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Reech: “Será un espectáculo de desnudos, pero reflexivo”

Reina Reech: «lo que venía estudiando sobre el Seminario 20 de Jacques Lacan calzó perfecto para ‘Reinas del strip’».
Periodista: Aunque el baile del caño haya llegado a la televisión, el show de strip sigue siendo un género denostado.
Reina Reech: Mi primera intención fue desfrivolizar el desnudo. Hace años recorro las principales capitales del espectáculo: Las Vegas, Broadway, París y Londres y nunca vi un espectáculo como éste, que una la desnudez con la reflexión. Ni siquiera el «Crazy Horse» que es el show más famoso del mundo, incluye contenidos; a lo sumo, algún cuadro de magia. Yo, en cambio, recurrí al arte y a la mitología para aportar ideas al show. A partir de la figura del hermafrodita fui llegando al hombre de hoy que cambia pañales y a la mujer adicta al trabajo.
P.: Curiosa asociación.
R.R.: Pero es una asociación existente. Hay quienes se preguntan si las primeras razas-madre fueron hermafroditas o si se trata de un mito. Yo relacioné al hermafrodita con el trastocamiento de roles masculinos y femeninos propios de esta época. Por ejemplo, esas mujeres que declaran: «ya no hay hombres» cuando en realidad son ellas las que van por la vida con un gran falo por delante y no seducen a ningún hombre. O están las ejecutivas que dicen yo puedo con todo y tengo el orgasmo en mi trabajo. Son las workaholics (adictas al trrabajo), como yo, que durante 24 años estuve casada con tres hombres y con dos de ellos tuve un hijo, y ahora hace once años que estoy sola. Pero también tuvo que ver con una necesidad interna de responder a varios «por qué». Son preocupaciones que canalizo artísticamente, en espectáculos infantiles, de revista o en lo que sea. Ahora, por ejemplo, lo que venía estudiando con una psicóloga sobre el seminario 20 de Jacques Lacan calzó perfecto para este espectáculo. Lacan nos rubrica a las mujeres por lo que no tenemos -la falta- y al hombre por lo que tiene.
P.: ¿Qué otros personajes incluyó en el espectáculo?
R.R.: Hay una maestra de ceremonias, la Maga Merlina, que va relatando desde Adan y Eva hasta hoy lo que pasó con la humanidad. También incluí a las Tres gracias. Mucha gente no sabe que son las diosas de la creatividad, de la belleza y de la alegría. Por eso muestro, a través de proyecciones, cómo las han representado los mejores pintores y escultores del mundo. Fue una buena excusa para introducir cultura en un cuadro de desnudo integral. Hay un cuadro con reinas del siglo XVIII y otro de geishas donde mostramos la sumisión de la mujer y de paso tenemos la excusa para mostrar un vestuario fabuloso. Patalano me abrió las reliquias del Teatro Maipo, con diseños que Renata Schuscheim creó hace 25 años para un ballet de Julio Bocca. También aporté un montón de trajes de mi mamá [la bailarina Ambar La Fox, fallecida en 1993] y reciclamos todo bajo la dirección César Jurisich.
P.: ¿Abandonó definitivamente el rubro infantil en donde tuvo tanto éxito?
R.R.: El año pasado escribí mi mejor obra con Esteban Villarreal, pero no tuvimos suerte. Porque el niño sólo pide ir al teatro cuando hay de algo de la tele que lo fanatiza.
Mi intención de siempre es volver con una obra mía, pero sé que necesito de la tele, sino no hay convocatoria. Salvo que recurra a un título famoso, como «El Mago de Oz», que hace que la abuela o la tía se interese y lleve a los chicos al teatro.
P.: ¿Va a seguir trabajando para Ideas del Sur?
R.R.: Hay algunas propuestas, pero las estoy estudiando. Por ahora estoy muy ocupada con este estreno y con las muestras de mis tres escuelas.
P.: ¿Ya no disfruta de su rol de jurado?
R.R.: Cuando Marcelo Tinelli me contrató hace siete años, dije: «Nada me hace más feliz que me paguen para ver bailar». Pero, después de cinco años, el caos que ocasiona estar en un programa tan visto y con tanta repercusión me terminó resultando muy incómodo. Por esa gente que recién empieza y que recurre a groserías para hacerse famosa. Son cosas que no tolero y que me hicieron reaccionar de una manera que no me gustó nada. Por suerte este año fui jurado de formatos menos mediáticos que es lo que yo prefiero. Estuve 5 meses en «Soñando con bailar» y después en «Sábado Show» en el espacio de talentos desconocidos. Cuando no hay famosos el público es muy respetuoso y eso me da mucho gusto.
P.: Su relación con el Maipo se remonta a sus padres.
R.R.: Sí, ellos estaban de gira por Europa haciendo galas como pareja acrobática; por eso nací en Viena. En 1962, los convocan para debutar en el Maipo. Yo tenía apenas cuatro añitos y cada vez que gritaban: ¡Cuadro Ambar a escena! corría por los pasillos y el acomodador me abría la cortina para que viera a mi mamá. ¡Mire, se me puso la piel de gallina! Después me mandaban de vuelta a camarines, porque a no me dejaban ver la función completa. En aquel momento la tele era muy naïf y los chistes verdes sólo se decían en el teatro de revistas. Pero todavía no se usaba la desnudez, mi mamá salía a escena con una bikini muy discreta. De chica seguía todas sus actuaciones en televisión y ya de más grande, la acompañé a todos los ensayos de «Chicago», donde también actuaba Nélida Lobato. Cosíamos y bordábamos juntas en casa y desde la butaca del teatro también aprendí muchas cosas viendo a los stage managers en acción. Por eso hoy disfruto tanto de estar de este lado.
P.: Y también hizo lo suyo en el Maipo.
R.R.: Sí. En 1979 fui figurita de una revista de Antonio Gasalla. Después hice «Vamos a votar» de Hugo Moser, en reemplazo de Cecilia Narova y ahora el Maipo Kabaret es mío.
Entrevista de Patricia Espinosa
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