15 de septiembre 2010 - 00:00

Cristina bendijo a la JP como trinchera de defensa ultra-K

Cristina y Néstor Kirchner, ayer al subir al escenario del Luna Park durante el acto de la JP. Quedó gente afuera que se ubicó sobre la calle Corrientes.
Cristina y Néstor Kirchner, ayer al subir al escenario del Luna Park durante el acto de la JP. Quedó gente afuera que se ubicó sobre la calle Corrientes.
 «Yo ya fui, hermano. Ustedes son el futuro». Cristina de Kirchner buscó simplificar con esa frase lo que su marido, Néstor Kirchner, sugiere desde hace tiempo en reserva: que la JP, que ayer se reunió en el Luna Park, es la última reserva ultra-K.

Esa bendición -nunca expresada en el septenio Kirchner e inédita en las últimas dos décadas- reveló, sin embargo, una confesión delatora o un error semántico: entre ella, que ya fue, y los jóvenes que son el futuro, hay un vacío brumoso e incierto.

En el tumulto -se habló de 14 mil personas- y con un clima de euforia, esas sutilezas quedaron enterradas bajo el gesto de respaldo a la JP, el pedido de «unidad» de todos los armados juveniles y la expectativa que generó el regreso de Kirchner, tras la angioplastia.

El patagónico, silencioso y casi inmóvil, siguió desde la mesa principal el discurso de su esposa -habló casi una hora- escoltado por los jefes de la JP Juan Cabandié y José Ottavis, y Mariano Recalde, Eduardo De Pedro y Andrés «Cuervo» Larroque, mesa chica de La Cámpora.

Ese staff -sólo Cabandié y Larroque hablaron- fue, en el show de anoche, sacralizado como conducción de la juventud K, a la que, por pedido de la Presidente, deberán sumarse las tribus piqueteras, la universitaria y la JP Sindical que comanda Facundo Moyano.

«Si nosotros nos hubiésemos sentado a hablar con la Juventud Sindical (en los 70), el país sería otro», revisitó su militancia universitaria, años de batalla entre la ortodoxia peronista, con base en los sindicatos, y la Tendencia, sostenida por la JP.

Aunque el episodio de salud del patagónico le aportó un atractivo adicional al acto, la presencia de los dos Kirchner le dio un volumen y una trascendencia que no se registró en otros encuentros K, ni siquiera en los más masivos shows de Hugo Moyano.

Simple: la juventud que ayer se juntó en el Luna Park, esencialmente militantes K, más allá de su dispersión en multitud de sellos y clanes, centraliza su veneración en el matrimonio Kirchner mientras la JPS celebra, ante todo, a Moyano.

El patagónico, un sospechador serial, duda de la lealtad de la corporación peronista, de Moyano y de los gobernadores, por lo que, como refugio, define a la JP -no sin omisiones y con algo de sectarismo- como el único espacio auténticamente kirchnerista.

Un dato más: Kirchner impulsará, en adelante, una síntesis en los formatos juveniles que tendrá como base a La Cámpora, agrupación que gestó su hijo Máximo y que tiene como ordenador a Larroque, funcionario de Aníbal Fernández en la Jefatura de Gabinete.

Versus

«Por Dios, cuánto hemos crecido; antes en los colegios se repartían zapatillas, ahora computadoras». El comentario remitió, inevitablemente, a una de las consignas iniciáticas del peronismo: alpargatas sí, libros no. Ayer, la Presidente la remixó.

No fue la única referencia al pasado. «Los veo a ustedes y veo la cara de miles que no están y nunca van a estar», dijo en uno de los tramos, a un paso de quebrarse. Otro instante similar fue cuando desde la tribuna gritaron: «Te quiero Néstor». «Yo también; no saben cuánto», dijo ella.

Al margen de las postales emotivas, Cristina se sumergió en la interpretación del universo electoral cuando se dirigió a «la clase media, universitaria» -»me voy a hablar a mí misma», se autorreferenció-, que cree que debe estar lejos de los «laburantes y los morochos».

Tuvo, en la misma línea, otro comentario sobre los gremios. «Muchos creen que los trabajadores son un problema. Yo digo que son parte de la solución». Fue un gesto, inequívoco, de respaldo al camionero Moyano en su pelea con el grupo Techint por Siderar.

Kirchner, visiblemente quieto, con movimientos y reacciones medidas, aplaudió algunos tramos del discurso y al final cantó la Marcha Peronista con que se cerró el acto, tras someterse a un besamanos de los funcionarios, dirigentes y militantes que se treparon al escenario donde resaltaban dos gigantografías de El Eternauta representando a la Presidente y al jefe del PJ.

Antes de la llegada de Cristina, en las pantallas se difundió un video con críticas a la oposición, a los medios y elogios a las medidas del Gobierno. Esas imágenes fueron, al igual que los discursos, seguidos desde la calle: dentro del Luna, según la organización, hubo 10 mil personas -lo que supone que se excedió el límite permitido- y algo más de 4 mil afuera.

Entre otros invitados estuvieron Oscar Parrilli, Amado Boudou y Débora Giorgi, así como Carlos Kunkel y representantes de Madres y Abuelas de Plaza de Mayo. También artistas y personajes del espectáculo que respaldan al Gobierno: Florencia Peña, Andrea del Boca, Esther Goris y el cantante del grupo El Otro Yo, Cristian Aldana.

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