Favorecida por una intensa actuación de Luis Machin, que realmente pone el cuerpo y moviliza al espectador, “Siete perros” se inspira en la noticia periodística de un hombre que tenía no siete, sino nueve perros en su departamento, bien cuidados, pero igual tuvo que ir a mediación por las quejas de una vecina. Casos así no son excepcionales. Por lo común el hombre se ve obligado a perder sus perros o mandarse a mudar con ellos. Y ese es el conflicto que acá se plantea, con un viudo que ya va para grande, por no decir viejo, tiene la hija y la nieta viviendo en otro país, depende de la diálisis para seguir viviendo, y de los perros para sentirse acompañado y en familia. No es mala persona, ayuda a sus vecinos, y casi todos lo ayudan.
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Machín, en lucha contra los enemigos de las mascotas
La soledad y la bondad del personaje nos ponen de su lado. La solución que encuentra para sus animales es factible, pero no tan fácil de aplicar. Lo sería en una película de Hollywood, pero ésta es de Córdoba, que va por el realismo. Más aun, es de Rodrigo Guerrero, cultor de la mínima expresión, la emoción retraída, la negación de los recursos fáciles. Por ejemplo, no hay un solo plano de un perro mirando a cámara, con esa mirada tan propia de ellos que enternece a cualquier público. Y oportunidades no le faltan. En compensación, sus nombres aparecen en los títulos de comienzo, como parte del elenco: Panchita, Salvador, Ruso, Chula, Ramiro, Chipá y Gitano.
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