18 de diciembre 2013 - 00:00

McEwan: la dulce aventura de leer

McEwan: la dulce aventura de leer
Ian McEwan "Operación dulce" (Barcelona, Anagrama, 2013, 396 págs.)

"La única obligación de todo novelista es ser interesante" fue el precepto narrativo de Henry James, aquel extraordinario escritor neoyorquino-londinense que describía con expresividad a sus personajes y los analizaba desde el interior.

Ian McEwan cumple una vez más con el precepto de James: su novela "Operación dulce" (como la gran mayoria de las anteriores, recuerdese por ejmeplo la extyraordianaria "Expiación") es atractiva al punto de llevar a pasar las páginas queriendo saber más y más. Y con su notable pericia narrativa engatusa al lector hasta darle el zarpazo que lo deje maravillado de haberse tragado una novela de amor. Aunque "Operación dulce" no es sólo eso. Es principalmente una novela de espías, o por lo menos aparenta eso. Y también una novela de época, de ese año que recoge la contracultura, psicodelia, el hippismo, la revolución sexual, la expansión mundial del rock and roll de los años '60, de chicas y muchachos recorriendo Carnaby Street, porque todo ocurre en la Inglaterra de la pobreza, de humildad pre Margareth Thatcher, de los actos terroristas del Ejercito de la República Irlandesa. 

"Operación dulce" es, en algún aspecto, una novela de aprendizaje. La historia de la transformación de Serena Frome, la bellísima y sexualmente despabilada hija de un obispo provinciano, que le impone doctorarse en Cambridge de matemática, aunque en realidad lo que le hubiera gustado es seguir Letras. "Operación dulce" es, a partir de ahí, es decir desde el principio, una novela de amor a las novelas. En la facultad Serena escribe en la revista de una amiga que mezcla "poesía y música pop, teoría política y chismes de la farándula, cuartetos de cuerda y moda estudiantil, nouvelle vague y fútbol". Serena tiene la columna "Lo que leí la semana pasada", y mientras comenta cosas como "El valle de las muñecas" de Jaqueline Susann todo va bien, pero de pronto se interesa por Solzhenitsyn, Koestler, Nabokov, Milosz que denuncian la situación en la Unión Soviética, y en la revista, que esperaban que escribiera sobre Borges o Cortázar, dejan de interesarse en ella. Quien va a interesarse es el MI5, el Servicio Secreto. La novela es desde esa perspectiva una novela de espionaje, con guiños a Graham Greene, Ian Fleming y John Le Carré.

Cómo se verá, poco a poco es también una novela de ideas. La "Operación Dulce" es el proyecto de captar y reclutar periodistas y escritores que asumen los ideales del capitalismo frente a la reiterada seducción del comunismo. Se trata de unir a la guerra fría una guerra por otros medios, un combate desde lo artístico cultural. Algo en lo que la CIA lleva muchos años de ventaja a los británicos que recién en 1972 se deciden lanzar ese tipo de operativo. Y a Serena, luego de haber pasado por entre otras camas por la de su jefe Max Greatorex, se le asignará estar al frente a la Fundación Internacional Libertad que becará a escritores jóvenes. Y su elegido es Thomas Haley, un joven escritor, perfecto alter ego del joven McEwan, del que no sólo lee sino del que se enamora. Para que el relato se vuelva adictivo aparece el juego de muñecas rusas, los relatos dentro del relato, síntesis de novelas y cuentos que habría escrito o estaría escribiendo el tal Haley. McEwan ironiza con el uso de fondos para ganarse aliados de fonda encubierta cuando hubiera sido mejor, más simple y sencillo hacerlo abiertamente habiendo tantos interesados en no trabajar en nada fatigoso y poder dedicarse a la literatura. Se enfrentan las contradicciones arrastrando al lector por verdad y mentira, lealtad y traición, literatura y realidad, de forma fascinante, sobre todo al final, cuando en los últimos capítulos se descubre el escándalo, que es lo que ocurre en una novela de espías si es que no empezó por ahí, y el lector seguramente se escandalizará por cómo ha caído en las redes de McEwan, el modo en que ha sido fascinado por la calidad novelesca del extraordinario escritor británico, una de las plumas más brillantes de esa literatura inglesa defines del siglo XX que ha dado los talentos de Martin Amis, Julian Barnes y Salman Rushdie.

M.S.

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