17 de octubre 2014 - 00:00

Por los monasterios y templos de la India

Lo sagrado se encuentra a cada paso cuando se recorre la India, y esa experiencia es la que muchos viajeros buscan al elegir ese país. Antiguos templos, monasterios muy accesibles e infinidad de circuitos posibles. Aquí, uno de ellos:

El Taj Mahal, en Agra, uno de los edificios más bellos del mundo, ineludible en un viaje a través de los sitios más emblemáticos de la India. Posee además una fuerte carga simbólica y espiritual.
El Taj Mahal, en Agra, uno de los edificios más bellos del mundo, ineludible en un viaje a través de los sitios más emblemáticos de la India. Posee además una fuerte carga simbólica y espiritual.
"Una lágrima sobre la mejilla del tiempo". Eso es, siguiendo las palabras del poeta Rabindranath Tagore, el Taj Mahal, una de las más bellas y conmovedoras obras de arquitectura jamás hechas. Es, claro, un ícono de la India y tal vez la mejor expresión de lo que puede encontrarse en un gigantesco país al cual muchos viajan por el mero ejercicio del turismo, pero una gran mayoría lo elige como parte de una búsqueda más compleja, de índole espiritual.

La India puede ser considerada como la civilización viva más antigua de la Tierra, con orígenes que se remontarían a 8.000 años a.C., y registros históricos desde la época de los Vedas, a partir de textos en sánscrito anteriores al año 1000 a.C. En la India de hoy, lo sagrado se encuentra a cada paso, ya sea en un templo, un río o una vaca, y sus pacíficos pobladores -más de 1.300 millones, la segunda mayor concentración de habitantes del mundo- tienen una larga tradición de religiosidad. No en vano esa tierra fue el lugar de nacimiento de cultos como el hinduismo, el budismo, el jainismo y el sijismo. En clave viajera, las características de este país-continente favorecen la elección de este destino con propuestas de carácter espiritual y reflexivas, en muchos casos orientando la experiencia hacia los innumerables templos y sitios sagrados que se distribuyen en casi todas las ciudades y optando por prácticas religiosas, o por el aprendizaje del yoga o la relajación. Veamos un posible recorrido, en este caso a través de algunas de las míticas ciudades del norte indio.

Comenzar en delhi

Delhi suele ser la puerta de entrada a la India. Dentro de esta caótica y enorme urbe se ubica Nueva Delhi, la capital y una de las ciudades más antiguas del mundo, que combina a la perfección sus partes viejas y modernas. Allí conviven el pasado, el presente y el futuro. Es, además, el primer impacto que el viajero tiene con la India y sus multitudes. Es habitual que transcurran algunos días hasta que los extranjeros se adapten a las calles y los sitios públicos abarrotados de gente. El buen trato, la simpatía y la seguridad que se experimentan colaboran en este proceso de acostumbramiento.

Una vez en la ruta turística, llega el momento de conocer los templos. Uno muy atractivo e impactante es Akshardham, que concentra 10.000 años de cultura, poblado de mensajes espirituales. El Templo Bahai es otro sitio especial, conocido popularmente como el Templo del Loto debido a su forma. El Templo Birla hinduista es también un espacio digno de atención, repleto de ofrendas a los dioses Brama, Shiva y Vishnu.

El paseo por Nueva Delhi debe incluir Qutub Minar, una torre gigantesca de 72 metros de altura, y la tumba de Humayun. A su vez, asistir al templo de Shirdi Sai Baba, en Lodhi Road, cuya alma se supone que, tras su muerte en 1918, reencarnó en el Sathya Sai Baba de Puttaparthi, luego fallecido en 2011.

Nueva Delhi contiene, además, el área diplomática de la India, con edificios gubernamentales, la residencia del presidente, el Parlamento y Puerta de la India. A su vez, la Vieja Delhi también tiene mucho para ofrecer al viajero curioso. Allí se encuentran sitios como el Fuerte Rojo, construido por el Emperador Mogol Shah Jahan; o Chandni Chowk, uno de los bazares más antiguos y grandes de toda la India. Otros atractivos son la mezquita Jama Masjid, la más grande de la India, construida en 1656; y el Rajghat, sitio donde Mahatma Gandhi fue cremado en 1948.

Saliendo de Delhi, la ciudad Dharamshala es otro punto central en un viaje que incluya alguna búsqueda espiritual. Se trata del hogar del Dalai Lama y la sede del Gobierno tibetano en el exilio. El Templo del Dalai Lama o Tsuglagkhang -ubicado en los suburbios de esta ciudad, en la zona de Mc Leod Ganj- es además el principal templo budista, situado frente a la residencia de Su Santidad el Dalai Lama. Allí se encuentra la Plaza del Templo de la Felicidad, que cuenta con grandes murales, incluyendo impresiones de los 14 Dalai Lamas y 1.173 imágenes de Buda.

Dentro de Mc Leod Ganj se puede conocer también Norbulingka, un instituto para la preservación de las artes tradicionales tibetanas y la artesanía, el cual alberga más de 300 profesores, estudiantes y trabajadores dedicados al thangka -arte del bordado y la tapicería tibetana-, sastrería, escultura en metal y artesanías de madera. En la zona también se ubica la Iglesia de San Juan en el desierto, rodeada de cedros del Himalaya. Se trata de una construcción de piedra de estilo neogótico, con sus vitrales originales, de origen belga, intactos a pesar de un fuerte terremoto en 1905 que destruyó el resto de la ciudad. Otro hito allí es el templo hindú Bhagsunag, dedicado a Bhagsu Nag, el dios serpiente, y al dios Shiva, con su bella y famosa cascada.

Desde Dharamshala se accede al valle de Kangra, transitando por pequeñas plantaciones de té, bosques de pinos y los pintorescos pueblos de la región hasta llegar al Monasterio de Tashijong, considerado uno de los más importantes de la Drukpa Kagyu, comunidad que abarca un pequeño estrato de los refugiados tibetanos.

A medio día ruta desde Dharamshala se encuentra Amritsar, la capital de la religión Sij desde el siglo XVI. Allí se encuentra el famoso Templo de Oro, un monumento en mármol, bronce y hojas de oro, devoción del sijismo, una fe con poca prensa en occidente, que entre sus principales prédicas incluye la búsqueda de unidad e igualdad entre todas las religiones. Los que visitan este templo coinciden en que se trata de un edificio estimulante para el espíritu, combinando la belleza física pura con un ambiente sagrado. En ese espacio funcionan, además, cocinas y comedores donde se alimenta gratuitamente a miles de personas todo el año. El Templo de Oro es también conocido como Harmandir Sahib o Darbar Sahib, construido en una plaza de 67 pies de mármol. La estructura de la parte superior del templo está cubierta con hojas de oro puro, por eso su nombre popular. Dentro del templo se encuentra el libro sagrado de los sijs, el Granth Sahib.

Al lado del Templo de Oro se ubica Akal Takht, el trono supremo de la autoridad religiosa Sij, junto al cual se albergan las antiguas armas usadas por los guerreros sijs.

Otras visitas cercanas son el templo Durga y Jallianwala Bagh, el monumento que recuerda cuando en 1919 el militar británico Reginald Dyer lideró una masacre contra un grupo de personas que asistían a un movimiento pacífico, lo que costó la vida a más de 1.000 hombres, mujeres y niños.

Durante la misma jornada se puede conocer los Jardines de Rambagh, que rodean el palacio de verano del Maharajá Ranjit Singh, que hoy funciona como museo, con una exhibición de armas que se remontan a los tiempos del imperio Mughal, retratos de casas reinantes de Punjab y una réplica de la famosa Kohinoor diamante.

Una opción distinta en las afueras de Dharamshala es conocer un gaushala, que es como se llama a los particulares refugios para vacas, animales que son sagrados en la India. Cientos de estos animales mugen y pastan a salvo, cuidadas en estos gaushalas ("Gau" significa vaca; y "shala", albergue).

Haridwar, sobre la orilla oeste del mítico río Ganges, es otra de las paradas en el recorrido por el centro-norte indio. Allí se encuentra el famoso ghat Har-Ki-Pauri y ashrams (ver aparte). Haridwar es considerada una de las siete ciudades sagradas de la India. Próxima está Rishikesh, considerada como la capital mundial del yoga. Esta célebre ciudad espiritual también se encuentra a orillas del río Ganges. Lo habitual en Rishikesh es participar de clases de yoga y sesiones de relajación en los ashrams. La ceremonia Ganga Aarti también suele ser parte del recorrido.

Jaipur, la capital de Rajasthan, es eje de otra parte del viaje espiritual por la India. Esta ciudad es conocida como "La Ciudad Rosa", ya que fue pintada de terracota en 1876, en ese entonces para dar la bienvenida al príncipe Alberto, esposo de la reina Victoria de Inglaterra.

Dentro de Jaipur, los tours clásicos son el fuerte Amber, mezcla de arquitectura hindú y mughal, donde se puede disfrutar de un paseo sobre el lomo de un elefante. Otros sitios de interés son el Palacio de la Ciudad, su museo y el Hawa Mahal, conocido también como el Palacio de los Vientos, con su fachada de cinco pisos, con 593 celosías de piedra ventanas de cedazo, todo un emblema de Jaipur. También sobresale el observatorio astronómico Jantar Mantar. Un atractivo local es participar del ritual religioso nocturno de la ceremonia Aarti, en el Templo Birla.

Los bazares o antiguos mercados al aire libre son también un punto alto en Jaipur, ideales para descubrir la riqueza artística de la región.

de agra a varanasi

En la recta final del viaje por esta parte de la India aparece la mítica ciudad de Agra, famosa por ser el sitio donde se encuentra una de las Siete Maravillas del Mundo, el Taj Mahal, completado en 1653 por el emperador Mogol Shah Jahan como lugar de descanso final para su reina favorita Mumtaz. Este monumento perfectamente simétrico tomó 22 años de trabajos forzados y 20.000 trabajadores, albañiles y joyeros.

Al norte de Agra, a unos 13 kilómetros, se encuentra el área de Dayal Bagh, lugar sagrado para los seguidores de Radha Soami, líder espiritual de esta rama hindú, ya que allí fueron realizados sus últimos actos espirituales. El principal atractivo es el templo, mezcla de mezquita y gurudwara -la gran casa del gurú-, construido en mármol blanco, donde cada año, cientos de devotos dan tributo a su líder espiritual.

Próxima se encuentra Vrindavan, lugar indicado como el de nacimiento del dios Krishna. Se trata de un pueblo en el distrito de Mathura, en Uttar Pradesh, donde se encuentra un antiguo bosque. Allí, según los escritos del Mahabharata, el dios Krishna pasó sus días de infancia. La ciudad está a unos 10 kilómetros de Mathura y alberga cientos de templos dedicados a la adoración de Radha y Krishna y es considerado sagrado por tradiciones religiosas como Gaudiya, Vaisnavismo y el hinduismo en general.

Aquí se encuentra la tumba de Kesavananda y además vive su actual discípulo Vidyananda Kriya Yogui. También es posible visitar el lugar de nacimiento de Sri Bhagavan Krishna, donde se construyó un majestuoso templo. Éste es, además, un punto de referencia de peregrinación en la India y para los kriyabans (los ya iniciados en Kriya Yoga) en particular, porque Krishna es el padre del Kriya Yoga y fue él quien lo enseñó por primera vez.

Varanasi merece también ser parte del tour por los sitios más espirituales de la India. La ciudad es uno de los lugares más sagrados del país, y allí los peregrinos hindúes lavan toda la vida de los pecados en las aguas del río Ganges, donde también se liberan los cuerpos de los seres queridos fallecidos.

Ricos y pobres, familias y sanyasis (renunciantes) se sumergen en el agua del río en busca de lograr la pureza del alma. En suma, son las aguas que los indios buscan para nacer y para morir. Varanasi también es llamada "Kashi", "La ciudad de la luz", y es una de las más antiguas del mundo. A lo largo del Ganges también se encuentran los típicos ghats, sobre los escalones de piedra que dan al río. A esta altura, la ribera de este curso de agua sagrado posee pabellones del siglo XVIII y XIX, así como palacios, templos y terrazas. Cada uno de los cien ghats de la zona ocupa su propio lugar especial en la geografía religiosa de la ciudad. Sobresalen Assi Ghat, Harishchandra Ghat, Panchganga Ghat, Manikarnika Ghat y Lalita Ghat.

Una perla que merece visitarse desde Varanasi es Sarnath, a 13 kilómetros de distancia. Se trata del lugar señalado por ser donde Buda habría pronunciado su primer sermón después de obtener la iluminación, hace 2.500 años.

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