El título original de este pequeño cuento semierótico alude al "tiempo de la aventura". Pero, considerando los hechos que aquí se narran, está bien haberle puesto "El tiempo de los amantes", e incluso resultan aplicables "el tiempo del touch and go and touch again", "el tiempo del levante express en un velorio" y "el tiempo de darse el gusto un día en que todo está saliendo mal".
Quien se da el gusto es una actriz medio grandecita pero todavía atendible que está interpretando "La dama del mar" en Calais y se manda una escapada a París (poco menos que de Rosario a Capital) para grabar la prueba de un casting y volver cuanto antes. Pero una vez allí descubre que anda corta de fondos, el cajero automático la declara persona no grata, la hermana también, el celular está agotado, el peor es nada no está ni atiende las reiteradas llamadas desde teléfono público, en fin, lo único que falta es que llueva o se muera alguien.
Se murió alguien. Ni sabe quién era. Pero ella justo se choca con gente que sale de la iglesia con el cajón al hombro, y entre los circunstantes reconoce a un inglés cara de perro apaleado al que ya le había echado el ojo en el tren que la llevó a París esa mañana. El resto -miradas expresivas, tanteos previos, piernas inicialmente indecisas caminando hacia donde una señora no debería concurrir tan apresuradamente, y otras cosas que pasan, no lo vamos a contar. Solo digamos que es una película muy didáctica y gratificante para señoras y señoritas de estos tiempos, y que el libretista hizo un tiempo de goma, por la cantidad de cosas que le pasan a la protagonista antes de tomarse el tren de vuelta, si es que alcanza a tomarlo.
Emmanuelle Devos se llama la protagonista. Aquí la conocemos por "Lee mis labios", "La mujer de Gilles", "Reyes y reinas", "Cómplices", "Algún día comprenderás". La que ahora vemos la consagró como mejor actriz en el Cabourg Romantic Film Festival del año pasado, donde también, gracias a ella, se consagró la película. Autor, Jérome Bonnell. Inglés cara de perro apaleado, Gabriel Byrne. Lugares turísticos recorridos muy fugazmente, la Gare du Nord, la basílica Sainte Clotilde, algunas callecitas aledañas, un bistrot, el interior de un viejo hotel (bueno, esto último no tan fugazmente).
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