1 de octubre 2015 - 00:00

Sobresalieron dos obras en el FIBA

Una imagen de“Ganesha versus el Tercer Reich” , a cargo de la compañía  Back to Back que se presentó en el FIBA, y que incluyó la participación de actores minusválidos.
Una imagen de“Ganesha versus el Tercer Reich” , a cargo de la compañía Back to Back que se presentó en el FIBA, y que incluyó la participación de actores minusválidos.
"El poeta ciego" de J. Lauwers. Needcompany (Teatro San Martín) // "Ganesha versus el Tercer Reich" (Cía. Back to Back. Teatro Coliseo).

En los primeros tramos del Festival Internacional de Teatro de Buenos Aires, que finaliza el 4 de octubre, se destacaron dos compañías: una es belga, la otra de origen australiano y ambas trabajan sobre la idea de la inclusión.

El director Jan Lauwers fundó Needcompany en Bruselas, en 1986, con un elenco multiétnico. Su obra más reciente, "The blind poet", articula una serie de relatos autobiográficos en los que cada intérprete sondea en su árbol genealógico hasta descubrir la huella de algún ancestro en ciertos episodios de la historia universal que hablan de luchas caníbales, mujeres poderosas, conflictos migratorios y grandes poetas.

Cada mapa familiar revela, a su vez, conexiones inesperadas entre estos actores de distinta raza, cultura y religión. Y aunque no todos los relatos logran despertar el mismo interés (es difícil igualar el expresivo y pintoresco monólogo de Grace Ellen Barkey, coreógrafa y cofundadora del grupo nacida en Java, Indonesia, o el carisma del bailarín tunecino Mohamed Toukabri), el resto del elenco también pudo dar muestra de su talento.

La impronta narrativa de estos testimonios hizo que se sintieran las casi dos horas cuarenta de espectáculo con intervalo incluido. Pero otros elementos en juego, como la danza, la música en vivo, la proyección de fotografías y la breve aparición de objetos escultóricos de gran tamaño compensaron el exceso discursivo.

Por su parte, la Compañía Back to Back llevó a escena una exquisita fábula inspirada en la mitología hindú, en la cual Ganesha (el dios liberador de obstáculos) se materializa en la Alemania del Tercer Reich con el fin de recuperar la antigua cruz esvástica, símbolo de buena fortuna en la India, luego de que Hitler la convirtiera en emblema de su demencial cruzada.

El viaje de Ganesha, junto a un joven judío al que toma bajo su protección, desplegó en escena un fascinante teatro de sombras. La belleza y sugestión de estas imágenes de factura artesanal hechizaron a la platea, al igual que las intrigantes peripecias del dios con cabeza de elefante. Como sucede en los cuentos de hadas, su travesía se vio envuelta en una atmósfera amenazante y a la vez irradió un delicado misticismo. Dos rasgos que enmarcaron un testimonio insoslayable: la presencia del mal emergiendo una y otra vez en el horizonte de la humanidad.

A este plano de ficción se contrapuso otro que evidenció la conflictiva intimidad de un ensayo y la tirante relación entre un director y su elenco, puestos a debatir distintos problemas éticos referidos al abuso de poder, la injusta marginalización de los más débiles, el criterio de verdad y la eterna puja entre realidad y ficción.

Esta notable troupe australiana incluye en su elenco actores con discapacidades de aprendizaje, que en esta oportunidad no sólo eligieron sus papeles y aportaron improvisaciones, sino que además se atrevieron a exponer su supuesta minusvalía como tema de discusión y como material dramático.

Más allá de esta elogiable estrategia reivindicativa, reconforta comprobar que, también a nivel artístico, el resultado ha sido óptimo.

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