20 de diciembre 2013 - 00:00

Conjueces para la Corte: el atajo para revivir puja por Ganancias

León Arslanian, Carlos Fayt
León Arslanian, Carlos Fayt
El listado de conjueces para la Corte Suprema que el Gobierno giró al Senado en la noche del miércoles cobrará una importancia decisiva cuando el máximo tribunal reflote la discusión sobre la exención del pago del Impuesto a las Ganancias de la cual gozan hoy en día jueces y fiscales. Debate que desde Balcarce 50 podría volver a instalarse con fuerza en los primeros meses de 2014, cuando el máximo tribunal retome su actividad tras la feria estival. La quita de dicha excepción motivará largas negociaciones que a su vez estarán vinculadas al contexto que al Gobierno le toque afrontar en su relación con los tribunales.

La inclusión de nombres como Ricardo Nissen o León Arslanian en la nómina que llegó al Senado merece tenerse en cuenta. Se trata de hombres que si bien pueden tener cierta afinidad con el kirchnerismo, tienen, a su vez, una trayectoria en el plano del Derecho. Criterios que, por ejemplo, no ocurrió con los conjueces que se votaron para la Casación Penal federal.

Por reglamento los conjueces de la Corte intervienen recién cuando resulta infructuosa, por recusaciones o excusaciones, la convocatoria de integrantes de las cámaras federales de todo el país. En esa circunstancia, para lograr número, la Corte da lugar a los conjueces del listado que propone el Ejecutivo (estos abogados tienen vigencia en dicho rol durante 3 años). Algo tan atípico que solamente sucede cuando se deben resolver cuestiones administrativas relacionadas con salarios. En esos casos, las excusaciones por cuestiones de decoro devienen en las firmas de los conjueces Para tener en cuenta: la última vez que el Gobierno los sometió al Senado fue en el invierno de 2005. Este retorno encierra grandes ambiciones, o al menos eso es lo que comenta Carlos Zannini.

El hándicap de estos conjueces encuentra su explicación en el interés de sectores del oficialismo en retomar un debate, cuya última aparición fue a comienzos de este año, y que tuvo como consecuencia una serie de cruces entre la Corte y la procuradora general, Alejandra Gils Carbó, quien buscaba imponer el gravamen a todo el ministerio público fiscal, lo cual desató fuertes rencillas internas.

Las ideas respecto del Impuesto a las Ganancias tienen diversas corrientes en la Corte. Carlos Fayt ha escrito largos textos defendiendo a ultranza la intangibilidad del salario de los funcionarios judiciales, mientras que Ricardo Lorenzetti se ha pronunciado a favor de que los jueces paguen el gravamen. La primera vez fue cuando el Senado debatió su pliego para ascender al máximo tribunal.

Para el Gobierno las complicaciones son más bien pragmáticas. Eludir actos irregulares (la intangibilidad del salario se encuentra en la Constitución) implicaría otorgar algún tipo de compensación para no afectar el salario. El problema pasa por la llamada Ley de Enganche que replica en forma automática en las provincias los haberes que se disponen desde el Gobierno federal.

En los esquemas de gastos de las gobernaciones, el Poder Judicial de sus localidades ocupa un porcentaje elevado. Al mismo tiempo, el impuesto es recaudado por la AFIP y recién debería volver a las administraciones provinciales por la coparticipación. Una ecuación que está lejos de ser benévola para con los gobernadores que tendrán un 2014 álgido en materia de gastos, especialmente tras los motines policiales.


La reaparición del debate le implicará al Gobierno arduas conversaciones con la Corte, cuyos ministros, por el momento, se muestran más inquietos por el futuro del Consejo de la Magistratura y sus avatares administrativos. La parálisis de los concursos y las necesidades financieras son issues que figuran a un nivel superior en la agenda del cuarto piso de la calle Talcahuano.

Al mismo tiempo, un debate de tal envergadura promete respuestas directas desde el fuero federal, donde se discuten los expedientes que implican al poder político. La experiencia de la fallida reforma judicial, que sufrió los estiletazos cautelares desde múltiples despachos, ofrece un antecedente ineludible.

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