El papa emérito, de 87 años, llegó sonriente ayudándose de un bastón, y fue calurosamente recibido por su sucesor. En una soleada plaza de San Pedro en la que se habían reunido miles de ancianos , Benedicto XVI y Francisco se sentaron un poco separados para escuchar los testimonios de los asistentes sobre sus angustias y sus dificultades, pero también sobre las alegrías que da la tercera edad.
El papa emérito no participó, sin embargo, en la misa celebrada por un centenar de curas de avanzada edad. Francisco dijo que estaba feliz de ver a Benedicto XVI en el Vaticano: "Es como tener a un sabio abuelo en casa". A pesar de las dificultades de la edad, los ancianos son "árboles que siguen dando sus frutos", consideró Bergoglio. Para ello, expresó su deseo de que quienes no tienen familia sean acogidos en residencias de ancianos que "no sean prisiones", sino "pulmones de humanidad en una ciudad, un barrio, una parroquia".
Agencia AFP |
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