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El pasto: una riqueza olvidada
Para el desarrollo de la ganadería argentina es fundamental tener en cuenta a este insumo estratégico y concretar el desarrollo de la cadena productiva.

A pesar de esto y de la "historia ganadera" de la Argentina, tras muchos años de "agriculturización" y avance de la cosecha anual de granos, que actualmente ronda los 33-35 millones de hectáreas -pero que podría ampliarse a 40 millones, para ascender luego, en una etapa posterior, a algo más de 60 millones de hectáreas-, el "pasto" siguió olvidado, aunque constituye una de las formas más baratas de convertir hidratos de carbono en proteínas (carnes y leche) mucho más caras.
Las actividades, sin embargo, no son antagónicas. Al contrario. De hecho, las técnicas agrícolas están permitiendo un avance muy importante en materia de forrajes, sobre todo para pastoreos diferidos a partir de la maquinaria desde la siembra hasta las enrolladoras, picadoras para silos, etc.
Por otro lado, también queda claro que un porcentaje variable de las hectáreas "agrícolas" requieren ser alternadas con pasturas para proteger la estructura del suelo que, sólo en algunas zonas excepcionales aguanta una agricultura de cosecha continua.
Pero además de todo esto, bastante conocido y que no siempre se pone en marcha sólo por problemas de rentabilidad de las actividades y no porque se desconozca, está el "campo natural" y su potencial productivo con buen manejo. Posibilidades que se amplían exponencialmente en la medida que se implantan pasturas, y más todavía si se mejora el manejo del mismo campo natural, generalmente subaprovechado, y se hacen intersiembras con labranza mínima y otras técnicas.
Si bien hay algunos trabajos puntuales de parte de algunos INTA, un análisis estratégico global sobre "el pasto" fue hecho recién en 2014 por el analista Fernando Canosa para la Fundación Producir Conservando (FPC).
Allí, entre otras cosas, no sólo se hace una primera evaluación global sobre la cantidad de campo natural para producción de proteínas animales con que cuenta la Argentina, sino que se va más lejos, al determinar al menos dos escenarios para los próximos años.
"Es posible a corto plazo (2020) trazarse un objetivo de 5 millones de toneladas de producción, 12.500 millones de dólares de exportación y en el mediano (2025), unos 8 millones de toneladas de producción, equivalente a una exportación de 27.500 millones de dólares (5,5 millones de t), afirma Canosa. Semejante avance productivo, naturalmente, conlleva la mejora de varios rubros y no sólo del pasto y la alimentación, tal como la sanidad, o el manejo del rodeo, entre otros.
Si bien en los sucesivos análisis se reconoce el "retroceso" de la cantidad de hectáreas ganaderas (de pasto) por la agricultura durante casi una década, y prácticamente en todas las zonas (hay que recordar que hasta 2012 se perdió casi un cuarto del stock vacuno nacional, unas 11-12 millones de cabezas), simultáneamente se destacan las extensiones pastoriles potenciales y subaprovechadas por distintas razones (achicamiento del rodeo, caída de rentabilidad, falta de definiciones políticas estables para las producciones de más largo plazo como la ganadería, ineficiencia productiva, falta de adopción de técnicas de manejo, etc.).
En ese sentido, Canosa destaca que "la producción de pasto y su uso merecen un esfuerzo adicional, pues como producción primaria de bajo costo para el uso pastoril debería ser mirada con mayor detenimiento por todos los involucrados en la cadena cárnica en el país. Su potencial desarrollo amerita un esfuerzo acorde de la cadena. ¿Por qué tenemos cadenas por cultivos agrícolas desarrolladas institucionalmente y no está la del pasto?", se pregunta el especialista.
También destaca que los escenarios de crecimiento presentados suponen el aprovechamiento eficiente de todas las alternativas: cría y recría pastoril con sistemas de terminación confinados, de corto alcance, con participación creciente del maíz.
Esto representa la interacción obvia con la agricultura, de la misma forma que en otras zonas donde hay acceso económico a la burlanda (subproducto de los biocombustibles) también se prevén desarrollos ganaderos muy competitivos.
El caso es que ambos sistemas (agrícola-pastoril) ya conviven y así se seguirá. El gran tema es la potenciación productiva a partir de aprovechar con eficiencia máxima ambos esquemas, lo que permitiría un crecimiento sostenido de la producción de proteínas por hectárea, a partir de un aumento de la carga animal global.
La gran pregunta es: si esto se lograra, en el caso de la carne vacuna, ¿el "techo" son los 8 millones de toneladas mencionados en el escenario 2, o ese volumen se puede superar más aún?
Lo que es indiscutible, a esta altura, es que en la respuesta va a tener muchísimo que ver el aprovechamiento que se haga de una de las riquezas más olvidadas, que es el pasto.
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