14 de septiembre 2011 - 00:00

Hamilton fue fundador del “pop”, término que no amaba

Richard Hamilton fue quien ideó la tapa del «Álbum blanco» de Los Beatles. Su obra pionera «Just What Is It That Makes Today’s Homes So Different, So Appealing?
Richard Hamilton fue quien ideó la tapa del «Álbum blanco» de Los Beatles. Su obra pionera «Just What Is It That Makes Today’s Homes So Different, So Appealing?
 Londres - «Si Inglaterra hubiera tenido el mismo aparato de marketing que tuvo Estados Unidos para sus artistas de los 60, Richard Hamilton hoy sería tanto o más famoso en el mundo que Andy Warhol». El crítico Jerzy Martínez se refirió de esta forma una vez al caso de Hamilton, llamado el «padre del Pop Art» británico, muerto ayer a los 89 años. A él, sin embargo, no le gustaba esa expresión: «Aunque me interesé por el fenómeno pop, nunca me sentí asociado a ese término, que utilizaba para describir a Elvis Presley y la imaginería vulgar estadounidense de cucuruchos de helados y hamburguesas», dijo en una ocasión a la cadena BBC.

Nacido en Londres en febrero de 1922, Hamilton se dio a conocer en los años 50 con sus collages, entre los destaca especialmente «Just What Is It That Makes Todays Homes So Different, So Appealing?» (1956), ampliamente considerado el manifiesto del pop art británico. También creó esculturas y pinturas, como la famosa «Swinging London» (1968/69), en la que representaba al líder del grupo Rolling Stones, Mick Jagger, ocultando su cara en el interior de un coche de policía tras una redada antidrogas.

En esa misma época diseñó la sencilla carátula blanca del «White Album» (1968) de los Beatles, la única en la que no aparecen representados los músicos de Liverpool. Hamilton se nutrió a lo largo de su carrera de elementos sacados de la cultura de masas, aunque también destacó por sus obras más críticas y políticas, como «Shock and Awe» (2007/08), en la que representó al ex primer ministro británico Tony Blair, fiel aliado del ex presidente estadounidense George W. Bush, con camisa de vaquero, cartucheras y pistolas. También produjo obras dedicadas al conflicto norirlandés, y otra en la que en un televisor aparece Margaret Thatcher.

Antes de influir en los creadores estadounidenses, su mensaje de utilizar en el arte imágenes de la cultura consumista de masas llegó a otros artistas británicos de la época como David Hockney y, ahora, a otros más controvertidos y cotizados como Damien Hirst. El «pop art» era, según lo definió Hamilton, «popular, efímero, fungible, de bajo costo, producido en masa, ingenioso, sexy, joven, efectista, glamouroso y un gran negocio».

Su obra ha sido objeto de importantes retrospectivas en algunos de los museos más famosos del mundo, como las celebradas en 1970 y 1992 en la Tate Gallery de Londres, cuyo director, Nicolas Serota, rindió ayer homenaje a uno de los «artistas más influyentes y distintivos de la posguerra».

«Muy admirado por sus pares, incluidos (Andy) Warhol y (Joseph) Beuys, Hamilton produjo una serie de cuadros, dibujos exquisitos que abordan los temas del glamour, el consumo, las mercancías y la cultura popular», declaró Serota. «Sin embargo su fascinación por la sociedad de consumo fue muy crítica, una posición moral que también era evidente en su desconfianza hacia la derecha política», agregó el director de las galerías Tate del Reino Unido, para quien Hamilton murió «como hubiese querido, trabajando».

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