Podríamos hablar de un sinfín de temas (la corrida sobre algunos money markets funds, la suba del petróleo y del oro, etc.), pero la baja que experimentaban las acciones a las 13 fue la mejor prueba de que a pesar de los vítores de los analistas y medios económicos a la masiva y inyección de fondos de los bancos centrales, la raíz de la pata financiera de la crisis no son ni la falta de dinero ni su "precio", sino lisa y llanamente: la desconfianza entre los participantes del sistema. Así, a poco de iniciarse las operaciones, el Dow ganaba casi 2% de la mano de 4% que trepaban los papeles financieros, luego retrocedía 1,4% siguiendo 6,2% que se desplomaban esos papeles y al cierre subía 3,86% (cerró en 11.019,69 puntos) en paralelo con 11,7% que ganaron. Desde ya que hubo otros factores (incluyendo el forzado cierre de posiciones en descubierto al secarse la plaza de préstamo de títulos -Calpers, Teachers y NYSCR decidieron suspender sus prestamos- y prohibirse las ventas en descubierto de papeles financieros en Londres y de hecho en Nueva York -para que no les apunten, los políticos necesitan un culpable-), pero a cualquiera que se le pregunte lo único que importó fue el rescate del sistema financiero.
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Al momento de escribir estas líneas, la verdad es que no había nada oficialmente confirmado y la información era escasa. Justo al comenzar el rally final, la cadena CNBC anunciaba que el secretario del Tesoro estaba llamando frenéticamente a propios y ajenos para instrumentar un símil de la Resolution Trust Corp. (el RTC absorbió, "aguantó" y liquidó luego toda la "deuda mala" de crisis de 1989) y un poco más tarde el senador demócrata -pesa la contienda presidencial- Charles Schumer proponía hacer extensivo a todo el sector financiero un mecanismo (préstamos contra el capital accionario) similar al concedido a AIG.
Más allá de la momentánea euforia que disparó esto (el que mal o bien los políticos -y no sólo la Fed y el Tesoro- se preocupen), en el mejor de los casos sólo significaría el fin de la pata financiera de la crisis. Por las dudas, mejor ser escépticos.
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