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Muestras excepcionales de arte clásico en Buenos Aires

Imágenes como ésta de Lorenzo Lotto de la muestra “Meraviglie dalle Marche II” , además de anonadar con su belleza, pueden cumplir con una función utilitaria ya que suelen relatar convincentes historias a la gente.
Desde la Accademia Carrara de Bérgamo, el curador Giacinto Di Pietrantonio trajo a la Fundación Proa de La Boca "Lo Clásico en el Arte". La muestra se puede ver tan sólo hasta el domingo y con afán didáctico rinde cuenta de la perdurabilidad del clasicismo en las obras de los más diversos artistas a través de los siglos, hasta la actualidad. Luego, desde varios museos e iglesias de la Regione Marche italiana, una antigua frontera del Imperio romano colmada de arte, llegaron al Museo de Arte Decorativo 36 pinturas religiosas que abarcan el período de mayor esplendor: desde el gótico tardío de fines del siglo XIV hasta el neoclasicismo de fines del siglo XIX. "Meraviglie dalle Marche II" exhibe obras gloriosas de Guido Reni, Lorenzo Lotto, Tiziano, el Perugino, Guercino, Federico Barocci, Crivelli, Baciccio, Sassoferrato, entre otras que se pueden ver hasta el 30 de noviembre.
Entretanto, para celebrar el del IV Centenario de la muerte del Greco el instituto de Cooperación Española (CCEBA) y la Embajada de España trajeron desde el Museo del Greco de Toledo una pintura grandiosa: "Las lágrimas de San Pedro", que hoy exhibe el Museo Nacional de Bellas Artes.
Se trata de tres muestras para ver y volver a ver, porque exhiben obras de gran atractivo visual con resonancias históricas y filosóficas poderosas, que no se agotan con una sola mirada. Varias de las pinturas ostentan el pathos, la coreografía de gestos esenciales, la simbología, el poder de movilizar la memoria colectiva y la significativa cualidad de las "imágenes supervivientes", condición que analiza Didi Huberman en su libro dedicado a la "historia del arte y tiempo de los fantasmas según Aby Warburg". En las páginas de este texto, Huberman aventura un postulado: "El discurso histórico no 'nace' nunca. Siempre vuelve a comenzar". La muestra que llegó de Bérgamo viene acompañada por una sólida teoría, abre un nuevo rumbo para ver y analizar el arte, reivindica obras -como las maternidades renacentistas o del barroco- que hasta ayer no se incluían en las muestras contemporáneas, porque se consideraban anacrónicas, anticuadas o, simplemente, de otra época.
Las exposiciones "Lo Clásico en el Arte", "Meraviglie dalle Marche" y "Las lágrimas de San Pedro" de El Greco, son demostrativas de la fuerza de un arte cuya intensidad no ha logrado aplacar el tiempo. Se trata de trabajos notables cuya contemplación moviliza desde hace siglos el sentimiento de la humanidad.
Vale la pena aclarar que las imágenes, además de anonadar con su belleza, efecto que se torna especialmente perceptible durante el Renacimiento, pueden cumplir con una función utilitaria: suelen relatar convincentes historias a la gente. En efecto, la elocuencia de los relatos visuales, como la imposición de los estigmas pintada por Tiziano, esas llagas que San Francisco deberá padecer, representadas por unos rayos lacerantes que bajan del cielo, resulta sobrecogedora. Se sabe que ninguna imagen es inocente. ¿Cuál es, entonces, el efecto que produce la visión de Cristo ensangrentado o, el potente gesto de San Miguel expulsando a Lucifer de los cielos? O, ¿la Virgen amamantando al Niño, entre otras expresiones que afectan los sentimientos?
La exhibición del Museo de Arte Decorativo respeta un orden cronológico y está centrada en el arte religioso, las imágenes de Jesucristo, la Virgen, los ángeles y los santos, son protagonistas estelares de un recorrido que se destaca por su esplendor. La muestra se inicia con "Cristo Juez", el fragmento de un fresco de Andrea da Bologna del siglo XIV, y se cierra con una pintura de Mariano Fortuny realizada a principios del siglo XX. Se trata de una rareza, Fortuny, que ganó celebridad por sus diseños de moda y su bello palacio veneciano, copió en formato breve la bóveda de la iglesia de Santa Maria de Nazareth de Venecia. La pintura original fue una de las primeras obra de arte destruidas en los bombardeos de la Primera Guerra Mundial.
El poder de convicción de las fascinantes representaciones de la divinidad y la santidad, conforman una estética deslumbrante. Las pinturas afirman el poder de la Iglesia. Allí están las expresiones del Renacimiento y el Barroco, la imagen del Papa Clemente XI de Ghezzi y la teatralidad de la "Muerte de San Francisco" de Baciccio. Entretanto, el inmenso atractivo visual de las obras, la intensidad de la mirada en la pintura de San Giácomo de Doménico Peruzzini, la "maravilla" de los rojos y los azules y la suntuosidad en los ropajes del "Matrimonio místico de Santa Catalina" de Ciro Ferri y la seducción de "Magdalena penitente" de Cantarini, ejercen un poder de encantamiento que se extiende a través de los siglos. Y cada cuadro relata su atrapante historia, muestra el arquetipo de la belleza sagrada en el rostro de la Virgen de Sassoferrato y la belleza profana de "La maga" de Corrado Giaquinto.
Las fichas descriptivas de las obras permiten estudiarlas, analizarlas y conocer las restauraciones y el cuidado que hoy se les presta. El catálogo recorre los vaivenes de la historia de las colecciones y de personajes, como los duques de Urbino y tantos más que gestaron la riqueza de Le Marche. Para destacar la importancia de estas obras únicas, que visitan por primera vez la Argentina, el director del Museo de Arte Decorativo, Alberto Bellucci escribió un ensayo sobre el Manierismo.
El gran valor de las obras clásicas es que, además de movilizar el inconciente estético que todos, en mayor o menor medida poseemos, brindan acceso al conocimiento de la historia del arte. Con buen criterio, para consolidar el interés de las muestras, las tres instituciones ofrecen visitas guiadas.
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