuda externa.
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