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Los que tienen que gastar más no son los norteamericanos
Como los gastadores han dejado de gastar, la demanda agregada se está desplomando. Lo que correspondería, para evitar una profundización de la recesión global, es muy « sencillo». Los que ahorraron ayer tienen que gastar hoy, para compensar lo que ahora ahorran, los que gastaron de más ayer.
Puesto de otra manera, y otra vez, sintetizando, ¡Son los chinos los que tienen que consumir, no los norteamericanos!
Lamentablemente, sin embargo, surgen algunos problemas, para poder concretar este ajuste sencillo.
Para que el déficit de cuenta corriente estadounidense caiga rápidamente, digamos a la mitad, el dólar debería devaluarse fuerte y rápidamente. Pero el dólar, no es una moneda cualquiera. Es un «bien público global», la moneda de reserva internacional. No se puede licuar tan fácilmente, sin graves consecuencias para Estados Unidos en primer lugar, y para el sistema monetario mundial en segundo lugar. Habría que encontrar urgentemente otra unidad de cuenta y reserva de valor. Y por el lado de la demanda, los chinos no tienen instituciones sólidas. No tienen democracia. No tienen derechos de propiedad bien garantizados, no tienen sistemas jubilatorios, de salud, de justicia, modernos y aceitados, etc. Lo mismo ocurre con los países petroleros que tampoco tienen instituciones políticas democráticas, ni propiedad privada bien garantizada, en general, más allá de la de sus jeques. Los europeos, por su parte, dado que están bajo el paraguas del euro, sólo pueden coordinarse internamente, aumentando el gasto los alemanes, para que ajusten los franceses, italianos y españoles, pero no pueden cambiar el gasto de «Europa». Los japoneses, a su vez, pueden contribuir al gasto global, pero solos, por más japoneses que sean, no pueden. Lo que se requiere es un fenomenal esfuerzo de coordinación, pero sin instituciones en China, y Arabia Saudita, entre otros, ese esfuerzo es limitado. La coordinación global funcionaría rápidamente, si fuera, exclusivamente, entre japoneses, europeos y norteamericanos. Es decir, si el mundo fuera el mundo de las instituciones funcionando.
Además, el «desahorro» chino, implicaría masivas ventas de bonos del Tesoro o dólares, para monetizarlos internamente, afectando a la moneda de reserva. O exigiría la circulación de dólares en China, con subordinación del Banco de China a la Fed. Otro fenomenal esfuerzo de coordinación y cooperación global que parece no estar disponible rápidamente.
En ese contexto, no hay masa crítica para compensar el ajuste norteamericano y todo lo que hoy se haga internamente en Estados Unidos, con más gasto público, intervenciones, etc. irá al final del día, a recomponer el ahorro de los norteamericanos, no su consumo. Obviamente, que este aumento del gasto público puede acelerar en algo la recomposición del ahorro, al mejorar el flujo de ingresos de los particulares. Y, obviamente, también se requiere reconstruir el sistema financiero, para que la « máquina de reciclado» funcione. Pero hasta que los norteamericanos y el resto de los deficitarios no recompongan su ahorro, el ajuste no terminará.
Paradójicamente, lo que la globalización exitosa requiere, de aquí en más, no es más socialismo en los países centrales, sino más capitalismo serio, institucionalmente hablando, en el mundo emergente.
Y es eso lo que el G-7, el G-20, el FMI, y los organismos multilaterales deberían empezar a coordinar rápidamente. Mientras tanto, el ajuste seguirá hasta que los negocios, las empresas y los bancos, vuelvan a ser rentables y el valor de los activos empiece a reflejar el valor presente de esa nueva rentabilidad.
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