Julián Grancharoff, miembro del Observatorio de Coyuntura Económica y Políticas Públicas (OCEPP) sostuvo que “la economía argentina necesita dólares con urgencia, y al menos en el corto plazo, el único canal que queda abierto es un nuevo acuerdo con el Fondo”. En ese sentido, sostuvo que es importante tener en cuenta la “letra chica” de un potencial acuerdo, ya que “el escenario sería muy distintos si dentro del acuerdo se contempla recuperar gran parte de los DEG que fueron utilizados para pagar vencimientos, y que el resto de los países pudo usarlos para contrarrestar los efectos de la pandemia”.
Julián Grancharoff: “El nivel y evolución de la brecha cambiaria es preocupante”
El economista dijo que llegar a un acuerdo con el Fondo es una condición para evitar una crisis cambiaria.
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A continuación, la conversación que mantuvo con Ámbito.
Periodista: ¿Cómo analiza la evolución del tipo de cambio y de la brecha cambiaria?
Julián Grancharoff: Tanto el nivel como la evolución reciente de la brecha cambiaria son preocupantes. La brecha se ubica en torno al 90% lo que dificulta fuertemente la tan necesaria acumulación de reservas en un contexto de fuertes restricciones externas. Una brecha alta alimenta las expectativas de devaluación del tipo de cambio oficial. A la vez, incrementa los incentivos a buscar ganancias legales e ilegales en el comercio exterior (subfacturación de exportaciones, contrabando, posponer exportaciones, sobrefacturación de importaciones, adelanto de importaciones, no declaración de servicios exportados, entre muchas otras). Por otro lado, dadas las fuertes restricciones a las importaciones, ya hay muchas importaciones que directamente se valúan al contado con liquidación, por lo que tiene un efecto directo en la evolución de los precios internos.
P.: ¿Cuál es su análisis acerca de la negociación con el Fondo Monetario Internacional?
G.: En mi opinión la llegada a un acuerdo con el Fondo es una condición necesaria para evitar una crisis cambiaria importante. La economía argentina necesita dólares con urgencia y, al menos en el corto plazo, el único canal que queda abierto es un nuevo acuerdo, sin mencionar la imposibilidad concreta de afrontar los vencimientos de los próximos dos años con el organismo.
P.: ¿Cómo evalúa la posibilidad de lograr un acuerdo antes de los vencimientos de marzo?
G.: Honestamente, mi escenario base era que el acuerdo se firme antes de los vencimientos de noviembre, pero esperaría que se pueda llegar antes de los vencimientos de marzo.
P.: ¿Cómo cree que impactaría un acuerdo con el fondo sobre la cotización del dólar?
G.: En primer lugar, la no llegada a un acuerdo con el FMI implicaría tensiones macroeconómicas imposibles de afrontar con el nivel actual de reservas internacionales, en consecuencia, habría un salto en la brecha cambiaria primero y en el tipo de cambio oficial después. Es decir, creo que, en los valores actuales de brecha cambiaria, el mercado le está asignando una mayor probabilidad a llegar a un acuerdo que a no llegar. En segundo lugar, resta por ver la letra chica del potencial acuerdo para poder aproximar qué es lo que sucedería con los tipos de cambio. Por supuesto, no es lo mismo un acuerdo que garantice fondos frescos que puedan ser utilizados primero como señal y luego, si fuera necesario, como intervención concreta para prevenir saltos no deseados en las cotizaciones.
P.: ¿Cómo sería el escenario en el caso que se contemple un acuerdo que garantice fondos frescos?
G.: El escenario sería muy distinto si dentro del acuerdo se contempla recuperar gran parte de los DEGs que fueron utilizados para pagar vencimientos con el organismo (y que el resto de los países pudieron utilizar para contrarrestar los efectos de la pandemia). En este mismo sentido, también existirían notables diferencias si aparece asistencia crediticia de otros organismos como el Banco Mundial y el BID en el marco de un acuerdo general. Por último, tampoco sería lo mismo si el FMI decidiera otorgar aún mayores recursos que brinden mayor fortaleza macroeconómica y que permitan contener con mayor espalda las cotizaciones. Sin embargo, también es importante ver qué esquema cambiario se plantea en el acuerdo, dado que no descarto alguna exigencia de un salto contenido pero discreto del tipo de cambio oficial y un esquema de muchas menores intervenciones en la brecha cambiaria.
P.: ¿Considera que el Fondo puede pedirle al Banco Central que modifique la tasa de interés?
G.: Es de esperar que el Fondo exija una suba en las tasas de interés en un contexto de aceleración inflacionaria, escasez de divisas y presiones cambiarias. Bajo el marco teórico del FMI diría que lo que van a pedir es una suba de tasas en busca de bajar la inflación presenta y futura, sobre todo en vistas del año próximo donde es probable que también pidan ajustes en el tipo de cambio oficial y las tarifas. Es decir, una suba de tasas en la transición de la consolidación fiscal para luego poder reducirlas paulatinamente.
P.: ¿Cuánto estima que puede el Fondo pedir la suba de la tasa de interés en relación a la inflación?
G.: El punto es cuál va a ser esa inflación esperada, dado que sabemos que las proyecciones del Fondo en el último acuerdo del 2018 con la Argentina fueron erradas. Hoy ya existen tasas reales positivas en el caso de las tasas ajustadas al UVA y se podría esperar que el FMI pida que las tasas fijas también se sitúen por encima de la inflación esperada (empezando por las leliqs) y que también se incremente el rendimiento de los instrumentos atados a la inflación.
P.: ¿Qué impacto tendría una suba en la tasa de interés del BCRA?
G.: El principal impacto de corto plazo se daría en los tipos de cambio. En primer lugar, una suba de tasas podría reducir la brecha cambiaria al dar mayores incentivos a posicionarse en pesos. Esto ya de por sí podría tener un efecto contenedor directo sobre los precios dado que, como comentamos previamente, hoy hay ciertas importaciones que ya están siendo valuadas al contado con liquidación. A esto se suman otros canales como las expectativas de devaluación tanto del tipo de cambio oficial como del financiero que también podrían hacer su aporte a contener los precios en este contexto de aceleración inflacionaria.
En segundo lugar, podría darse un efecto indirecto dado que una reducción de la brecha cambiaria podría quitar presiones sobre el oficial al desalentar ciertos pseudo-arbitrajes (como adelantamiento de importaciones o subdeclaración de exportaciones). Sabemos que un salto cambiario impactaría fuertemente en los precios por lo que esta contención podría ser importante.
P.: ¿Qué medidas considera que puede tomar el gobierno para bajar la inflación?
G.: En este contexto, es importante que el consejo económico y social intente ganar cierto protagonismo, fundamentalmente para alinear expectativas hacia adelante y para arbitrar en la tan compleja distribución del ingreso. Por otro lado, subir las tasas de interés de la economía parece deseable en un contexto de tasas reales negativas y tanta incertidumbre, de forma tal de contener la brecha cambiaria y quitar presiones inflacionarias por esa vía. Así, las tasas deberían situarse por encima de la inflación esperada y también de la devaluación esperada. Por supuesto, la mejor política anti-inflacionaria consiste en evitar un salto descontrolado del tipo de cambio oficial, que tendría riesgos inflacionarios. Por eso es tan importante recuperar cierta fortaleza macroeconómica para los años que vienen.
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