18 de mayo 2010 - 00:00

Cupones Bursátiles

Otro componente, importante para nutrir el ánimo de la gente, ha mutado casi totalmente al sobrevenir la recaída de la semana anterior. Y esto es observar que ahora, a diferencia de aquello, casi todas las opiniones y trazado de perspectivas sobre la situación se tornaron hacia el lado del pesimismo.

Desplazadas las fáciles salidas triunfalistas, destruida la que parecía la «gran carta» que se invocaba -en cuanto a un gran paquete de ayuda europea- lo que recibe el ciudadano de cada país del mundo es la realidad de gobernantes, funcionarios, analistas o economistas, que están en medio del gran desconcierto. Y esto nos retrotrae a cuando hablábamos -al estallar la crisis primera,

en los Estados Unidos- de la evidente carencia en el mundo actual, de personajes capaces de ser sólidos líderes de opinión, y con el magnetismo para que los creyentes los sigan, aun en las peores instancias. Una suerte de JP Morgan en el Norte cuando en

el siglo pasado salía al cruce de ruinas que parecían inevitables y -al tomar el mando- lograba colocar un tapón al derrame de histeria.

Ejemplo doméstico que podría recaer en Carlos Pellegrini, nominado como «piloto de tormentas» cuando encausó

la gran crisis nacional, de los desvíos de finales del siglo XIX. No lo hay... y en el mundo se ven gobernantes que cubren algún período de la historia, pero no son referentes

ineludibles de las sociedades. Y cuando cambia el poder de manos, se recluyen en el ostracismo. Quedando de la mayoría de ellos solamente la voluntad de «facturar» algún dinero dando conferencias para elites.

Así como el propio dinero posee el poder de lo «fiduciario», para mantener su valor, también en planes o soluciones priva en el común de la gente el simple estímulo de creer o no creer. Creyéndose mucho más en quienes encarnan la letra de las propuestas que en los grandes discursos y el resumen de medidas que se tomen.

Mirándose con enorme desconfianza unos con otros, midiéndose en cada partida de acciones conjuntas, no existe el personaje que lo resuma todo en una creíble voz de mando.

La síntesis que deja la situación que se atraviesa, y esto es lo peor que puede suceder si

se extiende, es caer en la cuenta de que la economía global navega a la deriva. Que nadie posee el don de ponerle el bozal a la crisis. Y que es historia de final sumamente incierto. Peligroso.

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