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Ministro hábil en responder (y también en eludir preguntas)
Montenegro no dudó en repetir: «Soy el responsable político del nombramiento de Palacios», en alusión al ex jefe de la Policía Metropolitana, detenido y procesado por integrar, de acuerdo con el fallo de Norberto Oyarbide, una presunta asociación ilícita de la cual Macri sería partícipe según esa decisión judicial. Y hasta repelió la pregunta más incómoda: «¿Si usted es el responsable va a dejar que procesen a Macri por algo que hizo usted?». Dijo entonces que una cuestión es la política y otra la judicial. Ahí dio pie para que desde las bancas animaran la conformación de una comisión investigadora para buscar esas presuntas responsabilidades políticas.
«No vine a hablar de la causa judicial sino de las consecuencias políticas que pudiera tener», admitió el ministro, que había arrancado diciendo que a los legisladores no les importaba la seguridad de los porteños y debió luego disculparse.
Hubo un poco de todo en el recinto: legisladores debutantes con tediosas intervenciones, contundencia en algunas alocuciones, el pedido de renuncia al ministro y hasta un momento de incidentes. Tal vez faltó claridad en el hilvanado de la interpelación para poder descifrar algún avance sobre la curiosidad de los diputados.
Brindis privado
La sesión empezó alrededor de las tres de la tarde y fue precedida por una suerte de brindis privado en la Legislatura, con sandwichitos incluidos, del cual participaron funcionarios porteños, como el jefe de Gabinete, Horacio Rodríguez Larreta. El Gobierno macrista decidió que los ministros no se sentaran en el recinto como se había anunciado el fin de semana porque «era levantarle mucho el precio» a la movida opositora, más cuando Montenegro en definitiva llegaba libre de culpa y cargo.
Las principales acusaciones de los adherentes a Pino Solanas que inauguraron la interpelación giraron sobre el nombramiento de los agentes metropolitanos, especialmente los que ya pasaron por la Federal y el presupuesto para la contratación, un dato que le debe el ministro al diputado Julio Raffo. En cambio, Aníbal Ibarra rememoró su oficio de fiscal y despachó un análisis del fallo que sobreseyó a Montenegro para acusar al ministro de haber encubierto a James. Fue en ese momento que un grupo reducido de familiares de víctimas de la tragedia del local Cromañón insultó al ex jefe de Gobierno y la oposición acusó al macrismo de la picardía.
Hecho inédito
Ibarra aseguró que la Ciudad vive «un hecho inédito de una gravedad sin precedentes» y extrajo de la causa que James «tenía 400 llamadas activadas desde el Ministerio de Seguridad, de las cuales 190 eran hacia Jorge 'Fino' Palacios» y que «el Gobierno calló para que James siga siendo un 'pichi' y no alguien ligado a la estructura mayor de la Metropolitana», remató el diputado. De todos modos, el ibarrismo en ese sentido está de acuerdo con Elisa Carrió y no impulsará ninguna medida legislativa más que complique al PRO.
Montenegro le refutó con ironía que como hace años que dejó el ámbito judicial se había «olvidado la capacidad histriónica» de Ibarra y que el diputado no recordaba «la defensa de las garantías institucionales que encabezó cuando era fiscal».
Otro momento incómodo para el ministro fue el pedido de renuncia que le formuló la kirchnerista María José Lubertino.
«Lo voy a evaluar», replicó con dureza e ironía el titular de Seguridad.
Varios funcionarios del Ministerio de Seguridad aguantaron las más de seis horas de preguntas y respuestas, entre ellos el titular de la Policía Metropolitana, Eugenio Burzaco, mientras que el macrismo por horas dejaba vacías las bancas.
«Sigue quedando claro que el único objetivo es dañar la imagen de Mauricio Macri como potencial adversario del proyecto hegemónico del matrimonio Kirchner», propinó a su turno el titular de la bancada PRO, Cristian Ritondo. El legislador además reprochó que «el mismo Ibarra que hoy defiende a Oyarbide, es quien hace algunos años, acusaba a Oyarbide, a la Federal y a los servicios de inteligencia, de querer montar operaciones cuando surgió el escándalo de Spartacus».
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