4 de marzo 2010 - 00:00

Buscan cuerpos de al menos 100 personas que se llevó el mar

La presencia de las Fuerzas Armadas logró controlar ciudades y regiones que eran «tierra de nadie». La comida es repartida bajo una fuerte custodia.
La presencia de las Fuerzas Armadas logró controlar ciudades y regiones que eran «tierra de nadie». La comida es repartida bajo una fuerte custodia.
Santiago - Al menos cien personas, en su mayor parte turistas, fueron llevadas mar adentro por el tsunami del sábado frente a Maule y Bío Bío, y los buzos estaban escrutando cada metro en esa zona esperando que los cuerpos emerjan a la superficie. «Muchos cadáveres están hinchados y mutilados, lo que dificulta su identificación. El hedor es terrible», afirmaba el teniente Gutiérrez en la localidad de Constitución. «Esperamos más».

«Había una fiesta en una islita en Constitución, la fiesta veneciana que se hace todos los años al fin del verano, con recitales de música, donde se juntan turistas. Todo eso se lo llevó el mar», relató el ministro de la Presidencia, José Antonio Viera Gallo.

El ministro explicó que es muy difícil estimar la cantidad de desaparecidos, porque la zona costera afectada por el tsunami estaba llena de gente, sobre todo en campings. No obstante, si se contabilizan las versiones de sobrevivientes y testigos se llega a la conclusión de que al menos cien personas fueron arrastradas por las olas sólo en Constitución. Algunos elevan esa cifra a 500, teniendo en cuenta otros pueblos y localidades arrasados por las aguas y en los que hay cadáveres que no fueron reclamados por nadie.

«Por suerte, el tsunami fue un viernes al sábado y no habían llegado todos los turistas. Si hubiera sido sábado o domingo habría sido un desastre»
aún peor, comentó. «Mucha gente muerta son personas que van a veranear a la costa», indicó Viera Gallo.

Según el conteo oficial parcial, sólo en la región del Maule perdieron la vida 587 personas. Esta zona «es la peor desde el punto de vista de la muerte y devastación de muchas localidades de la costa», refirió tras recorrer el lugar.

«Los que conocían de esto, se fueron a las montañas. En el balneario de Iloca no murió nadie del pueblo, porque todos arrancaron (subieron), pero murieron los turistas. Los vecinos cuentan de un autobús con turistas de tercera edad que iba por la playa y se lo llevó el mar», añadió. «Hay gente sobreviviente que cuenta que vio cómo el mar se llevó cinco autos con todas sus familias adentro», agregó.

Expertos indican que la tarea del servicio médico legal será muy ardua porque el mar entrega a las personas maseradas, con huellas difíciles de reconocer y obligando a identificarlas por su vestimenta.

«Lo peor es Constitución. Está borrada. El problema grave es que se afectó el funcionamiento de la planta de celulosa Celco, que da trabajo a la gente y no recuperará su funcionamiento, sino en tres meses más», lamentó.

Allí, la morgue es el lugar más concurrido por los vecinos, quienes a diario consultan una pizarra blanca en la que se actualizan las víctimas que fueron identificadas. En el estacionamiento había un colectivo con 15 ataúdes de madera, una donación de la alcaldía, según indicaba un letrero garabateado sobre un cartón.

En las calles devastadas, varios hombres limpiaban los escombros con palas y carretillas, al tiempo que helicópteros militares traían personal de rescate y ayuda para miles que carecen de agua, alimentos, medicinas y energía. Un barco de pescadores arrancado del mar y depositado en la cima de una casa aplastada daba cuenta de la fuerza del agua que chocó contra el pueblo.

En la puerta de la morgue, una joven que lloraba llegó buscando al tío de su marido, un hombre de mediana edad con parálisis en una pierna, cuya casa, en la primera línea del paso del tsunami, quedó reducida a la nada. «Buscamos por todas partes, preguntamos a los vecinos, nadie lo ha visto», indicó Máxima Moreno Valdevenido.

Un miembro del cuerpo forense le entregó una máscara y la llevó a observar los cuerpos que aún no habían sido reclamados, explicándole primero que el estado de los cadáveres impactaba. «No estamos seguros, hay un hombre alto adentro, pero está tan hinchado, tan desfigurado, no estamos seguros. Están comprobando sus huellas dactilares», sollozó Máxima.

Minutos después, el forense sale con una identificación positiva y la mujer vuelve a estallar en llanto.

Agencias ANSA y AFP

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