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Hamilton fue fundador del “pop”, término que no amaba
Nacido en Londres en febrero de 1922, Hamilton se dio a conocer en los años 50 con sus collages, entre los destaca especialmente «Just What Is It That Makes Todays Homes So Different, So Appealing?» (1956), ampliamente considerado el manifiesto del pop art británico. También creó esculturas y pinturas, como la famosa «Swinging London» (1968/69), en la que representaba al líder del grupo Rolling Stones, Mick Jagger, ocultando su cara en el interior de un coche de policía tras una redada antidrogas.
En esa misma época diseñó la sencilla carátula blanca del «White Album» (1968) de los Beatles, la única en la que no aparecen representados los músicos de Liverpool. Hamilton se nutrió a lo largo de su carrera de elementos sacados de la cultura de masas, aunque también destacó por sus obras más críticas y políticas, como «Shock and Awe» (2007/08), en la que representó al ex primer ministro británico Tony Blair, fiel aliado del ex presidente estadounidense George W. Bush, con camisa de vaquero, cartucheras y pistolas. También produjo obras dedicadas al conflicto norirlandés, y otra en la que en un televisor aparece Margaret Thatcher.
Antes de influir en los creadores estadounidenses, su mensaje de utilizar en el arte imágenes de la cultura consumista de masas llegó a otros artistas británicos de la época como David Hockney y, ahora, a otros más controvertidos y cotizados como Damien Hirst. El «pop art» era, según lo definió Hamilton, «popular, efímero, fungible, de bajo costo, producido en masa, ingenioso, sexy, joven, efectista, glamouroso y un gran negocio».
Su obra ha sido objeto de importantes retrospectivas en algunos de los museos más famosos del mundo, como las celebradas en 1970 y 1992 en la Tate Gallery de Londres, cuyo director, Nicolas Serota, rindió ayer homenaje a uno de los «artistas más influyentes y distintivos de la posguerra».
«Muy admirado por sus pares, incluidos (Andy) Warhol y (Joseph) Beuys, Hamilton produjo una serie de cuadros, dibujos exquisitos que abordan los temas del glamour, el consumo, las mercancías y la cultura popular», declaró Serota. «Sin embargo su fascinación por la sociedad de consumo fue muy crítica, una posición moral que también era evidente en su desconfianza hacia la derecha política», agregó el director de las galerías Tate del Reino Unido, para quien Hamilton murió «como hubiese querido, trabajando».
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