21 de enero 2014 - 00:00

Diálogos en Wall Street

Diálogos en Wall Street
Wall Street se tomó feriado. Pero el mundo no descansa. Y revisamos con Gordon Gekko los dos extremos del arco de las naciones: el país que más creció y el que más se hundió desde que arrancó la crisis. Y la paradójica suerte de sus Bolsas.

Periodista: Grecia es la Bolsa que más trepó en lo que va del año. China, la que más cayó. Los números muestran que China ya no es lo que era, que su crecimiento amainó. ¿Grecia sí volvió por sus fueros?


Gordon Gekko: Hay que tomar los resultados bursátiles con un puñado de sal. La economía china se expandió el 7,7% en 2013. Grecia se contrajo. Lo que se paga en Atenas es una promesa de regresar al crecimiento este año. La apuesta es a que Grecia sea capaz de salir del pozo. Con modestia.

P.: Después de seis años terribles...

G.G.:
Después de su gran depresión.

P.: La historia de las catástrofes nos habla también de las recuperaciones de ave fénix. Y no son modestas sino muy vigorosas.

G.G.:
El presupuesto 2014 promete un aumento del 0,6% del producto bruto. Aunque no todos compran la idea. La OCDE, por caso, pronostica una retracción del 0,4%. Del escenario de ave fénix tenemos las cenizas, seguro, y todavía varios carbones encendidos. Pero no hay pájaro en mano ni mucho menos alguno volando.

P.: La Bolsa se está adelantando a los pronósticos del consenso...

G.G.:
Tiene ayudas externas. Se advierte el interés inversor en toda la región. Irlanda sí volvió por sus fueros. Y lo hizo cortando los hilos con los paquetes oficiales de asistencia. Probó su suerte así en los mercados y la respuesta fue muy positiva. Los países mediterráneos -España, Italia, Portugal- están captando fondos frescos del sector privado, en cantidad y a tasas cada vez más bajas.

P.: Grecia debiera ser la pieza que sigue a la hora de rearmar el tablero.

G.G.: La apuesta es comprensible. La realidad de Atenas, empero, es mucho más delicada. Sobre todo en el terreno político. La economía, si no tocó fondo ya, lo puede hacer pronto. El capital de riesgo extranjero picotea las oportunidades más obvias que se presentan. Pero no se olvide que la depresión barrió con el antiguo mapa de los partidos políticos. Y que han crecido alternativas radicalizadas. La alianza de la extrema izquierda -Syriza- supera la intención de voto del Gobierno de Antonis Samaras para las próximas elecciones europeas con una prédica indigesta para la región (que juntamente con el FMI es el que financia el rescate). La estabilidad económica está más amenazada por las tendencias del electorado que por la dinámica de la macroeconomía.

P.: ¿Y qué pasa en China? Las tasas chinas no son lo que eran, pero... ¿quién no daría por crecer al 7,7% en un mundo anémico? Empero, dejó de ser un favorito para los inversores. Y, peor aún, pasó a una virtual lista negra, la de los mercados más apaleados. ¿Cuál es la razón?

G.G.:
Así como con Grecia se exagera la nota, con China ocurre lo mismo, lógicamente, con el signo cambiado. Lo que no gusta es fácil de identificar. China está corrigiendo un exceso de crédito dentro de sus fronteras. Es una reforma de su sistema financiero con énfasis en dos terrenos críticos: el sistema en las sombras y la financiación fuera de presupuesto de los estados subnacionales.

P.: No suena como una tarea desaconsejable.

G.G.: No lo es. Pero no es agradable. Es una reforma penosa. Y da la impresión de que se trabaja a oscuras porque los brotes de iliquidez -y los consecuentes saltos de las tasas de interés- irrumpen, de buenas a primeras, sin avisar y causando alarma.

P.: Esto es lo que no les gusta a los mercados.

G.G.: Es una convivencia difícil. En promedio, o sea limando los picos transitorios, las tasas de interés registradas son más altas. Si la intención es moderar el crecimiento de la inversión en bienes raíces e infraestructura (áreas donde se acepta que ha habido excesos y mala asignación de recursos) las cifras del PBI indican que se comienzan a notar efectos.

P.: China es un faro que ilumina a los navegantes de otros mercados emergentes. ¿Qué cabe esperar de aquellos países que adquirieron vínculos comerciales crecientes con Pekín?

G.G.:
El ajuste chino está pensado para recaer en la inversión y no en el consumo. En ese sentido, en la coyuntura, les irá mejor a los que le vendan alimentos que minerales. Pero la debilidad de los emergentes va más allá de China. Hay un cambio de portafolio que fue más brusco el año pasado que éste, pero que aún así no desaparece del todo. Tiene más conexión con la Fed y el repunte de la actividad en EE.UU. que con China. La buena noticia es la descompresión de la tasa larga, pero habrá que ir paso a paso con el tapering hasta convencer a los inversores de que sobrestiman los riesgos de una salidad masiva de capitales.

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