Gabriela Gutiérrez fundó 2 empresas de base tecnológica, con subsidios Empretecno del Ministerio de Ciencia otorgados en 2012 y 2017. Planea vender US$120 mil este año y expandirse a Brasil y España.
Gabriela Gutiérrez es doctora en ciencias médicas e investigadora independiente del CONICET. Y también es empresaria: fundó y dirige Inmunogénesis,una empresa de base tecnológica (EBT), a lo que agrega otro flamante proyecto: Microgénesis
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¿Qué innovación crearon?
Yo me dedicaba a la inmunología de la reproducción como estudiante de doctorado. Estudiábamos el problema que debe resolver el sistema inmune para permitir la implantación del embrión en el útero materno y la formación de la placenta. Porque los desbalances en esta respuesta llevan a fallas reproductivas tales como infertilidad o abortos recurrentes. Si bien empecé y trabajé muchos años con modelos animales, al avanzar con la investigación sentí que debía ver si podíamos llevar lo investigado hacia la clínica. Y al tomar contacto con hematólogos que basaban su tratamiento en la heparina pero que a su vez estaban abiertos a entender más en profundidad lo que estaba sucediendo, empezamos a realizar un estudio clínico. La máxima que nos guió en todo esto es: "Sin diagnóstico no hay cura". Ocurre que en los problemas de fertilidad es tan grande el deseo por tener un bebé, que tanto pacientes como médicos olvidan esa enseñanza y sólo se concentra en lograr el embarazo. Y como la tecnología avanzó mucho, un gran porcentaje de casos tienen éxito. Pero hay un grupo de pacientes, con infertilidad inexplicada, que no lo logran. Nuestra innovación fue diseñar un test para el endometrio al que denominamos TiME (Test inmunológico del endometrio) que permite reflejar el impacto de desbalances del sistema inmune cuyo primer síntoma es la falla reproductiva.
¿Cómo accedieron al capital para fundar Inmunogénesis?
El proyecto surgió en 2012 gracias a un subsidio del Ministerio de Ciencia y Tecnología que se denomina Empretecno, una línea que apunta a la creación de EBT. Fuimos de los primeros en ganarlo y también en lograr constituir la EBT este año, una instancia que no es fácil de alcanzar, porque implica desarrollar una tecnología que permite constituir una empresa sustentable. En nuestro caso, además, el logro es aún más notable porque el desarrollo partía de cero. El subsidio inicial fue cercano a los US$500.000 y permitió la compra de equipos clave. Una vez en funcionamiento, parte de los ingresos de la EBT deben ser reinvertidos en investigación y desarrollo. El valor de cada test TiME es hoy unos US$ 800, y nuestra proyección en esta primera fase de lanzamiento de la empresa es llegar a unos US$120.000 de venta anual, es decir vender unos 150 test en el primer año. Con la aclaración de que parte de esos ingresos debe ir al Conicet.
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