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Comentarios políticos del fin de semana
Si esto ocurriese -como amenaza Verbitsky con información del Gobierno al que sirve-, no sería la primera vez que un Gobierno peronista interviene para que el mercado no castigue a una empresa. El proceso de devaluación y pesificación de 2002 durante el Gobierno de Duhalde sirvió precisamente para evitar que empresas altamente endeudadas en dólares fueran a la quiebra o pasasen a manos de sus acreedores, como es lógico que ocurra en un sistema capitalista.
Si se cumple la amenaza que incluye Verbitsky en su columna, sería la segunda vez en una década en la cual el Gobierno suple los mecanismos de mercado, esta vez para castigar a firmas que deberían gastar su dinero como se le ocurre a la administración de turno. Es también una pretensión que muchas veces persiguen empresas que buscan en este estilo de medidas algún tipo de salvataje que las exima de los rigores del mercado y del pago de sanciones que deberían sufrir si no cumpliesen con sus obligaciones.
Verbitsky le pone morbo a esta pelea entre el grupo Techint y el Gobierno cuando presume que los despidos y las declaraciones de default podrían conocerse al mismo tiempo que se inicien las protestas del campo («agresión agromediática», dice el columnista). Con ánimo de prontuariante, enumera de paso las empresas que han sido contratadas por las entidades agrarias para asesorarse en materia de comunicación. Con la misma lealtad a la información, debería consignar Verbitsky el nombre del centenar de empresas de comunicación con contratistas del Gobierno nacional y de administraciones provinciales y municipales. Sería difícil que incluyese a todas, porque son muchísimas y llenarían varias páginas de su diario; pero también porque muchas veces esas empresas son pagadas con fondos reservados y muchas de ellas son, además, las mismas que contratan los ruralistas para el mismo propósito: mejorar su imagen y tener una estrategia más eficiente para llegar al público.
El debate electoral le interesa al columnista por la debilidad que significa para el peronismo llevar en octubre próximo a las elecciones las bancas ganadas en 2005, año de muy buenos resultados. Eso lleva a gobernadores del oficialismo, como Daniel Scioli o Celso Jaque, afirma, a endurecer su guerra con el delito, algo que interpreta que lesiona los derechos humanos de sus gobernados. Esa simplificación pone el asunto en la aporía que Verbitsky no resuelve al creer que no es posible dar seguridad sin quebrar las garantías constitucionales. Menos mal que Verbitsky no gobierna, sino a través de sus representados.
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MORALES SOLÁ, JOAQUÍN. La Nación. Se ceba el columnista en las pretensiones de Cristina de Kirchner de, entiende, cerrar la Argentina al mundo. Lo hace a propósito del viaje a España que dice la Presidente nunca quiso emprender hasta que la convenció de lo contrario su embajador en España, Carlos Bettini. También se ríe de que Barack Obama no la llama por teléfono a la Presidente en represalia de una serie de desaires que ha recibido Estados Unidos en la persona de George W. Bush.
Estados Unidos, dice Morales Solá, es un país «con memoria histórica» y cree que en eso es distinto de la Argentina (que seguramente también la tiene) que hace que Obama se vengue en Cristina de los desaires que Néstor le hizo a Bush...
Estas críticas alimentan al lector del columnista, quien espera que se complete la imagen de las presuntas atrocidades del Gobierno kirchnerista (éste o el de Néstor Kirchner) contra el resto del mundo. Eso le hace presumir a Morales Solá que la Argentina está más aislada que nunca desde 1983. Lo que no parece tener esta percepción es solidez argumental porque más allá de los desaires de escenario, la Argentina bajo los gobiernos Kirchner nunca contradijo ninguna de las políticas-eje de los Estados Unidos, en particular la lucha contra el terrorismo y el lavado de dinero, Irak, Cuba (La Habana y Guantánamo), mandó fuerzas de paz adonde Washington las necesitase para desplazar las propias hacia escenarios de guerra, etc. Todo eso ha hecho que los funcionarios de ese país (presidentes, embajadores, diplomáticos) hayan derramado elogios a los gobiernos Kirchner desde 2003 y casi nunca una crítica en público. Eso no los hace buenos a los Kirchner ni hace que las relaciones con EE.UU. sean mejores de lo que se cree. Las disonancias habrá que buscarlas en otros gestos del Gobierno argentino hacia el resto del mundo por parte del matrimonio patagónico que hasta 2003 nunca había salido del país. En su recoleto refugio santacruceño, y con recursos para hacerlo, nunca creyeron interesante cruzar las fronteras. Se entiende que ya en el borde de la tercera edad no cambien de idea.
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