6 de diciembre 2017 - 23:29

“Estamos en zona amarilla por el nivel de la deuda pública”

• EL ECONOMISTA ARGENTINO CLAUDIO LOSER DIALOGÓ CON ESTE DIARIO SOBRE LA VISIÓN EXTERNA DEL PAÍS
Su vasta experiencia en los organismos financieros internacionales le permite advertir los riesgos que enfrenta Argentina. No sólo pone el acento en el déficit fiscal, sino en la inflación y en la tasa de interés.

Mea culpa. El economista argentino y exdirector del FMI reconoció que hubo inexperiencia y metidas de pata con las políticas de los años noventa.
Mea culpa. El economista argentino y exdirector del FMI reconoció que hubo inexperiencia y metidas de pata con las políticas de los años noventa.
Radicado en Washington desde hace décadas, ya jubilado del FMI, Claudio Loser se desempeña en una consultora cuyos integrantes son en su mayoría exfuncionarios del Fondo y del Banco Mundial e irónicamente se ubica en el emblemático edificio Watergate. Desde allí prestan asesoramiento a todos los continentes. Este economista, mendocino por adopción y que se autocalifica como un "Chicago boy", tuvo un raudo paso por Buenos Aires y tuvo la deferencia de conversar con este diario sobre la situación del país y cómo nos ven en el exterior.

A continuación, lo más relevante de la entrevista con Loser.

Periodista: En el exterior se percibe entusiasmo con el cambio en la Argentina, pero desde su perspectiva internacional, ¿es admiración o alivio, ve el furor que hubo en los 90?

Claudio Loser: No veo el furor de los 90 porque es una época distinta. Permítame un comentario al respecto: los 90 eran una época en la que el mundo en desarrollo era fundamentalmente América Latina; por ejemplo, China no existía; y además hubo una revolución intelectual al pasarse de la vieja escuela a la escuela de Thatcher, Regan y todos los reformadores latinoamericanos. Había un gran entusiasmo intelectual, sin experiencia, por eso desde el Consenso de Washington, todos metimos la pata. Hoy en día tenemos una visión muy buena de América Latina pero no como el gran protagonista, ese es Asia. Desde afuera se ve una América Latina estable -sin hablar de Venezuela ni Brasil-, que tiene potencial y muy buena gente. Respecto de Argentina, hay una visión de profundo alivio ya que un país relevante que ha salido de una situación de deterioro y esa es la sensación de alivio. Pero creo que hay una sensación de entusiasmo por que por 10 años Argentina estuvo aislada, no tuvo los problemas que tuvieron otros como Brasil y Chile, y además es un lugar muy bien visto en términos de capital humano a pesar de todos los problemas que podemos tener los argentinos. Entonces no es el milagro de los noventa o lo que creíamos era el milagro, pero se puede hacer mucho en Argentina. Sin embargo, hay un pie de página que dice: cuidado con la historia de Argentina, miren lo que pasó no en los últimos 10 años, sino cada 10 años para atrás, y vemos que el país entra en ciclo cada tanto. En los últimos 60 a 70 años tuvieron el peronismo, los militares, etc. y ahora en el exterior quieren ver si esto cambia. Sin información interna, yo pensaría que también es la opinión de los organismos internacionales y de los bancos.

P: ¿Se aprendieron las lecciones de las metidas de pata de los 90?

C.L.:
Como representante del Consenso de Washington puedo decir que tenía un montón de cosas excelentes, los objetivos estaban bien. Pero las dos cosas que no se tuvieron en cuenta fueron las medidas de protección social, y que habiendo un Consenso Latinoamericano existía una visión personalista de que "las cosas se van a hacer porque lo digo yo o porque yo soy el ministro". O sea, si tienen las ideas correctas se hace, pero no hubo una apropiación a nivel del país, es decir, no hubo una visión en conjunto. No es que había que tener una opinión generalizada, pero por lo menos debía haber un consenso interno, a lo que se sumó que no se construyeron las instituciones, no me refiero a organismos sino a los mecanismos, no se le dio importancia. El gran error del Consenso fue que los principios básicos eran independientes de la gente y estaban atados a ciertas "personas".

P.: ¿Para el mundo Argentina sigue teniendo esa ventaja de capital humano a pesar del deterioro que muestra la educación ?

C.L.:
La educación es un tema que sigo, sobre todo las pruebas PISA y otras. Argentina se quedó atrás. Mi impresión es que de alguna manera es dual, en el sentido de que se ha deteriorado en general pero hay una grieta, que también la veo en EE.UU., donde hay gente educada y otra menos preparada. Sin embargo, Argentina sigue produciendo gente de alta calidad, pero está esa grieta. La gente se da cuenta. Argentina vive de glorias pasadas, dos generaciones atrás de la actual es otro mundo, pero por suerte hay un colchón grande que permite que Argentina pueda modernizarse, pero no es generalizado, no es Finlandia.

P.: Siempre en Wall Street hay entusiasmo e interés de hacer negocios cada vez que cambia el Gobierno, pero ¿creen que esta vez es diferente ?

C.L.:
Hay mucho interés, pero no a cualquier precio. Estamos hablando de que hay una élite política o una tecnocracia política seria que puede tener fallas, pero que está bien. Pero la cautela está dada por dos cosas -y no es idea sólo mía-, una es la fuerza política del Gobierno, que con las últimas elecciones ha cambiado la percepción; y la segunda es que los argentinos nos creemos que podemos manejar las cosas en forma diferente del resto del mundo -somos indisciplinados- y es una cosa que en el mundo no se acepta. Tienen una buena opinión y visión de los argentinos, pero nosotros decimos acá podemos hacerlo de cierta manera y ese es un problema que incluso tiene este Gobierno.

P.: ¿Cuáles son los principales riesgos que enfrenta Argentina, más allá de la suba de la tasa de interés en EE.UU.?

C.L.:
La tasa de interés no es un problema porque no es la situación de hace 30 años donde había inflación y le metieron con todo. Hoy estamos hablando de 0,5% en EE.UU. y que en la UE pueda no moverse como en China y Japón. Hay una exageración aunque para algunos pasar de 0% a 1% les cambian las tasas reales. La gente ha perdido la visión de lo que es realmente un movimiento fuerte de las tasas y piensan que es el fin del mundo, igual que cuando creyeron que los bancos centrales iban a comprar activos y dijeron que venía la hiperinflación y ¡no pasó nada! Falta experiencia de haber convivido con esto.

P: ¿Entonces cuáles son los riesgos para el país?

C.L.:
En el contexto internacional primero que caigan los precios de las commodities; segundo, Brasil que es el cliente principal y si entra en una situación política caótica y no se mueve económicamente, a la Argentina le va a pegar; y en tercer lugar, podría haber una debacle financiera -pero no hay muchas chances- lo que sí es un riesgo interno es el sobreendeudamiento. Otro riesgo en cuanto a las materias primas es el comportamiento de China porque está cambiando su realidad, está creciendo, pero menos, y la naturaleza de la inversión está cambiando (están sobreinvertidos). La gente tiene que alimentarse, pero van a comer más carne que soja; además, no está creciendo la población y la demanda de alimentos no será tan importante. Creo que es menos de lo que se dice y esto hace que las expectativas de una China que demande de todo ya pasó. EE.UU. no es relevante para la Argentina salvo en lo financiero, lo interesante es que con un EE.UU. más proteccionista va a haber más interés en mirar a la región especialmente de parte de México, y eso no se tiene en cuenta.

P.: ¿Y los riesgos internos?

C.L.:
El nivel del déficit fiscal, el retraso del tipo de cambio, la tasa de interés y la inflación alta.

P.: ¿Cómo evalúa la política monetaria?

C.L.:
Mi visión es que la política monetaria es reactiva. Activa en el sentido de mantener una alta tasa de interés para controlar la inflación, lo que le cuesta. El BCRA no pudo bajar más la tasa de inflación porque sería recesivo. Pero la tasa es culpa de un elevado déficit fiscal y de una percepción de riesgosa aún grande. El riesgo es que vayan demasiado despacio en la reducción del déficit fiscal. Sobre el impacto social hay que diferenciarlo del tema de los salarios del sector público, lo que pasa es que como los empleados públicos son gente preparada, activistas y de clase media y tienen una fuerza muy grande, entonces ellos toman la iniciativa y ponen presión. Argentina puede perfectamente acomodar, como lo hizo en el pasado y como lo han hecho otros países (Chile, México, Brasil) proteger en forma inteligente a los sectores pobres de la sociedad, esto es esencial, se puede acomodar dentro del Presupuesto, pero hay que tocar vacas sagradas (fuerzas sindicales, eficientizar gastos nacionales y provinciales).

P.: ¿A riesgo del rótulo del ajuste?

C.L.:
El ajuste va a venir igual. Si analizo el discurso y los desarrollos de los años K, se beneficiaron profunda y totalmente del boom de los commodities y cuando se desinfló se paró todo. Y a este Gobierno aunque la gente no entienda demasiado lo que pasa, si el país se endeuda demasiado, tendrá problemas. Hay que usar la deuda en forma productiva. El Gobierno argentino usó muy eficazmente el endeudamiento externo en 2016 y en 2017, pero eso no es permanente. La gente sabe que hay límites. Ellos lo saben, pero mientras tanto se la van ingeniando.

P.: La herencia buena K fue el bajo nivel de endeudamiento, pero estamos ya en niveles críticos en torno al 40% del PBI?

C.L.:
Digamos 40% es relativamente bajo, no es crítico, pero ya tener entre 50% a 60% para un país como Argentina es un problema. Falta poco para ese nivel, es acá nomás, es un año más, hay un problema. En los análisis estándar vemos una situación donde Argentina aún no se recuperó del todo y con un 50% del PBI de deuda pública, tenemos un problema. Por ejemplo Brasil tiene 60%, es la más alta, y tiene un problema; en cambio Chile tiene 15%. Entonces en la Argentina estamos entrando en una área amarilla.

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