12 de diciembre 2017 - 23:14

Andrés Paredes: el jardín donde se bifurcan dos junglas

• EL ARTISTA MISIONERO POETIZA EL CHOQUE ENTRE LO URBANO Y LO TROPICAL
Su notable muestra “Artificio” puede verse en la recién inaugurada galería Calvaresi, donde también se expone a Magda Frank y Curatella Manes.

Andrés Paredes. El paraíso tropical de su ciudad natal de tierra roja, Apóstoles, resuena en la muestra “Artificio”, en la flamente galería de San Telmo Calvaresi.
Andrés Paredes. El paraíso tropical de su ciudad natal de tierra roja, Apóstoles, resuena en la muestra “Artificio”, en la flamente galería de San Telmo Calvaresi.
Buenos Aires tiene una nueva galería de arte ubicada en San Telmo, a pocos pasos del Museo de Arte Moderno. Calvaresi abrió el mes pasado y dos pioneros de la vanguardia, Pablo Curatella Manes y Magda Frank, comparten un piso de esculturas, mientras las obras contemporáneas del artista Andrés Paredes ocupan la sala del primer piso. Una familia de anticuarios, los Calvaresi, le imprimieron un estilo especial a una casa de fines del siglo XIX y la remodelaron respetando la nobleza de su arquitectura, pero incorporaron, en abierto contraste, elementos del diseño más actual, como el frente y un ascensor vidriados.

La naturaleza ha sido el tema de las obras de Paredes desde que, al promediar la primera década del siglo, inició su carrera artística en su Misiones natal. Allí mismo, en su paraíso tropical de Apóstoles y su tierra roja, surgieron sus árboles calados, y los bosques de papeles recortados con las formas enruladas de la jungla. Ahora, en medio del jardín de la muestra "Artificio" que montó en la sala de la calle Defensa, Paredes observa a este diario: "Decidí vivir en Buenos Aires y, desde entonces, cambió mi obra". Cuando me instalé en La Boca, por primera vez pensé y realicé las obras en el rigor la selva urbana, en un taller con la cortina abierta a la calle. El contexto que hoy me rodea determinó cambios en mi producción. Ya no trabajo mirando la naturaleza, no me despiertan los pájaros ni escucho el sonido de la selva. Ahora realizo mis obras a partir de recuerdos más bien lejanos que alimentan mi imaginación".

Consultado el artista sobre qué cambios formales determina la vida en la ciudad, dado que en su muestra hay mariposas, insectos y una vegetación tan enmarañada como la originaria, responde: "Todo es diferente, artificial de algún modo. Para comenzar, los colores malva, rosados y turquesa, reemplazaron a los verdes y el negro. El color pasó a ser un agente activo, contribuye a crear el clima de la muestra. Busqué voluntariamente la teatralidad, el efecto escenográfico de un jardín donde el tiempo se ha detenido, trato de provocar cierta emoción estética".

Esa irrealidad se percibe en las mariposas gigantescas de bronce bruñido, en el simulacro de unas lianas de orquídeas de papel que flotan, ingrávidas e iguales unas a otras, en medio del espacio de la sala. El artificio está dado además por la dimensión ampulosa de los brotes en plena germinación. "Es un jardín artificial, idealizado, imaginado, soñado, ajeno a la realidad", confirma Paredes.

"El año pasado hice una residencia de un mes y producir la obra en Buenos Aires fue una experiencia interesante, además me gusta ver exposiciones, participar de la movida de una gran ciudad. En Misiones no hay vida artística, para ver algo hay que ir a San Pablo, Porto Alegre o venir a Buenos Aires. Cuando la Fundación Tres Pinos me ofreció un departamento por dos años, no lo dudé, cargué mi auto con mi pareja, mi perro, mis trabajos. Y aquí estoy, asumiendo compromisos y gestando nuevos proyectos", agrega. Paredes prepara una muestra para una galería de Houston en una ciudad donde siente que el tiempo se acelera. Pero cuenta que dejó su taller de Apóstoles preparado, para volver cuando quiera.

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