1 de octubre 2015 - 00:00

Cumbre de jueces electorales: puja por subrogantes y controles

Alberto Dalla Vía, María Servini de Cubría y Julio Alak
Alberto Dalla Vía, María Servini de Cubría y Julio Alak
La de ayer fue la primera cumbre de jueces electorales desde que la organización de los comicios pasó de la cartera de Interior a la de Justicia.

Se acordaron detalles técnicos no menores, como que todos los telegramas se imprimirán en la Capital para que no existan diferentes formatos, los controles por implementar en cuanto a las autoridades de mesa (se reparó en que a las de la pasada elección todavía se les debe dinero por su participación) y diversos ajustes logísticos que fueron encargados a los enviados del Correo Argentino. El encuentro fue inaugurado por Julio Alak y tuvo asistencia casi perfecta por parte de los magistrados.

El momento más jugoso fue por la tarde, cuando los funcionarios del Gobierno se retiraron y quedaron sólo los jueces. Allí se realizó un repaso sobre las perspectivas y las inquietudes de cara a la presidencial de este mes.

Contra lo que podría creerse desde el exterior, los jueces expusieron un pronóstico optimista, y la tormenta tucumana parece no haber hecho mella. "Fue un problema de autoridades provinciales, no a nivel Justicia federal, que ya tuvo su prueba de fuego en las PASO y el resultado allí fue satisfactorio", concluyeron los magistrados en un guión muy similar al que en los días previos expresara, en diversas tertulias, la jueza María Servini de Cubría.

El verdadero fantasma de cara a la jornada electoral que viene es que el recuento arroje un resultado muy cerrado tanto a favor de una segunda vuelta como en contra. Si la diferencia entre los dos candidatos más votados no ofrece márgenes indiscutibles, analizaron los magistrados, puede ser problemático porque la oposición no tardará en volver a alzar la bandera del fraude y la falta de credibilidad en el sistema.

En ese sentido, existe un consenso general en que las medidas dispuestas por la Cámara Nacional Electoral, tras reuniones con los representantes de los partidos políticos, son positivas, aunque algunas encierren aristas que las vuelven inviables.

Tal como era de esperarse, la Ley de Subrogancias que el kirchnerismo votó en el Congreso asomó como una problemática. Un giro que ya se había previsto en el último encuentro que Ricardo Lorenzetti mantuvo con los presidentes de las cámaras de todo el país.

La norma establece que las subrogancias de jueces con competencia electoral deben ser resueltas por la Cámara Nacional Electoral. Sin embargo, en el cónclave de ayer se reparó en por lo menos tres instancias que se niegan a aceptar esa disposición: General Roca, Rosario y Comodoro Rivadavia. Allí los camaristas retienen la designación de suplentes con competencia electoral.

Estas subrogancias han generado disonancias porque los camaristas han girado quejas a la Magistratura porque algunos potenciales subrogantes que integran listados de conjueces tienen pertenencia partidaria. Desde el cuerpo colegiado la promesa fue revisar in extremis esas nóminas.

Circuló entre los jueces además el dato conocido ya desde el pasado lunes: que la Corte Suprema no emitirá fallos en materia electoral ni por el conflicto de Tucumán ni por los reclamos del radicalismo contra la ley de lemas en Santa Cruz. El clima político y la composición actual del máximo tribunal hacen inviable un escenario como el de 2013, que dejó sin re-reelección a Gerardo Zamora en Santiago del Estero a sólo dos días de l os comicios.

No faltó tampoco, casi como una anécdota, una suerte de retractación por parte del camarista Alberto Dalla Vía sobre sus dichos radiales de esta semana en los cuales habló de feudalismo y de ciertas incapacidades de las provincias para organizar elecciones. El juez explicó que en realidad sus palabras se interpretaron fuera de contexto y que él se refería a un estudio de Flacso que cuestiona los sistemas electorales de las provincias. Una suerte de disculpa solapada que tuvo eco según el interlocutor y se revistió por el discurso en defensa del republicanismo ya habitual en el camarista.

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