24 de junio 2013 - 00:00

Cupones bursátiles

La tendencia de 2013 ha dado un vuelco, cuyas proporciones se pueden constatar en una recorrida de las que hacemos periódicamente, en toda la grilla de competidores. Hoy ya puede decirse que son más los índices que pierden que aquellos que retienen ganancias en la Bolsa, por oposición a relevamientos no tan lejanos, donde solamente tres mercados estaban en negativo. Los extremos están cubiertos por la peor de las caídas -el Bovespa- que superaba el 21% hacia el fin de semana. Y como gran victorioso, a pesar de su propio derrape, el indicador japonés -Nikkei- que conservaba el 25%. El Dow Jones y el indicador de Suiza disputaban por ser los segundos mejores, entre el 12% y el 13% cada uno, mientras que el índice Merval -solamente reteniendo un 7,5% de la abundante utilidad que consiguió hasta abril- quedó como la última trinchera dentro de los recintos de la región. Tras el desastre del Bovespa se anotan: la caída anual del 14% en el Mexbol -mexicano- y la del 11% para el IPSA (chileno). En cuanto ciertos europeos, que están en la cornisa, tengan un par de ruedas negativas, el "ranking" estará siendo de un rojo intenso, con apenas un par de excepciones. Y eso que recién hace unos días el vocero de la Reserva Federal dispersó su mensaje, que actuó como un ácido corrosivo sobre los activos de riesgo. Sobre esto cabe apuntar que el movimiento a la baja de los indicadores no fue fulminante al unísono con lo anunciado. Primero existió un progresivo detenerse de las alzas, una demanda que se fue yendo hacia atrás (haciendo el menor ruido posible), como estando en autos, en la famosa "información privilegiada", sobre aquello que iría a definirse en la política monetaria de Estados Unidos. Corriente de salida sigilosa, que se fue maquillando porque todavía había muchos creyendo que las bajas: "Son una buena oportunidad de compra...". Legión de los que no advirtieron que la corriente había cambiado de dirección. De allí que no se vivieron ruedas de "pánico" desatado, pero al hacer el inventario sobre qué cantidad de utilidad se ha podido retener en medio ejercicio, se comprueba el gran perjuicio sobre las carteras accionarias. Tal como se ha dado vuelta el escenario, resulta lógico imaginar que la segunda parte del ejercicio traerá consigo más temores y más deserciones. A menos que el fantástico mundo del "dinero fácil" pueda compensarse con datos económicos sólidos.

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