14 de agosto 2017 - 00:00

“Mi cine dialoga con la realidad de modo elíptico”

Exhibida en Cannes en la edición de este año, la película sobre una cumbre presidencial y un mandatario argentino (de ficción, interpretado por Ricardo Darín) llega a los cines de nuestro país.

Mitre. El realizador de “El estudiante” y de la remake de “La patota” incursiona en el cine político.
Mitre. El realizador de “El estudiante” y de la remake de “La patota” incursiona en el cine político.
Tras "El estudiante" y la remake de "La patota", Santiago Mitre está a punto de estrenar su obra más ambiciosa, "La cordillera", donde un presidente argentino enfrenta su futuro en una cumbre continental, y su pasado en un conflicto con su hija. Dialogamos con el director.

Periodista: Un film sobre una cumbre presidencial es también, necesariamente, una producción cumbre. ¿Cómo se animó a hacerla?

Santiago Mitre: Desde el comienzo vimos que sería una obra muy compleja. Para dar sensación de realidad necesitaba contar con locaciones bien cuidadas, autos caros, intérpretes de renombre de diversos países enfundados en trajes caros. Parecía algo al borde de lo imposible. Pero llevamos el proyecto a K&S Films, gente con experiencia en imposibles, como la parte de "El renacido" en Tierra del Fuego. Ellos aportaron experiencia y tranquilidad. Sin ellos no hubiéramos podido hacerlo.

P.: Luego se sumaron los hermanos Almodóvar...

S.M.: Y otras empresas de la Argentina, España y Francia. Así tuvimos, por ejemplo, al maestro Alberto Iglesias y a Sonia Grande, la vestuarista de los films de Woody Allen, Trueba y Almodóvar. Observe que en cualquier reunión de altos mandatarios todos llevan trajes similares. Sin embargo, ella logró darle singularidad a cada personaje. Y luego, intérpretes como el mexicano Daniel Giménez Cacho, a quien tenía en la cabeza desde que vi "Profundo carmesí" hace 20 años, y Christian Slater, la chilena Elena García, Leonardo Franco, de Brasil, y tantos otros de distintos países, amén de Ricardo Darin, Gerardo Romano, Dolores Fonzi y Erica Rivas.

P.: Todos convocados donde el Diablo perdió el poncho.

S. M.: Valle Nevado y Los Farallones, a 46 km. de Santiago de Chile y 3.025 metros de altura. Hubo que hacer coincidir sus respectivas agendas de trabajo para reunir a todos y esperar que se aclimataran, pero era el lugar ideal, con un hotel de lujo, aunque filmar allí se hizo difícil.También filmamos en el Ala Moreno del Llao-Llao, y en la Casa Rosada.

P.: ¿Hay alguna relación entre la ficción y la actualidad?

S. M.: Yo hago películas completamente ficcionales, que dialogan con la realidad de modo elíptico. Acá aludimos a cosas actuales y también a gobiernos anteriores, y a la relación de nuestros países con la política de EE.UU., y otros temas, siempre de modo elíptico. Pero creo que el final es bien contundente.

P.: El film coquetea un poco con el cine de terror psicológico.

S. M.: En eso participó el montajista Nicolás Goldbart, que también es director de cine, y sabe y le interesa el cine de género. Con él enfrentamos el desafío de combinar los géneros. La película empieza realista y se va transformando, aparecen elementos extraños, cerca del terror. Ahí me resultó más útil pensar en Friedkin o Polanski que en Pakula o Lumet, maestros del thriller político. Y es que a veces las ficciones extremas dicen más verdad que la verdad.

P.: Y nos plantean unas cuantas dudas...

S. M.: Lo mismo pasa en la vida real. Por ejemplo, ¿cómo se hace una negociación a puertas cerradas? ¿Y cómo algún testigo peligroso puede sufrir de pronto un ACV? Es curioso ver cómo los políticos reelaboran su pasado. Mi película también habla de eso.

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