- ámbito
- Edición Impresa
Soja: administrar la abundancia
Considerando la producción de trigo, maíz, soja y girasol estimada inicialmente por el Departamento de Agricultura de los Estados Unidos para la Argentina y los respectivos precios futuros, el valor bruto de la producción (VBP) de la próxima cosecha podría alcanzar los u$s 33.800 millones, dato muy positivo tanto para el sector como para toda la economía.
Pero el fenómeno climático llamado La Niña está generando un atraso en la siembra de la soja, lo que podría provocar una caída de la producción. Ante la posibilidad de una producción total un 5% o un 10% menor, el VBP podría reducirse a u$s 32.000 o u$s 30.400 millones, respectivamente.
Si el fenómeno climático y los precios no afectaran las expectativas previas, el incremento en el VBP rondaría el 30% respecto de la campaña de este año. En efecto, el aumento se ubicaría en torno a los u$s 7.800 millones, lo que equivale a nada menos que 2 puntos porcentuales del PBI estimado para el año 2010. Esta relación es más que significativa y anticipa que el sector agrícola movilizaría de manera importante al resto de sectores durante 2011.
Por carácter transitivo, las exportaciones también se verían modificadas de acuerdo con los diferentes escenarios, y por consiguiente variaría la recaudación nacional por «derechos de exportación».
El valor de las exportaciones de los cuatro cultivos considerados y sus correspondientes subproductos podría fluctuar entre u$s 27.000 y u$s 30.000 millones.
El complejo sojero explicaría alrededor del 75% del total, aportando aproximadamente u$s 5.350 millones extras respecto de este año.
Perspectiva
Si La Niña se porta bien con nuestro país, la soja permitirá que todos ganen más, inclusive los fiscos de las ocho provincias donde no se la produce, pero que a través del Fondo Federal Solidario (FFS) reciben una porción de los derechos de exportación del complejo sojero, ya que se distribuye según los índices de la coparticipación secundaria.
De cumplirse las expectativas de precios y producción optimistas, el país se garantizaría un piso de crecimiento interesante de su economía real para 2011. De esta forma, nuevamente la sojadependencia queda puesta en evidencia.
Sería deseable que como país tuviéramos una estrategia de desarrollo clara para evitar efectos colaterales negativos de la abundancia de dólares generada por algunos bienes, como es el caso de la soja. Un ejemplo concreto es el efecto que sobre los precios de los inmuebles genera la demanda impulsada por el sector agrícola. Esta demanda de inmuebles como bien de inversión coexiste con la demanda de familias asalariadas que desean adquirir su vivienda propia. La suba de los precios dificulta la posibilidad para todas las familias asalariadas.
No se trata de rechazar la abundancia, sino de administrarla bien. Por ende, el camino no necesariamente es cobrar más impuestos (ya se tiene una presión tributaria legal muy alta), sino accionar mucho más sobre la evasión y sobre la eficiencia con la que gasta el Estado argentino en sus tres niveles de Gobierno.
Dejá tu comentario