12 de febrero 2010 - 00:21

México: auge de matanzas narco fuerza giro de Calderón (última chance)

• El presidente lanzó un plan de emergencia ayer en Ciudad Juárez, donde hubo 2.660 muertes en 2009

Un guante quirúrgico sobre un charco de sangre y agua, en la escena posterior al crimen de 15 jóvenes ocurrido en un edificio de Ciudad Juárez, el 31 de enero. El hecho conmovió a México, pese a que las matanzas son moneda corriente en el país. Felipe Calderón se arriesgó ayer a enfrentarse con familiares. Algunos lo esperaron con carteles: «Si no puede, váyase».
Un guante quirúrgico sobre un charco de sangre y agua, en la escena posterior al crimen de 15 jóvenes ocurrido en un edificio de Ciudad Juárez, el 31 de enero. El hecho conmovió a México, pese a que las matanzas son moneda corriente en el país. Felipe Calderón se arriesgó ayer a enfrentarse con familiares. Algunos lo esperaron con carteles: «Si no puede, váyase».
Ciudad Juárez, México - El comienzo de 2010 no pudo ser peor en cuanto a violencia narco en México: murieron 904 personas en enero, lo que proyectado a todo el año marcaría un 80% más que la cifra de 2009, de por sí atroz. El presidente Felipe Calderón, que enfrenta un creciente malestar público, entre otras causas por lo incontrolable de la situación, lanzó anoche la que acaso sea su última alternativa para doblegar a las bandas de narcotrafi-cantes.

Calderón se arriesgó a trasladarse todo el día de ayer a Ciudad Juárez, la más peligrosa de América, ubicada en la frontera con Estados Unidos, que ayer fue blindada con 2.000 efectivos federales adicionales.

La masacre de quince jóvenes por un comando armado en una fiesta el mes pasado en Ciudad Juárez provocó indignación en el país, forzando a Calderón a emprender una nueva estrategia de gasto social para combatir a los carteles, ya que desde hace dos años, cuando la escalada se había disparado, el Gobierno había optado por un combate con el Ejército en las calles.

Deserción

Sólo en Ciudad Juárez, con 1.300.000 habitantes, se produjeron 2.660 asesinatos en 2009. El descontrol llega a tal punto, que se produjo en los últimos años una deserción significativa de policías, fiscales, periodistas y hasta políticos, que prefieren mudarse o cambiar de actividad.

El presidente mexicano, acompañado por varios ministros, se enfrentó anoche a la difícil tarea de dialogar con los familiares de las víctimas, que se indignaron cuando el mandatario minimizó la tragedia durante un viaje que ocurrió mientras él estaba en Japón. «Las más sentidas de las disculpas si cualquiera de esas palabras hubiera ofendido a ellos y a sus hijos, porque eran hijos como quisiéramos que fueran los hijos de todos», dijo Calderón a los familiares de los jóvenes asesinados.

«Se requieren acciones más integrales» porque «no basta la presencia policíaca y militar», agregó. «Necesitamos estrategias de carácter educativo para abrirles espacios que no tienen ahora, para formar valores que se están perdiendo», así como «mejores alternativas de salud, particularmente en materia de adicción», dijo el presidente.

Su visita no estuvo exenta de polémica. Varios habitantes de Ciudad Juárez mostraron carteles de repudio a la presencia presidencial. «Si no puede, váyase», decían algunos. Tropas federales se enfrentaron con manifestantes que intentaron bloquear la caravana presidencial en una avenida de esa localidad. La protesta exigía el retiro del Ejército de Ciudad Juárez, lo que no está en los planes del Poder Ejecutivo.

El gobernador del norteño estado de Chihuahua, José Reyes Baeza, donde se encuentra Ciudad Juárez, pidió a Calderón al menos 3.000 millones de pesos (u$s 230 millones) para la empobrecida ciudad. Tanto Reyes Baeza como el alcalde de Juárez, José Reyes Ferriz, son miembros del opositor Partido Revolucionario Institucional (PRI), lo que suele meter en la riña política el combate a la criminalidad en la región.

Impaciencia

Los residentes de Ciudad Juárez, que conviven a diario con tiroteos callejeros y extorsiones, y que atestiguan día tras día ajustes de cuentas entre narcotraficantes, están perdiendo la paciencia con el Gobierno de Calderón, cuyas medidas para limpiar de corrupción las fuerzas de seguridad no dieron resultados.

«Es una tortura vivir aquí. No sabemos en quién confiar porque los sicarios y los policías son los mismos», dijo el padre de una joven que fue asesinada en la fiesta estudiantil y quien prefirió no dar su nombre por temor. Trece adolescentes y dos adultos murieron en la balacera, que según la Policía fue provocada por sicarios de la droga que buscaban a rivales. Las familias de las víctimas negaron que los jóvenes estuvieran relacionados con traficantes de drogas.

Desde el despliegue de miles de militares y policías federales hace dos años, en la ciudad fueron asesinadas más de 4.300 personas.

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