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Charlas de Quincho
Como cada fin de semana largo, dividimos la entrega de esta sección en dos partes (la segunda, mañana). Una orden presidencial fue acatada a pie juntillas: nada de festejos desmadrados; la celebración es para la intimidad y para octubre. Por eso hubo algunas fiestas poselectorales que le relatamos aquí. También hubo reflexiones opositoras, menos divertidas -claro- que los ágapes oficialistas, que incluyeron el «lanzamiento» de dos polémicas marcas de agua. Fuera de la política, bellas modelos desnudas jugaron con pintura en lo que intentó ser un homenaje a un artista que «inventó» un color. Veamos.

Daniel Scioli y su cantante-talismán, Ricardo Montaner. El gobernador, igual que el resto de los vencedores del domingo pasado, no festejó en público la victoria.
Esa merma hizo que los avisos fueran menos que los de la oposición. Lo mismo sufrió la dupla Alfonsín-De Narváez porque al quebrar éste la alianza con el PRO, que tuvo en 2009, perdió los segundos que pudo aportarle en este reparto, otro desacierto de esa fuerza que imaginó una suma que al final restó. Entre risas y felicitaciones con sordina nos enteramos en esa sobremesa en la Casa de Gobierno de algunos bloopers de las elecciones, como la tragedia que pudo sobrevenir en los comicios del domingo cuando el viernes, en esa tormenta en que el día se hizo noche, una inundación de las napas rompió el piso del depósito de las urnas en el barrio de Barracas. El agua avanzó sobre las cajas de cartón que se iban a usar el domingo hasta que alguien lo advirtió y pudo salvarlas. Igual se arruinaron muchas, que pasaron la noche de ese día y el sábado, antes de ser trasladadas a las escuela, sometidas a calentadores y estufas de todo tipo para salvarlas. Si no llegaban a tiempo, reía un apoderado oficialista, no hubiera habido elecciones en Capital.
Como esto ocurrió el martes, dio mucha miga la charla sobre la visita del colombiano Santos, que se mueve por la región como el mejor amigo de la Argentina, después de años de mirarse de lejos con los Kirchner. Con Néstor -nos enteramos esa noche- estuvo en alguna ocasión cenando en la casa del embajador de Colombia en la Argentina, el periodista Álvaro García -lo fue de Álvaro Uribe, sigue con Santos- y allí anudaron una amistad que, según los kirchneristas, pasó a la admiración. Eso explica que el visitante se embanderase con la Unasur -creación de Duhalde y Lula que supo aprovechar como nadie el fallecido presidente argentino- como fórmula para que las economías de la región escapen del turbión financiero internacional. El aprendizaje no queda allí porque -se comentó en esas mesas del «Canca»- Santos le está aplicando a Uribe la misma medicina que Kirchner le aplicó a Duhalde. Todos entienden de qué se trata. También hubo preguntas -sin respuesta- sobre esa visita, como que Santos le pidió a Bruno Quintana la oficina en los altos de la sede del Jockey Club (que Quintana preside) para recibir a algunos empresarios como Gustavo Grobocopatel -rey de la soja que le debe interesar a Santos porque el 50% del territorio de su país permanece inculto- y al cafetero Martín Cabrales, por razones más entendibles.
Esto supone replicar la estrategia radical de dedicarse el 23 de octubre a ganar bancas en el Congreso, pero Duhalde insiste en que él no se baja de las presidenciales y que él va a entrar a un balotaje. Con ese ánimo se embutió en el spa, sin responder a preguntas que le hacen los propios sobre algunos resultados, especialmente en Buenos Aires, adonde hay mesas en las que no sacó ningún voto. Algunos presumen que hubo punteros que recibieron fondos para subsidiar fiscales por cada mesa, pero que redujeron ese número y se limitaron a pagar fiscales por escuela para quedarse con la diferencia. Lo mismo pudo pasar con punteros a quienes se les confió la impresión de boletas y pagaron menos de las que hacía falta, también para quedarse con la diferencia al entender que ése sería el único beneficio a sacar de esta elección. «Ése es la problema, como dicen los paraguayos», respondió Puerta, quien aseguró que a él nunca le pasó y pudo controlar su elección pagando fiscales en todas las mesas de su provincia. Astracanadas electorales que confirman que quien no controla las mesas ni puede asegurarse la impresión de las boletas, no puede ganar jamás una elección, ni quizá lo merece porque es un juego para pesos pesados.
Opositor, pero con más fortuna, Mauricio Macri dedicó los condumios que acumuló a su regreso el jueves de una sigilosa vacación mediterránea, a tratar de desmarcarse del desconcierto de la raza política (oficialismo y oposición) por los números del domingo. Recorrió varias capas de la dirigencia en almuerzos y demás reuniones, pero lo más sincero se le escuchó en la noche del sábado en la recoleta cena casi a solas (apenas los respectivos cónyuges como testigos) que le ofreció Gabriela Michetti en su casa de la calle Pasco. Se dijo Macri sorprendido por la contundencia de los votos, aunque el diseño del resultado aseguró preverlo por las encuestas que le habían acercado antes de viajar. Eso lo decide a insistir en que ni él ni su fuerza se pronunciarán en favor de alguno de los candidatos presidenciales, y menos ahora cuando ninguno muestra ánimo alguno de dar pelea en serio el 23 de octubre. Sólo aparecerá en algunas provincias para apoyar la chance de candidatos PRO a diputados nacionales como Córdoba, Mendoza, Entre Ríos o San Juan. Eso implicará, indirectamente, que hay un respaldo a Duhalde o a Rodríguez Saá, pero eso no saldrá nunca de su boca.
Se habló en esa cena que se extendió hasta la madrugada de ayer, de la elección de Federico Pinedo en Capital Federal, en donde salió segundo después del kirchnerista Roberto Felleti con el 16% de los votos sin ir colgado a ninguna boleta presidencial y sin el propio Macri que le hiciera campaña. Desplegó también su interés en cerrar alguna agenda con obras y proyectos de interés común con el Gobierno de Cristina de Kirchner a la que ya la ve como reelecta y también al armado de una red nacional que alimente un proyecto presidencial para 2015. Michetti aportó a esto su experiencia con un grupo de interés con quien suele reunirse en quinchos secretos -que son la especialidad de esta sección, no el relato de fiestas públicas como hacen imitadores en páginas asalmonadas- y que se propone lo mismo desde una multipartidaria de contrafrente. Es un cuarteto que integra junto al radical Ernesto Sanz, el peronista Juan Manuel Urtubey y el arista Alfonso Prat Gay, a quienes les había dado otra cena el lunes anterior a las elecciones en el mismo comedor de la calle Pasco. Ese grupo busca convertirse en una mesa de atracción de iniciativas que incluyan hasta a un sector del kirchnerismo como el que representa el dual Urtubey, que juega a todos los números y que permita un proyecto para el voto moderado en las próximas presidenciales.
Macri siguió con interés el relato de «Gaby» sobre lo que habla ese cuarteto al que querría más cerca. Con Sanz tuvo algún entendimiento cuando el senador peleaba la candidatura de su partido contra Ricardo Alfonsín, quien venció y desairó a Mauricio poniéndolo como límite de cualquier alianza para después juntarse con Francisco de Narváez que es más conservador que él. Prat Gay funciona como un aliado principal del macrismo en el Congreso, al que aportó de manera central en el dictamen de reforma a la ley de lavado en el que trabajó Federico Pinedo. De Urtubey tiene siempre noticias por la frecuentación de algunos macristas como Diego Santilli con este personaje que se permite aparecer en varias películas al mismo tiempo hasta que alguien se dé cuenta.
Pinedo tiene sin embargo un entuerto en Santa Fe después de que dijo que la oposición debería enfilarse detrás de la candidatura presidencial del socialista Hermes Binner. En esa provincia el diputado, junto a un seleccionado de macristas, hizo campaña contra el socialismo y en favor del cómico Miguel del Sel, y debe una explicación por ese giro, lo mismo que los peronistas santafesinos Norberto Nicotra y Alejandra Vucaso-vich, quienes ahora acompañan ese pedido. El primero se alió al PRO por una orden de Eduardo Duhalde; la segunda por indicación de Carlos Reutemann, los dos antes adversarios de Binner. Michetti agregó el resultado de un encuentro que tuvo con el intendente socialista de Rosario Miguel Lifschitz y la alcalde electa de esa ciudad, Mónica Fein, quienes le reprocharon esas incursiones macristas en Santa Fe. «Te vamos a declarar persona no grata en Rosario», le dijo el intendente, «porque fuiste a meterte en nuestro territorio». Michetti se atribuye haber contribuido a que el PRO de esa ciudad sacase tres concejales que, dice, debían ir al socialismo. Estas rispideces hacen que Santa Fe no esté por ahora en la agenda de campaña de los macristas porteños.
Terminamos esta primera parte de los Quinchos con arte y desnudeces, una forma de cortar con tanta espesura política. Alejandra Seeber, una artista argentina que vive en Nueva York, aprovechó su estancia de unos días en Buenos Aires para sorprender al público porteño. La semana pasada, en la Galería Vasari de Retiro, realizó una performance con un grupito de mujeres desnudas, quienes, luego de pintar su cuerpo de color azul, se desplazaban para pintar, a su vez, unas telas y papeles, al estampar sobre ellos sus rotundas formas impregnadas de pintura. La acción se llamó «Yves y yo», título que implica una abierta declaración de amor de Seeber al genio vanguardista Yves Klein, creador de un color azul incomparable que lleva su nombre y autor de un célebre happening, donde por primera vez las modelos, cuyo trabajo era posar desnudas para los artistas, asumieron un papel activo.
Así, luego de media centuria, los cuerpos desnudos reiteraron en Buenos Aires el rito de imprimir sus formas en las telas y replicaron los mismos gestos de la performance que en el año 1960 Klein realizó en una galería de París. Al igual que en París, nueve violinistas tocaban la sinfonía «Monocorde», y el champagne acompañó una función aplaudida -en este caso- por un auditorio que disfrutaba sin reparo alguno del placer visual. Imaginemos: cuerpos bellísimos a pocos centímetros de azorados ojos; para mirarlos estaban allí, entre otros, Cinthia Meza, Lucila Cárdenas, Sebastiano Mauri, Orly Benzacar, Mora Bacall, Nicola Costantino, Gustavo Sosa Pinilla, Mercedes Casanegra, Inés Katsenstein, Guillermo Kuitca, Raúl Flores, María Marta Pichel, Sonia Becce y Gustavo Vázquez Ocampo.
Después de saludar a la artista, los comentarios del mundillo del arte estuvieron dedicados a los intensos preparativos del beneficio «Bailando por un cuadro» que prepara la Asociación Amigos del Centro Cultural Recoleta. Aseguran que esta vez recaudar fondos no será fácil, «la competencia se adivina feroz». Hay algunos que aspiran al nivel de los danzarines que presenta Tinelli, coleccionistas incluso, que cumplen ocho horas diarias de ensayo para lucirse y estar en forma.
La noche siguiente, en la flamante tienda de diseño Kabinett, que dirige la cineasta Teresa Costantini («Nunca estuve en Viena») junto a su hija Soledad y su bellísima nieta, la diva Marta Minujín presentó una serie de siete «Sillas voladoras» con restallantes colores flúo y aseguró que ella no va a bailar. Allí, el cóctel, imperdible, se sirvió en la vereda, en dos elegantes mesas con bocaditos deliciosos, algunos con hongos y otros con tomates secos hidratados con oliva, quesos y un estupendo vino Pinot Noir, que nunca viene mal.
Vamos a terminar con un chiste de humor negro. Un profesor de veterinaria en una universidad de Galicia hace un experimento en clase. Trae un perro, lo pone en la tabla de operaciones y le corta una pata. Después, le grita:
-¡Camina!
El perro, dificultosamente, se incorpora y obedece el comando.
-Como véis, un perro es capaz de caminar con sólo tres patas.
El científico procede entonces a anestesiar localmente al can, y le corta una segunda pata. Después del procedimiento, le ordena al perro:
-¡Camina!
El animal, esta vez con más dificultades, se pone de pie y da unos pasos vacilantes con las dos patas que le quedan.
-Como podéis observar, un perro es capaz de caminar con sólo dos patas.
El profesor ata al perro a la mesa y le amputa la tercera pata. Y vuelve a ordenarle:
-¡Camina!
Esta vez, el can permanece echado en la camilla. El profesor, con aire de suficiencia, mira a la clase y pregunta:
-¿Cuál es la conclusión que surge de este experimento?
Y Manolo, desde el fondo del aula, tras levantar la mano pidiendo permiso, responde:
-¡Que los perros quedan sordos cuando les cortas tres patas!
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