20 de enero 2014 - 00:00

Iaies y Fumero: al tango con osadía

Excelentes músicos de jazz, Adrián Iaies y Horacio Fumero “deconstruyen” tangos conocidos.
Excelentes músicos de jazz, Adrián Iaies y Horacio Fumero “deconstruyen” tangos conocidos.
Presentación de "Conversaciones desde el arrabal amargo". Actuación de Adrián Iaies (piano) y Horacio Fumero (contrabajo). (Café Vinilo, 18 de enero; repite 25/1 y 4/2).

Cada uno de los integrantes de este dúo tiene sus proyectos, que no son pocos. El pianista Adrián Iaies toca permanente en nuestro país y en el exterior, atiende a sus alumnos y es el curador del festival de jazz de la ciudad. Horacio Fumero vive desde hace varias décadas en Europa, y hace 30 años específicamente en Barcelona, donde llegó oportunamente para ser el contrabajista del gran Tete Montoliú. Tiene una carrera muy prestigiosa, toca con grandes músicos y en todas partes, y es un importante docente en la escuela de música de la universidad. Iaies y Fumero son amigos y no pierden oportunidad, además, de tocar juntos cada vez que pueden; y el resultado más contundente de esta sociedad artística se plasmó en 2012 en un álbum doble -un CD en estudio y otro en vivo- que titularon "Conversaciones desde el arrabal amargo".

En aquellos discos, como ahora en estos conciertos que vuelven a reunirlos en Buenos Aires, el eje es el tango y el vals criollo. Temas muy conocidos, como "Nada", "Romance de barrio, "Vida mía", "Nunca tuvo novio", "Fuimos", "Silbando", etc. pasan por su repertorio y se adaptan al lenguaje y a las búsquedas de dos intérpretes que tienen al jazz como su música de cabecera.

Pero el tratamiento elegido no es el del "standard"; o sea, no es que parten de estas piezas rioplatenses e improvisan sobre ellas a la manera del jazz clásico. Lo que hacen, y quizá esté allí lo más interesante, es deconstruirlas, separar sus partes, desordenarlas. Así, obligan al oyente a duplicar el esfuerzo de atención para rearmar las melodías y hasta para recordar letras que están fuertemente metidas en la memoria de todos los que nacimos por aquí. Buena parte de lo que tocan parece estar previamente escrito, o cuanto menos bien acordado. Hay, sin embargo, y como no podía ser de otra manera en dos músicos de raíz jazzística, mucha improvisación. Pero, otra vez, no es el bebop el modelo elegido ni es clásico el modo de tomarse las libertades repentistas a partir de piezas tan conocidas.

El concierto que vimos -el primero de una serie de tres-, tuvo una escapada folklórica con "Las golondrinas" de Eduardo Falú, incluida en el reciente disco "Vuelos" de Horacio Fumero en trío.

Y aunque todo mantuvo un nivel muy alto, por el atrevimiento mostrado, por el placer de tocar juntos que queda muy manifiesto, por la originalidad de los arreglos y las improvisaciones, nos quedamos con sus versiones de "Pedacito de cielo" (con un largo solo de piano inicial), "Boedo" y, sobre todo, "Gricel", el muy inspirado tango de Mariano Mores.

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