17 de enero 2012 - 00:00

El impresionante arte de Vostell regresó al Moma

Una de las obras de la Serie Azul, de Wolf Vostell (1932-1998), artista que los argentinos conocieron gracias al CAYC.
Una de las obras de la Serie Azul, de Wolf Vostell (1932-1998), artista que los argentinos conocieron gracias al CAYC.
A raíz de la presentación del artista americano William Pope, en la sucursal del Moma (Museo de Arte Moderno de Nueva York), en Brooklyn, donde hace un estudio exhaustivo de los múltiples del grupo Fluxus realizados entre 1962 y 1978, se disparó la idea de realizar una gran retrospectiva de Wolf Vostell. Pope es un gran admirador del grupo Fluxus y especialmente de Vostell y viene realizando «performances» desde la década del 70.

En 1969, Wolf Vostell (Leverkusen, 1932-Berlín 1998) realizaba sus primeras «hormigonadas», concibió un automóvil empotrado en cemento (escultura-acción) frente a la Galería Art Intermedia. Ya desde comienzos de la década del sesenta sus acciones incluían múltiples experimentaciones. La violencia, el racismo, el consumo o las catástrofes fueron temas de sus obras en las que utilizó las técnicas del fotomontaje y el decollage. Al finalizar sus exposiciones con carteles y objetos sacados de su contexto, el público era invitado a rasgar o destrozar las obras con el fin de grabar los sonidos producidos.

Vostell se llamaba a sí mismo un «ingeniero de la vida», un concepto que lo vinculaba a sus acciones. Fue un artista experimental que no sólo presentó sus propuestas en museos y centros culturales, también en los espacios abiertos de pequeños pueblos o en las calles. En 1974, conoció el monumento natural Los Barruecos, en la localidad española de Malpartida, en Cáceres y lo proclamó «obra de arte de la naturaleza». Dos años más tarde fundó allí el singular Museo Vostell.

Pionero en las expresiones del video arte y la performance, en 1962 fue cofundador de Fluxus que surgió a partir de los conciertos y festivales organizados por George Maciunas en los años 1962 y 1963. Pero es difícil definir un período, dadas las características del movimiento que fue internacional. «Fluxus-arte-diversión debe ser simple, entretenido y sin pretensiones, tratar temas triviales, sin necesidad de técnicas especiales ni realizar innumerables ensayos, sin aspirar a tener ningún tipo de valor comercial o institucional», señaló su coordinador, Maciunas (1931-1978) de origen lituano pero radicado en Nueva York.

Fluxus no se dejó encasillar dentro de ningún concepto: ni pintura, ni escultura, teatro, cine o música, a pesar de haber nacido en el contexto de la vanguardia musical y que su existencia sería impensable sin John Cage, el gran motivador de la música en los Estados Unidos. Con Untitled Event (Evento sin título), Cage se propuso una original fusión de cinco artes: el teatro, la poesía, la pintura, la danza, y la música. Fluxus es la confluencia de todos estos medios, la primera forma de arte desde el dadaísmo que apuesta a la fusión de los géneros.

Este nihilismo, lleno de ironía y espíritu lúdico, no dejaba por ello de resaltar la originalidad creadora, por un lado, y la búsqueda de participación pública, del otro. Los artistas denunciaban el anquilosamiento y aislacionismo del arte de entonces, y promovían una vasta apertura de esas disciplinas, tendiendo puentes entre arte y vida, hasta soldar tal escisión, de modo de convertirse en mediadores de un proceso estético-social. Este anti-arte se opuso a la práctica del arte como profesión y a la separación del artista y el público.

«Purgar el mundo de la enfermedad académica, de cultura comercializada», es uno de los conceptos del Manifiesto de Maciunas en 1963. Es en esa avenida transitada por poetas, pintores, músicos, bailarines, escultores, cineastas, dramaturgos, novelistas y pensadores, donde también se suceden los mojones que fueron anticipando el advenimiento de las performances.

El arte de la performance es, ante todo, una reivindicación: la del cuerpo humano. La historia del arte fue la historia del cuerpo como hecho ajeno, aun en los autorretratos. Con los cubistas, a comienzos del siglo XX la imagen pictórica y escultórica del cuerpo empieza a ser desestabilizada, impugnada. La performance aparece para recobrar el cuerpo como hecho propio. Los historiadores rastrean sus antecedentes a partir de las serate (veladas) futuristas de 1910 y a través de una larga nómina que incluye a las vanguardias rusas, los dadaístas, los surrealistas, el Bauhaus, las experiencias de John Cage, el happening, las ambientaciones, la danza experimental, y el Teatro de la Pobreza de Grotowski.

Es un cuestionamiento de lo natural y, simultáneamente, una propuesta artística. Pone en crisis los dogmas del comportamiento, ya sea por su simple manifestación, o a través de la ironía o el patetismo. El espectador no se encuentra con estereotipos sino con auténticas creaciones imprevistas y espontáneas. Esta «falta de noticias», que caracteriza a la performance, la convierte en una creación única y también irrepetible.

El artista no «representa» sino «presenta»; no pretende ofrecer un símil de la realidad: es acto y presencia, es obra y vida. Wolf Vostell reconoció «Soy uno de los que creen que sin el Happening no hubiese existido Fluxus. Fue la variedad de su estética musical lo que nos acercó, su manera de interpretar, que iba de la música a la acción, de la vida, del pensamiento, a la música del comportamiento». En 1982, en una emisión de Pro Música Nova, por Radio Bremen, Vostell señalaba que Fluxus estaba en contra del límite de la libre expresión, contra la insuficiencia de los conceptos artísticos y contra la mediocridad de los coleccionistas. Pero no estaba por principio contra las instituciones culturales sino contra la estupidez de las ideas heredadas. «Recuerdo - concluye - que con mucha frecuencia a principios de los años 60 yo estaba en contra de los museos y ahora expongo en ellos. Esto demuestra que la apertura se ha conseguido».

Al año siguiente realizó en el CAYC (Centro de Arte y Comunicación) la performance El tango de hormigón, como homenaje a la resistencia de los argentinos frente a la dictadura. Esta gran muestra de Vostell no va a ser en el Moma PS1, sino que en el Museo de la Ciudad de Manhattan. Junto con el Museo de Malpartida en España, fundada por él y su esposa, el Moma es una de las mayores instituciones que albergan obras del alemán y el Grupo Fluxus. Por ejemplo, el Fluxuhit o la serie Thing/ Thought ( Cosa/Pensamiento). También hay una gran colección de fotografías que incluye a Yoko Ono, esposa de John Lennon, curada por Emily Schemowity, que forman parte del acervo de las obras de Fluxus.

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