30 de noviembre 2018 - 00:05

CGT: cierre anticipado del año sin conflicto y con la mira puesta en campaña

La "mesa chica" dio por concluido 2018 con la gestión del bono. El DNU y una vaga promesa de revisión de Ganancias para el transporte alcanzaron para frenar paros.

Con el bono de $ 5.000 a discutir por cada gremio y la mayoría de las paritarias actualizadas en torno del 40% la CGT dio por concluido el año y en adelante entrará en formato electoral, como sucede en los años impares. Ni siquiera el G20, que la dirigencia vio pasar de lejos, alteró el inicio anticipado de la pausa veraniega. La última reacción de la central obrera se vieron ayer en rechazo a un nuevo planteo de Mauricio Macri en favor de una reforma laboral, y sólo el 12 de diciembre volverán a encontrarse brevemente para un almuerzo fraterno en Azopardo 802 de despedida de 2018.

“Rechazamos una vez más cualquier reforma laboral. La única reforma que tiene que hacer este Gobierno es de la distribución de la torta. Además, el Presidente quiere hacer cosas a favor de los empresarios pero después le dan vuelta la cara”, le dijo anoche a este diario Carlos Acuña, cosecretario general de la CGT. El gremialista integraba el puñado de miembros del Consejo Directivo invitados a una recepción de honor en la Casa Rosada al presidente del Consejo de Ministros de Italia, Giuseppe Conte, pero se excusó de ir por razones de salud. Tampoco se vio a los otros convocados.

La última actividad de la “mesa chica” de la central fue a mitad de mes la puesta al día de sus reclamos con la misión del Fondo Monetario Internacional (FMI), que resultó testimonial. Tal como les había adelantado en un encuentro anterior, el líder de la comitiva del organismo multilateral, Roberto Cardarelli, se excusó de atender los planteos al reiterar que los ajustes sobre las variables económicas eran prerrogativa del Gobierno nacional, responsable de interpretar a su manera los postulados del Fondo.

El resto del mes la CGT entró en pausa y las gestiones ante el Gobierno quedaron en manos de sellos de segundo y tercer orden. Por caso, la estratégica Confederación de Trabajadores del Transporte (CATT) se reunió con los ministros de Producción y Trabajo, Dante Sica, y de Transporte, Guillermo Dietrich, para insistir con sus reclamos de reducción del peso de Ganancias sobre los salarios de la actividad. Se llevaron un compromiso ambiguo de analizarlo –una vez más- y la negativa tajante a una exención sobre el aguinaldo de fin de año.

Aunque con escasos resultados los últimos encuentros protocolares con funcionarios alcanzaron para apaciguar la conflictividad en la previa al inicio del G20. Con el bono decretado junto con un nuevo mecanismo administrativo para los despidos individuales la CGT desactivó la amenaza de un quinto paro nacional, mientras que la CATT también redujo una protesta sectorial a la realización este martes de asambleas entre las 4 y las 7, con leve afectación de los servicios de transporte de pasajeros.

Fueron salidas elegantes que les sirvieron a los gremialistas para descomprimir las presiones internas para llevar adelante protestas más significativas antes de fin de año, encabezadas en particular por el sector disidente referenciado en Hugo Moyano. Los aliados del camionero, por su parte, tampoco forzaron una huelga por su cuenta al dar por hecho que los gremios clave, colectiveros y ferroviarios, no acompañarían la medida.

Así la conflictividad quedó prácticamente reducida a los gremios aeronáuticos, focalizados en la disputa con la conducción de Aerolíneas Argentinas. Tras la huelga que cinco de los seis sindicatos realizaron este lunes, ayer todos confirmaron que el mismo día de la semana que viene acudirán al llamado de Luis Malvido, número uno de la línea de bandera, a iniciar negociaciones salariales y de condiciones de trabajo.

El aeronáutico es el último foco de conflictividad latente en el sindicalismo tradicional. El resto de la dirigencia anticipó el arranque del año electoral: mientras la CGT se reparte entre coqueteos con las variantes “racionales” del PJ y con el economista Roberto Lavagna, Moyano y sus aliados se concentrarán en alimentar el sector de Cristina de Kirchner para disputarle a Cambiemos.

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