José Siaba Serrate
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La interna de la Fed prefiere la prudencia a la datadependencia y Wall Street toma más riesgos
Economista
¿Hacia dónde dirigir la política monetaria? Tras diez aumentos consecutivos de tasas de interés, 500 puntos base cuesta arriba, la decisión se discute como nunca desde que la procesión se inició en marzo 2022. La inflación baja pero chapotea muy lejos todavía del redil de 2%. “Es preocupante”, dijo Loretta Mester, titular de la Fed de Cleveland. El empleo es una roca. Se esperaban 190 mil nuevos puestos netos de trabajo en mayo, surgieron 339 mil. Aun si hay atenuantes para descartar un recalentamiento -merman las horas trabajadas, se moderan los aumentos salariales y la tasa de desocupación trepó tres décimas (a un escueto 3,7%)- cómo desechar otro reajuste de tasas la semana próxima. Más ahora que se cerró la disputa por el techo de la deuda pública, sin trauma y hasta enero de 2025. ¿Qué hará el banco central, en su reunión del 13 y 14? Podrá echarle un vistazo a la inflación de mayo, pero, ¿qué más quiere mirar? “La inflación va a ser más terca que lo que mucha gente desearía”, anticipó Thomas Barkin, de la Fed de Richmond. Sin embargo, no hay consenso. Y bien que lo hubo para audacias como las cuatro subas consecutivas de 75 puntos base resueltas el año pasado. La decisión decantará forzada como pocas veces. El proceso de alza de tasas no se dará por terminado y en eso no hay porfía. El mapa que ubicó como estación terminal a la tasa actual de 5,25% añadirá una o dos escalas adicionales. La inflación tenaz obliga a no cejar en la brega. Y a dejarlo asentado.
Lo que se discute, ardorosamente, es la cadencia. Empezando por el destino de la tasa en esta reunión puntual. “No veo razones para demorar la suba”, dijo Mester. Y los mercados de futuros tampoco, después de conocer la inflación PCE de abril y escuchar a una bandada de halcones (Bullard, Logan, Barkin, Bowman, Waller y Kashkari amén de la propia Mester). Se instaló así un escenario de aumento de 25 puntos base a 5,50%. Pero duró muy poco. Lo desplazó la vehemencia del gobernador Philip Jefferson. “Saltear la reunión de junio permitirá analizar más información antes de tomar una decisión”, apuntó quien asumirá la vicepresidencia en lugar de Gail Brainard. “Tasas más altas pueden exacerbar el estrés bancario”, dijo. “Los efectos crediticios no están claros aun”. El propio Jay Powell había estrenado el argumento antes que graznaran los halcones. Y al unísono Patrick Harker, de la Fed de Filadelfia, machacó la misma recomendación. “La Fed no tiene por qué subir las tasas en todas las reuniones. Pienso que por lo menos podría no hacerlo este mes”. Si quedaban dudas, Nick Timiraos, un presunto confidente de la institución, lo ratificó en el Wall Street Journal. Chicago, después de Jefferson, mudó el marcador de los futuros: lo más probable ahora es que la subida se retrase a julio. Y la visión no cambió con los 339 mil empleos conocidos el viernes. No es que la Fed no sea, como repite, data dependiente. Solo que depende más de la prudencia. Le irrita que la inflación no baje y no lo haga más rápido. Pero no tiene apuro por romper nada. El bando de la paciencia, cuyo portavoz más estable es Raphael Bostic (Fed de Atlanta), ganó predicamento, con las tasas de interés que, por fin, son más altas que la inflación. Sobre todo, después de la crisis de los bancos regionales, que se presentó sin avisar cuando los halcones empujaban por escalar medio punto. Entiéndase, la Fed ya no corre a la inflación de atrás y no necesita tomar las curvas cerradas a toda velocidad para descontar distancias. Hoy se discute aleteando sobre la pista del aterrizaje, en plena línea recta y con cierta visibilidad. No hay consenso en cuánto incrementar la agresividad -nadie sabe cuánta potencia trae la inercia rezagada de las tasas o si habrá un credit crunch- pero donde manda capitán no manda marinero. El abogado Powell definirá.
Wall Street tomó nota de las atenciones. El Nasdaq se encaramó por sexta semana consecutiva:+ 2%. Acumula 26% en el año (el Nasdaq 100: 33%). La inteligencia artificial es un fervor que se infla con desmesura. Y si Washington no arruina la deuda pública y la Fed pisa con cuidado, mejor. Pero los principales beneficiarios son las acciones del montón. Lo que más trepó en la semana fueron las empresas pequeñas. El Russell 2000 creció 3,6% (y apenas 4% en el año). Su suerte está atada al aterrizaje suave. Que resuciten será un voto de confianza a un bull market de verdad y no artificial. Esta incipiente rotación vale cual una primera golondrina.
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