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“Hoy se cruzan las industrias del libro y el entretenimiento”
Cuando estuvo en Buenos Aires participando del FILBA, Barrera Tyszka evitó comentar esa novela, dar su nombre, y que la había presentado a un concurso, sólo ofreció algunos interesantes datos al final de la entrevista y dijo que esperaba que se publicara este año. En 2006, Barrera Tyszka había ganado el prestigioso Premio Herralde con su novela "La enfermedad".
Licenciado en Letras, periodista columnista, cuentista, novelista, poeta, ensayista, y un destacado guionista que ha escrito exitosas telenovelas para televisoras de Venezuela, México, Colombia y la Argentina, que actualmente, entre otras tareas, es "script doctor" de series televisivas, Barrera Tyszka ha publicado, entre otros libros, las novelas "También el corazón es un descuido", "Rating", tres libros de cuentos y cuatro de poemas y la biografía "Hugo Chávez sin uniforme: una historia personal". En su breve visita a Buenos Aires dialogamos con él.
Periodista: No le sorprende, a usted que ha escrito telenovelas y descripto críticamente las características de los culebrones en "Escritura y cursilería. Cómo morir de amor en Latinoamérica", que esos rasgos hoy se los encuentra en novelas que se convierten en best sellers para felicidad de las editoriales.
Alberto Barrera Tyszka: Pareciera que la industria editorial en algunos casos se frivoliza o que simplemente está buscando sobrevivir en estos nuevos tiempos. Ahora los editores buscan a los youtubers, esa especie de estrellas juveniles de Internet, líderes de YouTube, y dejan de lado la literatura que podemos calificar de literaria. La experiencia literaria hay quienes hoy la encuentran en series de televisión como "Breaking bad" o "House of cards". Consideran que hay más literatura en esos guiones que en lo que, en más de una ocasión, ofrece cierto sector de la industria del libro. Pero también es cierto que en la televisión hay cantidad de series que son pésimas. Junto a "Breaking bad" hay una notable cantidad de bodrios. A las comedias estadounidenses, las veo y no me río de nada. Puede que sea una cosa cultural. A la vez hay telenovelas, sobre todo argentinas y brasileñas, muy audaces, interesantes, arriesgadas. Hoy hay cosas que se cruzan entre la industria del libro y la del entretenimiento. Eso tiene que ver con los cambios tecnológicos, que no sabemos aún muy bien hacia dónde va. Es el proceso que estamos viviendo.
P.: ¿Eso en qué medida está cambiando a quienes producen ficciones?
A.B.T.: Sobre todo ha habido un cambio en las características de la producción, en lo que ahora se puede hacer y antes no. La "revolución tecnológica" ha democratizado mucho. Hoy un grupo de muchachos puede tomar una camarita, salir a la calle, inventar una historia y ser más competitivos que un canal, que tiene un sindicato, una cantidad de acuerdos. Y es posible que hagan un producto más noble, más interesante y mucho más barato. Antes no podían competir, ahora cuelgan su producto en YouTube, y de pronto una cadena gringa lo ve y le interesa, y en vez de llamar a un canal, llama a los muchachos. Esto es un poco a favor de todos. Lo bueno sería que esto que amplía los campos funcione a favor de la audiencia, del espectador, de los lectores. Es un cambio notable. Antes se salía a la caza del autor con futuro. Hoy cuando una pequeña editorial tiene autores interesantes, una gran editorial ya no trata de comprarse esos autores, se compra la pequeña editorial y la convierte en uno de sus sellos. Es que las grandes editoriales para mantener su estructura necesitan muchos libros de autoayuda, muchos best sellers, y la literatura termina siendo un peso. En un momento representaba el prestigio, hoy hay que ver si interesa el prestigio a la hora de sacar los números. Y cuando alguien les interesa les sobra el poder para conseguirlo.
P.: ¿Las nuevas tecnologías han cambiado la forma de narrar?
A.B.T.: Creo que eso tiene que ver con la generación a la que se pertenece. La nueva generación está más ligada a la series, a los videojuegos. Yo nunca tuve un videojuego porque no me tocó. Mi padre compró un televisor para ver la llegada del hombre a la luna, fue la primera vez que vi tele. Antes lo que hacía era leer libros. Un niño de hoy que tiene televisión, videojuegos, computadora, no puede imaginarse que se pudiera ser feliz con un libro. Quien escribe a partir de ahí escribe distinto. Tiende a ofrecer un relato claro, simple, directo, sin adjetivos. Hay una literatura que es distinta, menos descriptiva, muy fragmentada, muy ligada al relato visual, y con recursos del folletín. Bueno, hay de todo. Hay autores que siguen haciendo su apuesta al lenguaje.
P.: ¿Quién se destaca hoy en la literatura latinoamericana?
A.B.T.: ¿Qué es la literatura latinoamericana hoy? Se están produciendo novelas por todas partes. Es muy difícil decir qué escritor latinoamericano vale, nos representa. ¿Ese que vive en España? ¿En Estados Unidos? ¿Aquí? Y ¿qué es la literatura latinoamericana? Antes era más fácil decir aquí está. En tiempos del Boom, cada país tenía su representante y te podías permitir una definición de América Latina a través de su literatura, ahora no. Es más complicado. Antes se tenía una etiqueta. Atraía cierto exotismo, el realismo mágico, hoy no sé si habría alguien interesado en comprar eso. Hoy lo que podría llegar a convertirse en etiqueta podría ser la narconovela ¿Hay una narrativa del narco como antes había una narrativa de los dictadores? La narrativa del narco pasa por Perú, Colombia, Venezuela, México, y ha producido cosas muy interesantes. Pero eso no define toda América Latina. Es un punto que acaso al mercado le interese. El policial latinoamericano es distinta del de los suecos o los estadounidenses, y a la vez diferente en nuestros distintos países. Pero en todos, la impunidad es el tema central.
P.: Junto a sus guiones de telenovelas y de la contracara de su novela "Rating", su prestigio literario creció con "La enfermedad", que ganó el Premio Herralde de novela 2006.
A.B.T.: Es una novela ensimismada, íntima. Parecía que la novela latinoamericana, no la del Cono Sur sino la del Caribe, estaba condenada a ser literatura como política o llena de mulatas exóticas, de realismo mágico, de boxeadores o de boleristas. Parecía que estuviéramos negados a la intimidad. En "La enfermedad" cuento de un enfermo imaginario que quiere convencer a su médico de que está enfermo. Es el cruce entre el hipocondríaco que siente todos los síntomas aunque no son verdad, y puede hablar de ellos, y el médico, el que tiene la verdad, el diagnóstico clínico, no es capaz de decirle a su padre que se está muriendo de cáncer. Tiene que ver con la incapacidad de convivir con la experiencia de la enfermedad, y cómo en Occidente hemos sustituido ese miedo por la negación o por la culpa.
P.: ¿Qué está escribiendo ahora?
A.B.T.: Espero que salga pronto una novela que tiene que ver con Venezuela y con su historia más reciente. Hubo un sacudón que provocó en la sociedad la enfermedad y muerte de Hugo Chávez. Alguien logra una impronta, organiza la sociedad a su alrededor y de pronto surge lo inesperado, la injusticia de la naturaleza, la enfermedad terminal. Los enfrentamientos, las angustias, lo que se vivía se debía contar desde la gente común. Creo que ahora muchos escritores venezolanos vamos a empezar a tratar de establecer relaciones con nuestra realidad a ver si se puede contar o no. Y tengo otra en la cabeza, pero tampoco quiero decir demasiado. Tardo mucho pensándolas.
Entrevista de Máximo Soto
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