2 de junio 2015 - 00:00

Las voces femeninas redimen esta “Carmen”

Una “Carmen” politemporal que hasta proyecta “hashtags”  (aunque nada dice contra las corridas de toros ni el tabaquismo, pese a la profesión de la protagonista).
Una “Carmen” politemporal que hasta proyecta “hashtags” (aunque nada dice contra las corridas de toros ni el tabaquismo, pese a la profesión de la protagonista).
"Carmen", ópera en cuatro actos. Música: G. Bizet. Libreto: H. Meilhac y L. Halévy. Coro de Niños del Teatro Argentino (Dir. M. Dagorret). Coro Estable del Teatro Argentino (Dir. H. Sánchez Arteaga). Orquesta Estable del Teatro Argentino. Puesta en escena: V. Ambrosio. Dirección musical: T. Gagliardo Varas (Teatro Argentino, 31 de mayo). 

Con "Carmen" de Bizet en su formato original de opéra-comique y puesta de la directora del Argentino, Valeria Ambrosio, el teatro platense sumó un éxito de público a su temporada, aunque los resultados artísticos hayan distado de ser plenamente satisfactorios. Más que intemporal, la propuesta de Ambrosio es politemporal. Su rasgo principal es una superposición y no una fusión- de elementos de distintas procedencias, estéticas y propósitos; el problema es que esta combinación no llega a cuajar ni parece responder a una idea clara y definida (una muestra de esto es el vestuario, configurado según un criterio al menos curioso). Y, al igual que en el anterior trabajo operístico de la directora, "Tosca", nada de innovador ni sustancial aparece tras esta cosmética.

Las marcaciones individuales están casi siempre signadas por el trazo grueso y el manejo de masas es endeble. El cuarto acto está visualmente presidido por la misma (poética) imagen de una mujer desnuda y con banderillas clavadas en su cuerpo que el Teatro retiró de su fan page de Facebook por considerar que hería la sensibilidad de algunos lectores; al mismo tiempo, el hashtag #NiUnaMenos, proyectado sobre la pantalla de sobretitulado en el momento de los saludos finales, suma la producción a la campaña contra el femicidio instalada en los medios y las redes sociales.

Alejandro Ibarra aporta una coreografía que tiene sus mejores momentos en los interludios orquestales, en que los "alter ego" de Carmen, Don José y Escamillo resumen en conflicto del acto que le seguirá. Se destacan un excelente y funcional trabajo escenográfico de René Diviú y una bella iluminación de Willy Landin. Una dirección musical sólida y detallada de Tulio Gagliardo Varas (al frente de una Orquesta Estable en óptimo nivel) y una actuación magnífica de los coros Estable y de Niños del Argentino son pilares de esta producción.

El elenco es dispar: tienen relieve los desempeños de Adriana Mastrangelo (quien aborda el papel titular con suma inteligencia, un francés hablado y cantado exquisito y un temple de acero), María Bugallo (aportando su voz fresca y su musicalidad al papel de Micaela) y la dupla Frasquita - Mercedes brillantemente compuesta por Victoria Gaeta y Rocío Arbizu.

En el vocalmente complejo papel de Don José, Enrique Folger acierta más en los momentos dramáticos que en aquellos donde su voz debe exhibir lirismo y sutileza (como el dúo "Parle-moi de ma mère" o su famosa aria), y su actuación es convincente. Leonardo Estévez aporta presencia escénica y "physique du rôle" como Escamillo, aunque dificultades en la zona aguda deslucen su canto.

Sebastián Sorarrain es un impecable Dancairo, seguido de cerca por Patricio Oliveira (Remendado), Fernando Álvar Núñez hace de su Lilas Pastia una creación memorable y Walter Schwartz (Zúñiga) y Sebastián Angulegui (Morales) cumplen con corrección. La afortunada elección de la versión con diálogos presenta un problema extra: la necesidad de un francés hablado de impecable fluidez. Lamentablemente, y salvo rarísimas excepciones, este punto fue el talón de Aquiles del elenco.

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