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Conmoción en Brasil por la ejecución de una concejala de izquierda
El asesinato de Marielle Franco, una respetada activista por los derechos humanos, se da en el marco de crecientes dudas sobre la conveniencia y efectividad de la intervención militar de ese estado.

Un trauma social. El brutal asesinato de Marielle Franco (derecha) desató un enorme sentimiento popular de dolor en Río de Janeiro.
"¿Cuántos más tienen que morir para que esta guerra acabe?", había tuiteado Franco en la víspera después de la muerte de un joven, al parecer en un operativo policial.
Ese tuit hace pensar a los investigadores en un atentado cometido por bandas parapoliciales, que disputan violentamente con los narcotraficantes el control de las favelas de la ciudad, donde viven cerca de 1,5 millón de personas.
La política acababa de asumir la relatoría de una comisión de la Cámara de Concejales carioca para supervisar la intervención militar en el estado ordenada por el Gobierno de Michel Temer para combatir la criminalidad. Se trata de una medida sin precedentes desde el retorno de la democracia en 1985 y que había sido muy cuestionada por la propia dirigente.
Los críticos afirman que las Fuerzas Armadas, que han puesto bajo su autoridad a las fuerzas de seguridad estaduales -sospechadas de connivencia con las mafias narco-, no están preparadas para tareas de vigilancia urbana y que la militarización sólo empeorará las violaciones de los derechos humanos.
Un atentado de semejante magnitud lleva, justamente, a preguntarse sobre la efectividad de la intervención.
Hasta ahora, en las ocasiones anteriores en que las FF.AA. habían sido convocadas a trabajar en Río, sus tareas se habían limitado a dar apoyo a las fuerzas locales.
El asesinato causó conmoción, en medio de mensajes doloridos y aterrorizados de referentes culturales y sociales.
"Lamento profundamente este caso de extrema cobardía contra la concejala Marielle Franco, una mujer admirable, guerrera y activista, de liderazgo inequívoco, que tanto luchó contra las desigualdades y violencia de la que terminó siendo víctima", señaló el gobernador de Río de Janeiro, Luiz Fernando Pezão, en un comunicado.
El alcalde de la ciudad, Marcelo Crivella, decretó tres días de luto por Franco, que había sido la quinta concejala más votada de la ciudad en las elecciones de 2016.
Las elecciones locales de ese año estuvieron marcadas por unos veinte asesinatos de candidatos a alcaldes o concejales, aparentemente ligados a milicias parapoliciales y de bandas de narcotraficantes.
Su cuerpo es velado en la Cámara de Concejales de Río. En tanto, en las redes sociales se multiplicaban los llamamientos para organizar manifestaciones frente a la asamblea legislativa y en otros puntos de la ciudad. "¡Marcha contra el genocidio negro! SOMOS Marielle Franco", decía una de esas convocatorias, que en pocas horas había recogido unas 20.000 promesas de asistencia.
También se organizaban otras protestas en San Pablo y Belo Horizonte.
El Gobierno de Temer aseguró que impulsará las investigaciones sobre el asesinato. El ministro de Seguridad Pública, Raul Jungmann, habló ya con el interventor militar de Río, el general Walter Braga Netto, y ordenó la intervención de la Policía Federal en las pesquisas.
El Estado "debe garantizar una investigación inmediata y rigurosa", exigió Amnistía Internacional.
Río de Janeiro sufre una creciente ola de violencia desde el final de los megaeventos internacionales de los últimos años, el Mundial de Brasil 2014 y los Juegos Olímpicos de 2016. La tasa de homicidios el año pasado fue de 40 por 100.000 habitantes, el valor más alto desde 2009.
Agencias DPA, AFP y ANSA, |
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