"Estoy hablando como un ciudadano indignado", declaró el líder histórico del Partido de los Trabajadores (PT), señalado el miércoles por el fiscal de Curitiba (sur), Deltan Dallagnol, como el "comandante máximo" de la gigantesca red de corrupción montada en la estatal Petrobras. Dallagnol pidió así el procesamiento del exmandatario, de su esposa y de otras personas y espera ahora una definición del juez federal Sérgio Moro, emblema de la campaña anticorrupción "Lava Jato" (lavadero de autos). La tranformación de Lula en reo de la Justicia podría llevarlo a la cárcel mientras aguarda la sentencia.
En una respuesta eminentemente política, Lula da Silva, presidente entre 2003 y 2010 y posible candidato en las elecciones de octubre de 2018, trató de hacer vibrar todas las cuerdas emocionales del diezmado electorado del PT, evocando su trayectoria personal y declarándose "orgulloso de haber creado el mayor partido de izquierda de América Latina".
Se declaró inocente de las acusaciones que lo colocan en el centro de las investigaciones sobre el "petrolão" y retó a los fiscales a presentar pruebas concretas en su contra.
"No estoy por encima de la ley. Cuando transgreda la ley, castíguenme", declaró Lula, quien según las encuestas sería el político con mayor caudal de votos en una primera vuelta, pero con tal índice de rechazo que le impediría imponerse en la segunda. "Prueben la corrupción e iré caminando solo a la cárcel", desafió.
"Sigan atacando, estaré aquí, no voy a perder el sueño. Algunos piensan que la historia terminó, pero voy a vivir mucho. Tengo 70 años y quiero vivir 20 más", agregó.
"Nadie respeta más las leyes de este país que yo", aseguró entre lágrimas, a la vez que criticó el "show de pirotecnia" que supuso la acusación presentada por el fiscal Dallagnol.
Con respecto a éste, ironizó repetidamente sobre uno de los fundamentos del pedido de procesamiento: la "convicción" personal de la que habló el fiscal.
Por eso, su abogado, Cristiano Zanin Martins, anunció que demandará una acción al Consejo Nacional del Ministerio Público (CNMP) contra los procuradores, que a su juicio no presentaron pruebas y cometieron "graves desvíos funcionales".
En su intervención, en un hotel de San Pablo, Lula da Silva estuvo rodeado por un gran número de militantes y pesos pesado del PT, que lo recibieron con el tradicional grito de "Lula, guerrero del pueblo brasileño".
El expresidente se emocionó hasta las lágrimas cuando recordó, con la voz quebrada, la que considera su "mayor conquista": la del derecho para todos los brasileños "de andar con la cabeza erguida".
"Fui humilde: si cada brasileño podía tener tres comidas por día, ya tenía realizada la obra de mi vida", agregó.
"Mi fracaso no habría despertado tanto odio contra el PT. Lo que despertó la ira (de las élites) fue el éxito del Gobierno", resaltó.
Ese odio, siguió, explica también las turbulencias que llevaron a fin de agosto a la destitución de Dilma Rousseff por parte del Senado por la manipulación de las cuentas públicas e incluso a la del diputado ultraconservador Eduardo Cunha, con el encumbramiento de Michel Temer al frente del país.
"Como en un enredo de folletín, crearon un epílogo: eligieron a Temer, destituyeron a Dilma y después a Cunha. Ahora quieren destruir la vida política de Lula", afirmó, refiriéndose a sí mismo en tercera persona.
Lula acusó al Gobierno de Temer de querer "entregar al capital extranjero" las grandes empresas nacionales, entre las que citó a Petrobras.
El presidente del PT, Rui Falcao, llamó previamente a cerrar filas en torno a Lula y a "resistir" a la ofensiva de la derecha.
"Llamamos a todos los demócratas a resistir esas maniobras. La solidaridad nacional e internacional con Lula es fundamental", agregó.
Agencias AFP, DPA y Brasil247, |
y Ámbito Financiero
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