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Charlas de quincho
Primera parte de los vigilantes quinchos de fin de semana largo, que requirieron un esfuerzo adicional por la multilocación de candidatos a dos semanas de las elecciones. Dime adónde viajas, con quién te sacas la foto, y qué dirás en los nuevos spots publicitarios: las respuestas a esas preguntas permiten entender los pasos del gobernador de Buenos Aires y candidato con más chance, con el fin de evitar la palabra más temida, balotaje. Sobrevolamos quinchos radicales, tanto los políticos como los espirituales (con homenaje a exministro de Economía incluido). Le contamos también al lector la intimidad de los diálogos en el quincho más concurrido de la semana, en la casa del embajador de España, donde hubo políticos y exfuncionarios del más variado pelaje. Veamos.
Nadie quería ayer dejar trascender cuáles son los argumentos de esos mensajes, pero sí el formato: la mayoría son monólogos del candidato mirando a cámara y explotando el diferencial frente a sus adversarios, no ya el proyecto, sino el factor personal. En las conversaciones entre los asesores que coachearon al candidato en el encierro de ayer con los publicistas surgieron conclusiones de las últimas mareas de encuestas. Una dice que no participar del debate con los otros candidatos no ayudó nada a Scioli, pero que tampoco lo habría beneficiado mucho -de haber participado de ese retablo- ante el voto propio. Si hubo desgaste fue en el voto no peronista que puede mover una pequeña diferencia, algo que en el filo del no balotaje puede ser enorme. Por eso la necesidad de registrar spots con formatos novedosos. Cuando falta tan poco para las elecciones todo lo que acercan estos asesores es valorado, a veces con exageración, y más cuando vienen de afuera, como es el caso del enviado volante del asesor James Carville -que lo fue de Bill Clinton y de muchos otros más por el mundo-, el gurú junior Chad Clanton. Esas experiencias a veces sirven, porque un asesor foráneo mira todo sin considerar el contexto, y las consignas que deja valen por eso, porque no se enredan con tramas locales.
Esta presencia de Clanton, que va y viene de los Estados Unidos cada tanto pero que además acerca criterios por mail al equipo de asesores de Scioli, reflotó algún cotillón foráneo, como la foto del pizarrón que exhibía Carville en el War Room (comando de campaña) de Clinton que sesionaba en el sótano de la residencia que ocupaba en 1992 el candidato demócrata en Little Rock, Arkansas, en donde se leían dos consignas a las que se atribuye el triunfo de aquel año ante George W. Bush: "The economy, stupid" y "The debate, stupid". Ese letrero de consignas viejas, aunque inspiraba al asesor de Scioli, parece hoy propio de la campaña macrista, porque en este tramo proselitista quien habló primero de economía fue Macri, que también se apoderó de la consigna del debate. Pero sirve para los dos.
El peso del factor personal, que se exagera muchas veces en política, pesa fuerte en estos tramos decisivos y, en el caso de Scioli, funciona más que en otros porque parece ser el único que entiende su estrategia y la aplica de manera subrepticia sin que muchos se den cuenta. Eso lo revela la novedad, inédita en las campañas de los últimos veinte años, de que va a elecciones con un gabinete ya designado y conocido por todos. De a poco, y sin que nadie lo note, quebró esa tradición canalla de los políticos de no adelantar elencos por temor a que se los volteen en el debate, y sin explotar la sorpresa como mecanismo ante el público. Es cierto que fue Macri quien picó en punta cuando apareció con el anuncio, hace más de un mes, de Esteban Bullrich como eventual ministro de Educación. Ese gesto pareció leerlo Scioli como una manera de ejemplificar su consigna de que él es previsible. Y en dos semanas ya designó al gabinete; sólo le faltan un par de nombres para que el público sepa con quiénes pretende gobernar. Esta rareza no se ha sumado todavía a las interpretaciones al uso, pero es un gesto personal del candidato que no es nuevo en él. Cuando estaba en campaña en 2003 en la fórmula que integraba con Néstor Kirchner, fue él quien lo convenció de que el mejor argumento para descontar la diferencia que les llevaba la fórmula Menem-Romero era adelantar que Roberto Lavagna seguiría siendo el ministro de Economía. A ese anuncio atribuyen los mirones de estas cosas que el ticket Kirchner-Scioli subiera en los votos, aunque no para ganarle a Menem.
De esta ruleta del gabinete se habló mucho en el quincho más concurrido de la semana -y eso que hubo muchos- que fue el cóctel del viernes al mediodía en la residencia del embajador de España, Estanislao De Grandes Pascual, para adelantar los festejos del Día de la Hispanidad, de la Raza, de la Diversidad, o de la Virgen del Pilar, como gustéis, porque todo eso cae el 12 de Octubre. Muy concurrido por políticos y empresarios, no abundaron muchos candidatos de la primera línea, distraídos ese dia en giras fuera de Buenos Aires. La presencia de algunos delegados sciolistas hizo presumir que el gobernador podía aparecer por ahí pero no ocurrió. La presencia de diplomáticos -Ricardo Lagorio, Juan Archibaldo Lanús, Fernando Petrella- y de exembajadores políticos -Diego Guelar, Jorge Asís, José Octavio Bordón, Eduardo Amadeo- animó corros de especulación de quién ocuparía la Cancillería en el caso de ganar Scioli las elecciones, ya que es uno de los lugares vacíos de una grilla que está casi completa. Si se mira bien ese elenco que ya ha revelado el candidato, tampoco está claro quién ejercerá el control de la economía, o quién la sufrirá, más allá de que Silvina Batakis se siente en la silla de Axel Kicillof.
Pocos imaginan que un Miguel Bein o un Mario Blejer tomen a su cargo la burocracia de esa cartera y más bien admiten la presunción de que tendrán posiciones de alto rango en el manejo de hacienda (Bein) y de financiamiento (Blejer). Entre los papeles que examina Scioli está la idea de armar un consejo asesor de la Presidencia como el que tuvo Arturo Frondizi en Olivos, con Rogelio Frigerio, o de la Oficina de Administración y Presupuesto de la Casa Blanca que maneja la economía para el presidente por encima de los ministerios. Ese consejo presidencial tendría a su cargo grandes proyectos que deben gestionarse por afuera de la burocracia, como la misión Blejer de conseguir los u$s 30.000 millones por año para financiar al Gobierno, o la misión Bein de manejar lo que algunos llaman "la timba". Cualquiera que gane las elecciones heredará un Banco Central que tiene otra rareza histórica: cinco directores que juegan juntos como mayoría y que fueron designados por Kicillof. Hoy en el Central, la tesorería de la Nación y sus directores tienen formalmente designaciones que van más allá de diciembre de este año, o sea asegurada la continuidad, y nadie imagina que el presidente que asuma ignore eso o lo enfrente, como hizo Fernando de la Rúa para sacar a Pedro Pou del cargo, con lo cual hay quienes imaginan que Alejandro Vanoli puede seguir en el cargo. Esto alimenta la idea de ese consejo asesor -en caso de ganar Scioli- que puede asumir tareas sin confrontar otras áreas, y que además de la economía, podría sumar la salud con un, dígase, Ginés González García, que está ligado al comando Scioli pero que no ocupará la cartera de Salud que tiene comprometida Alejandro Colla. El actual embajador en Chile tiene en carpeta una reforma profunda del sistema de salud. Daniel Filmus, que acerca a La Ñata carpetas sobre educación, podría tener también una silla en ese "brain trust" presidencial por el cual fogonean algunos.
En esos corros se habló mucho, de lo cual daremos cuenta mañana en la segunda edición de estos quinchos. Por ejemplo, del entuerto secreto que cruzó a Gobierno y oposición durante la semana pero que encapsularon porque habían acordado una pax electoral. La puja surgió del primer acuerdo que hicieron los jueces de la Cámara Nacional Electoral con apoderados de los partidos para mejorar la rapidez del escrutinio el 25 de octubre. En esa reunión del martes les comunicaron que se contarían primero las actas a los cargos elegidos en distrito nacional único (presidente y legisladores del Mercosur) para que hubiera un resultado la noche de ese domingo. Luego iría una segunda acta con los cargos a legisladores nacionales. Al día siguiente se reunieron los diputados de la oposición con la cúpula electoral del Gobierno (Alejandro Tullio, Julio Alak) y los enviados de Cambiemos, Mario Negri y Patricia Bullrich, pusieron el grito en el cielo con el argumento de que es una única elección y que no se podía contar primero unos votos y después otros. "El acto eleccionario es uno y una es el acta. No puede ser desmembrada en dos actas. Hemos convenido que se procure no esperar al otro día para tener el resultado; cuanto más celeridad haya en la carga, más rápido será salir de la incertidumbre", dijo el jefe del bloque de la UCR. Hubo acuerdo ese día, y se resolvió que el recuento prioritario en el definitivo será el de presidente y Mercosur, pero en la provincia de Buenos Aires, donde va el acta con la "hoja 1" de presidente, y después se contará la "hoja 2" de legisladores. Con eso esperan acelerar el conocimiento de los datos para que el electorado sepa si habrá o no balotaje, desvelo de todos.
En la agenda internacional hay que sumar otros despliegues menos estridentes, como el que ensayó el gobernador Sergio Urribarri, quien buscó una fotografía con Michelle Bachelet que pudiera servir en campaña. Peregrinó hacia Valparaíso, donde visitó en la residencia de Cerro Castillo a la mandataria, a la que sorprendió en medio de una cumbre internacional de países del Pacífico sobre protección de los recursos pesqueros a la que asistía nada menos que John Kerry, secretario de Estado de Barack Obama. Cosechó las imágenes que buscaba y también trajo un mensaje personal para Cristina de Kirchner: Bachelet pidió una fecha para venir a la Argentina antes del 10 de diciembre y despedirla antes de que deje el cargo.
Otro que hizo un viaje de campaña indirecta fue Héctor Timerman, que se vio en La Habana con Raúl Castro y rindió un completo informe sobre las elecciones argentinas, pero, más importante, escuchó el balance que hace el régimen sobre los efectos de la apertura con Estados Unidos que, entienden, cambia el mapa político de la región. Además rindió homenaje a Eva Perón en un busto que se instaló en la capital cubana antes de regresar sin ver a Fidel, con lo cual quedó acreditado como miembro del nuevo castrismo, el de Raúl, donde milita también Scioli, que cita al hermano de Fidel en algunas intervenciones públicas. La vida te da sorpresas, sorpresas te da la vida.
Sobrevolamos otros quinchos radicales, los partidarios y los espirituales, que tuvieron como de costumbre en esta colectividad sabor a homenaje. El más exclusivo se desarrolló en el Club del Progreso, en el que fue presentada la biografía de Leandro Alem escrita por Miguel Ángel De Marco, un no radical más bien mitrista, que encaró la misión de sacar de la hagiografía al líder boina blanca. Allí estuvieron, entre otros, María Sáenz Quesada y Rosendo Fraga, que fungieron de panelistas presentantes, Guillermo Moreno Hueyo, Elva Roulet, Daniel Larriqueta, Diego Barovero, Gregorio Carreras y el presidente del club, Guillermo Lascano Quintana. Tremenda simbología eligieron los protagonistas de la movida para evocar la figura del fundador de la UCR que se quitó la vida a bordo de un carruaje la noche del 1 de julio de 1896, y su cuerpo exánime fue recibido por el presidente del club por entonces, Roque Sáenz Peña, y depositado sobre una mesa que aún se conserva en la planta baja del local. Justamente en la previa de la reunión el biógrafo se preguntaba con sus contertulios sobre cierto olvido al que, a su juicio, los radicales condenaron a su fundador y primer líder, a lo que otros especialistas presentes, pero "del palo radical", observaron que había sido opacado por su sobrino Yrigoyen -de lo que quizá el propio Alem se percató tiempo antes de adoptar la dramática decisión que truncó su vida-, que además fue el responsable de pergeñar la estrategia exitosa que llevó al radicalismo finalmente al poder.
Otro homenaje, pero de suburbio, se hizo en el comité radical de Avellaneda para evocar la figura del polémico primer ministro de Economía de la restauración democrática, Bernardo Grinspun, oriundo de aquella ciudad. Reunión de neto corte rojiblanco, alejada de toda estética relacionada con Cambiemos; se amontonaron en la mesa con el propósito de recordarlo Juan Manuel Casella, Hipólito Solari Yrigoyen, Juan Manuel "Tito" Moure (que preside el comité local), Raúl Borrás hijo, Emilio Cornaglia y Gustavo Grinspun, hijo del homenajeado. Interesa contar que aquella sede partidaria en la que se hizo la reunión, ubicada estratégicamente sobre la avenida Belgrano en pleno centro de Avellaneda, sirvió de refugio de reuniones y actividades militantes en tiempos de dictadura, represión, prohibición y clausura de los partidos políticos, ya que por una fórmula estatutaria figura aún inscripta como una simple asociación civil bajo la denominación de "Ateneo Doctor Manuel Beguiristain" en recuerdo del primer intendente radical de la ciudad entre los años 1918 y 1919, en pleno apogeo del caudillismo conservador de Alberto Barceló. Lo que hoy diríase mejor una ONG.
La Semana del Arte de Rosario cumplió once años y para celebrarlo desplegó una movida sin tregua desde la mañana hasta la madrugada, cuando los devotos del arte se rendían. El Día de la Virgen del Rosario coincidió este año con la Semana del Arte y por las calles se cruzaban los devotos de uno y otro bando; místicos y piadosos unos, creativos y sorprendentes los otros. En el bar de la familia Messi los artistas miraban pasar la interminable procesión. "El papa Francisco logró llenar las iglesias" comentaron-. Si bien la Argentina es católica, prosperaban antes de sus discursos los de los "pastores" que "ven la luz". El arte estuvo en todas partes, en las calles, las vidrieras y en el río, pero el momento álgido fue la subasta La Fugaz, en el Museo Juan B. Castagnino. Allí corría la adrenalina. Los precios eran bajos y se vendió todo. Por poco dinero se remataron obras de artistas rosarinos, algunos consagradísimos como Juan Grela y Eduardo Serón. Luego, estaban los trabajos de Fabiana Ímola, Román Vitali, Mauro Guzmán, Adriana Tellería, Max Cachimba, Javier Carricajo, Gastón Herrera, Gisela Cortese, Laura Echenique, Alejandra Tavolini, Nicola Costantino, Hernán Camoletto y, entre otros, los de algunos allegados, como el marplatense Daniel Joglar, el misionero Andrés Paredes y el tucumano Sandro Pereira. La fiebre compradora la generó el arte, aunque ¿por qué negarlo? fue incentivada por el champagne y unos baldes de Campari con jugos de fruta tan psicodélicos en su colorido como efectivos a corto plazo, acompañados por bocaditos de camarones crocantes sobre milhojas y tostaditas con queso brie y un pequeño dado de dulce de membrillo.
En medio de este clima festivo, el organizador de la Semana del Arte, Roberto Echen, marcó el comienzo del remate. Ya habían pasado entonces casi tres horas del prolongado cóctel dedicado a exaltar las virtudes de las obras. La directora del Museo, Marcela Romër, los miembros de la Fundación Castagnino, los galeristas y los operadores culturales, Lila Siegrist, Gab Gabelich, Pablo Montini y Silvia Cagnone, cumplieron con su misión: entre copa y copa explicaron las cuestiones básicas del arte contemporáneo. María Eugenia Figoseco repartía entretanto las paletas numeradas -para hacer visibles las ofertas- y atendía un montón de celulares. La sorpresa fue el desembarco de unos coleccionistas de la ciudad de Córdoba decididos a comprar. Ellos se quedaron con varios lotes. En la escena rosarina se tornó visible no sólo la excelencia del arte local, sino además la nutrida gestión de los coleccionistas del interior del país que, amparados por las instituciones, han creado sus propios mercados. Hasta hace una década, Rosario era la única alternativa a la poderosa Buenos Aires, pero, hoy, Córdoba es un centro poderoso. No obstante, en su propio territorio y a pesar del despliegue mediterráneo, los rosarinos no cedieron protagonismo. Los mejores compradores de la noche fueron, de lejos, Carlos María Zampettini y Carlos Siegrist, de la Fundación Castagnino.
Horas más tarde, en el piso sobre el Boulevard Oroño cargado de arte y buen diseño del galerista Diego Obligado se reunieron los coleccionistas cordobeses Pablo Martinazzo, Marcos Comamala, Alejandro Londero, José Luis Lorenzo, Blanca Freytes y el artista Fernando Allievi. Allí se mencionó la ordenanza vigente en Córdoba que determina que los edificios deben exhibir, en lugares comunes y visibles, obras de artistas de la provincia. Lorenzo es el gran impulsor de este coleccionismo de los consorcios y también del de las familias que requieren su oficio de arquitecto. No obstante, en Córdoba hay una pugna. Los jóvenes del Colectivo Coleccionismo Fe-deral se mueven con otra estrategia: tratan de ayudar a los artistas que, finalmente, ganan con esta puja. Para disfrutar la comida oriental estaban José Castagnino, sobrino nieto del fundador del Museo, Adrián Bustamante, Pablo y Ana Montini, Lila Siegrist y Franco Gagliardo, Laura Glusman y la artista Pauline Fondevila, que abrió la semana navegando a toda vela con sus alumnos.
Vamos a terminar con un chiste breve, adecuado a una celebración próxima.
La hija veinteañera saluda con un beso a su madre, y le entrega un regalo envuelto en papel celofán.
-Gracias, querida -dice la madre, y al abrirlo ve una hermoso plato decorativo, con la frase "Para la mejor abuela del mundo".
-¿Pero qué es esto? Hoy es el Día de la Madre, no de la abuela.
-¡Sorpresa!
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