31 de diciembre 2013 - 00:00

Música popular: rock y pop dominaron un 2013 sin sorpresas

De los músicos populares argentinos que este año actuaron en el Teatro Colón, Charly García fue el de mayor impacto mediático. Entre los artistas extranjeros que pasaron por el país, Brad Mehldau (abajo) estuvo entre lo mejor del año en jazz.
De los músicos populares argentinos que este año actuaron en el Teatro Colón, Charly García fue el de mayor impacto mediático. Entre los artistas extranjeros que pasaron por el país, Brad Mehldau (abajo) estuvo entre lo mejor del año en jazz.
Cuando pase el tiempo, si por algo recordaremos a los últimos años en el terreno de la música popular, será por la falta de sorpresa, la reiteración de fórmulas, el aprovechamiento comercial de lo hecho con anterioridad, el desinterés por el cambio. En ese sentido, hace ya mucho que, a la hora del balance, nos encontramos frente a la misma sensación. Pasan frente a nosotros en vivo o publican sus discos, músicos y cantantes con más o menos talento, con mayor o menor preocupación por hacer arte de su trabajo, más o menos amigos del mercado. Pero lo que seguimos sin ver es alguien que nos interpele seriamente, que nos ponga en conflicto, que nos entregue nuevos géneros o nuevas variantes de los conocidos. Y eso cabe, por supuesto, tanto para los argentinos como para los artistas de todas partes.

Entonces, y más allá de pequeños escarceos coyunturales -por caso, una ley reciente que regula la actividad y hasta determina los porcentajes de música argentina que deben difundir los medios- lo que pasa en nuestro país es el reflejo perfecto de lo que sucede a nivel mundial, ubicados como estamos en un país periférico en relación a los grandes centros internacionales de producción y comercialización de la música.

También hemos repetido hasta el aburrimiento que éstos no son más tiempos de los discos como centro del negocio. O que las empresas antes exclusivamente discográficas están reciclándose para convertirse en productoras de espectáculos. O que las redes sociales, YouTube y otras herramientas de internet están jugando un papel significativo aunque todavía sin claridad sobre su punto de llegada. Y, en todo caso, son solamente las empresas pequeñas, de capitales nacionales e independientes -una buena parte de ellas casi artesanales- las que mueven otro modo de hacer las cosas, más atadas a las estructuras tradicionales, y siguen pensando en función de álbumes, de proyectos a plazos más largos, del disco como "obra terminada" y, por tanto, como objeto de comercialización final.

Yendo a lo concreto de lo que ocurrió este año con la música en la Argentina, volveremos a decir también que fue Buenos Aires la ciudad que se llevó las ofertas más importantes y que, como es habitual, cuando hubo artistas extranjeros de peso en ciudades grandes del interior, fue porque antes o después hicieron su paso por estadios o grandes teatros porteños. La excepción y la nota destacada, mirado el tema sólo desde el punto de vista comercial, la dio el ex Redondo "Indio" Solari, que reunió a unas 130.000 personas en un autódromo mendocino en el que muchos consideran como el show con entradas pagas más convocante de la historia argentina.

El repaso de nombres sirve como ayuda memoria y da cuenta parcial de lo que pasó por los escenarios. Aunque vale también la pena agregar que cierto enfriamiento económico, sumado a la locura de precios que han ido adquiriendo los tickets para las diferentes propuestas -sobre todo las internacionales- han llevado a algunos fracasos de venta, inclusive con unas pocas suspensiones. Tales fueron los casos de, por ejemplo, Rubén Blades y Luis Eduardo Aute, por nombrar sólo un par de figuras de peso. Y eso, más allá de que la música, como cualquier importación, sigue abonando sus "insumos" -léase cachets- al dólar oficial.

En resumen, como es lógico para un mercado dominado por el hemisferio norte y por el mundo sajón, fueron el rock, el pop y sus alrededores, cantados en inglés, los géneros más favoridos. La lista es grande y, en una selección arbitraria, sin valoración estética y en orden cronológico, nos permitimos recordar las visitas de Jamiroquai, Elton John, Jonas Brothers, Ian Anderson, Pearl Jam, Franz Ferdinand, Regina Spektor, Carl Palmer, Keane, The Cure, Gloria Gaynor, Yes, Diana Ross, Living Colour, Bon Jovi, Lorena McKennitt, Blur, Ringo Starr, Justin Bieber (con su segunda actuación en River suspendida), Cat Stevens (ahora, Yusuf), Adrian Belew, etcétera. Y el jazz tuvo sus momentos de alto nivel con los conciertos de Brad Mehldau, Ron Carter, Herbie Hancock y Maceo Parker, entre otros.

Otro rubro favorecido fue, también como siempre, el de los cantantes y músicos latinos, en sus más variadas propuestas. En este caso, la lista 2013 incluyó, por caso, las visitas de Djavan, Alejandro Sanz, Jon Secada, Ivete Sangalo, David Bisbal, Ana Belén-Víctor Manuel, Marisa Monte, Patxi Andión, Pedro Guerra, Egberto Gismonti, Hermeto Pascoal, Caetano Veloso, Carlos Núñez, Pablo Milanés, Ed Motta, Ricardo Montaner, Ruben Rada, Paco de Lucía, Marc Anthony y Cristian Castro. Muchos son, por supuesto, viejos y queridos conocidos.

Poco nos queda para decir de los argentinos que, como los visitantes, tienen más o menos convocatoria pero sostienen discursos estéticos que anclan en el pasado, sea en sus propias historias personales o en las ajenas. En tal sentido, Fito Páez, Andrés Calamaro, Divididos, Vicentico, Los Fabulosos Cadillacs, Iván Noble, Ciro, Pedro Aznar o Babasónicos siguen estando en la cresta de la ola por la llegada que mantienen con sus públicos. Como hechos destacados, estuvo el Teatro Colón para un grupo de cantantes femeninas, para el Chango Spasiuk y para Charly García, sin dudas el de mayor rebote mediático, todos sin novedades. En el folklore con o sin sus variantes baladísticas, el Chaqueño Palavecino, Jorge Rojas, Los Nocheros, Luciano Pereyra, Raly Barrionuevo y Soledad mantienen su papel destacado como figuras importantes en cuanto festival se haga en el país. El tango sigue siendo el hermano pobre, con más buenas voluntades de intentos solitarios que resultados sobresalientes, y con una convocatoria sensiblemente menor a todos. Abel Pintos viró definitivamente hacia el pop y se transformó en un ídolo de masas que, por estos días, está vendiendo muy bien dos discos simultáneamente.

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