19 de mayo 2009 - 00:00

Ni Mirtha pudo escapar al influjo de Tinelli

Flavio Mendoza (ex coreógrafo de «Bailando por un sueño»), Mirtha Legrand y Luciana Salazar en el primer programa de los Almuerzos 2009.
Flavio Mendoza (ex coreógrafo de «Bailando por un sueño»), Mirtha Legrand y Luciana Salazar en el primer programa de los Almuerzos 2009.
Si casi toda la televisión está hechizada por el efecto Tinelli, el regreso de Mirtha Legrand no fue la excepción. El año pasado había dejado de invitar, por hastío, a bailarines, vedettes y jurados de «Bailando por un sueño», sin reparar en la caída o escalada del rating. Al poco tiempo corroboró que no era necesario insistir en esa temática y optó por artistas, más o menos talentosos pero con reconocimiento del público, o con menos aprecio popular en el caso de políticos o funcionarios.

Pero ayer volvió a contaminarse del estilo «Showmatch», pues la inauguración de la temporada 41 de almuerzos arrancó con un baile de mujeres semidesnudas junto a otros bailarines, y el coreógrafo surgido de «Bailando por un sueño», Flavio Mendoza. No faltó Luciana Salazar, con vestido micromini transparente y plateado, convocada para cantar «Over the Rainbow», ni la «soñadora» de Matías Alé, Gisela Bernal, quien abrió el programa descubriendo la nueva escenografía que aparecía tapada por sábanas blancas. Sí, sábanas, recurso delicado si los hay. Todo transcurría al compás de un popurrí de las diferentes cortinas musicales que tuvo Legrand a lo largo de la historia, igual que Tinelli el día de su regreso por los 20 años.

Ese «musical» se completó con un desfile de algunos de los vestidos que Mirtha lució a lo largo de su historia como conductora de TV, pues este año su leitmotiv parece ser el paso del tiempo y la «vigencia». Para que quedara claro, una de las paredes del decorado está cubierta por fotografías de Legrand en diferentes épocas. Casi como en la época de los almuerzos en el viejo «Canal 9» de Alejandro Romay.

Entre tanta mezcla de décadas, hubo similitudes con Tinelli pero también algunas diferencias: Mirtha lo dobla en permanencia en pantalla (y en edad); su pico de rating fue 5.7 (ahí Tinelli la supera con pico de 46 puntos en su debut) y, si bien Legrand aseguró que seguirá hasta que «Dios me dé salud», volvió a reiterar aquello del último año en la TV. De eso en «Showmatch» todavía no se habla.

Vestida de blanco y negro por el diseñador Claudio Cosano, Mirtha se dijo sorprendida por el «broche de oro con la Salazar», y publicitó a su nieto Nacho Viale, productor de su programa y artífice de la gran atracción que para todos parece ser la sobrina de Palito Ortega. Legrand anunció que se trataba de la edición 5472 (a fin de año alcanzará el calendario judío) y pronto comenzó su monólogo, sosteniendo la clásica rosa roja en mano: «Pensé que con la crisis nadie mandaría flores, pero hay un montón. Anoche no dormí, bah, en realidad siempre duermo y pienso en el programa. Señora, todo sigue igual, no piense que habrá grandes cambios. Este año haremos dos o tres programas políticos por semana, porque estamos en año electoral y a mí me encanta el periodismo político».

Legrand
anunció que estaban casi confirmados Daniel Scioli, Nacha Guevara y Mauricio Macri, entre otros; prometió para hoy las visitas de Elisa Carrió y Margarita Stolbizer y, se sabe, no faltará Francisco De Nárvaez, dueño de «América TV», Mirtha volvió a reiterar su interés en convocar a Cristina de Kirchner, más aun tras el publicitado reportaje que dio la Presidente a Soledad Silveyra para «Telefé».

«Con Cristina tuve buen trato en la Fiesta de la Vendimia», dijo Legrand «donde la vi por última vez, así que nunca pierdo las esperanzas de que me visite». La conductora recuerda tan bien ese último encuentro en Mendoza como la famosa frase que la catapultó a los ojos de los Kirchner: «¿Se viene el zurdaje?» De ahí que Mirtha se jacte del «temor» de algunos políticos ante sus preguntas que, más que interrogantes, son opiniones que vierte a piacere sobre sus invitados.

Mas lejos de «Gran cuñado» que de los políticos de carne y hueso a quienes, sin embargo, no dejará de preguntar sobre esas parodias, Legrand expresó: «Quien usted no vea en la mesa es porque no quiso venir, porque aquí invitamos a todos, esta casa, mi casa, está abierta para todo el mundo y voy a estar más incisiva que nunca, voy a preguntar mucho».

Los invitados del debut fueron el abonado de siempre (por cábala), Enrique Pinti, y Ricardo Darín, quienes francamente estuvieron algo callados, en contraste a lo que suelen ser como entrevistados. Ocurre que el debut de Legrand tuvo mucho más espacio para la autorreferencialidad y trayectoria de la propia conductora que para el lucimiento de los invitados.

«Estoy feliz de haber vuelto a un ciclo record en el mundo», se emocionó Legrand, «Nadie me obliga, lo hago porque quiero». Y habló de sus viajes: «Estuve en Las Vegas, es otro planeta, fui a ver espectáculos maravillosos. Y pasé por Miami, que hacía 35 años que no iba, me encantó». Y luego de mencionar Miami se acordó de su amiga Susana Giménez: «Lo de ella es grandioso, trabaja sólo una vez por semana. Pero yo por ahora sigo, porque la gente quiere los almuerzos diarios».

Cuando leyó los títulos del día, confundió a Mario Benedetti con Juan Carlos Onetti, a quien después, y para corregirse, llamó Onetto. La producción se apuró en emitir la canción que tenía preparada, «El sur también existe», en la voz de Joan Manuel Serrat y sobre el poema de Benedetti. Era su día, el de Mirtha Legrand.

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