De poco había servido la etiqueta de «Empresa de patrimonio viviente» que Francia otorgó a Pleyel en el 2008, ni el valor simbólico de un nombre históricamente vinculado a la vida musical europea, sinónimo de mecánica profundamente cuidada, belleza y elegancia en su diseño y manufactura artesanal. En los últimos años la firma se había volcado a pianos de alta gama. "Se perdió el contacto con el mundo de la música, la esencia misma de Pleyel", declaró Bernard Roques, su presidente.
Las raíces históricas de Pleyel se remontan a comienzos del siglo XIX. Ignace Pleyel, prolífico compositor y editor nacido en Austria, había fundado en París en 1807 la firma, que adquirió rápida fama y prestigio y ya desde ese momento se erigió en rival histórica de la manufactura de Sébastien Érard, la otra gran marca francesa. El "pianino", modelo pequeño y adaptable a todos los hogares, fue una de sus cartas de triunfo. Camille Pleyel, hijo de Ignaz, se sumó a la empresa en 1815, y de la mano de los virtuosos Frédéric Kalkbrenner y Frédéric Chopin, Pleyel ganó en difusión.
La relación de Chopin con la marca fue estrecha y se resume en su frase "Cuando me siento en buena forma y con la fuerza suficiente para encontrar mi propio sonido, necesito un Pleyel". Chopin, que poseyó tres pianos de esta marca a lo largo de su vida, había hecho su debut parisiense en la Salle Pleyel, abierta en 1830, y en ese mismo lugar se despidió del público de la capital francesa en 1848. Otros grandes promotores fueron Cramer y Moscheles. A la muerte de Camille su yerno Auguste Wolff tomó las riendas y Pleyel se transformó en Pleyel, Wolff y Compañía, experimentando un auténtico "boom" de ventas; para 1870, la producción anual de Pleyel se calculaba en 2.500 ejemplares, nivel que se mantuvo por el resto del siglo. Wolff fue sucedido en 1887 por su yerno Gustave Lyon, que asumió el control de Pleyel, Lyon y Compañía.
No sólo los pianos dieron fama a Pleyel: también los claves de doble teclado, elegidos por la legendaria Wanda Landowska y fabricados en la primera mitad del siglo XX. Hacia 1961 la firma se fusionó con Gaveau-Érard, pero continuó haciendo pianos con la marca Pleyel. El taller de Saint-Denis, donde se hallaba localizada la empresa, había abierto sus puertas en 1865, y fabricaba tanto los instrumentos de lujo que caracterizaron estos últimos tiempos de Pleyel como muebles de diseño. Los buenos viejos tiempos del piano francés habían terminado hacía mucho.
M.P. |
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