Esta decisión del pontífice argentino se suma a la apertura de una investigación para esclarecer todo lo relativo al caso de este obispo de 53 años, que generó una gran polémica en Alemania, adalid de las políticas públicas de austeridad extendidas durante la crisis por Europa y donde los fieles sostienen el culto con sus impuestos.
El escándalo estalló después de que los medios de comunicación alemanes denunciaran el lujoso estilo de vida del prelado y que el costo de las obras de su nueva residencia episcopal ascendía a unos 40 millones de euros, frente a los 5,5 millones anunciados inicialmente.
La lujosa y amplia vivienda cuenta, entre otras comodidades, con una bañera en el baño personal del obispo de 15.000 euros y un comedor de 63 metros cuadrados, valorado en casi 3 millones de euros, un gasto contrario al estilo sencillo y humilde que propugna Francisco desde que llegó al pontificado en marzo pasado.
La Santa Sede explicó ayer en un comunicado que el papa Jorge Bergoglio fue informado "amplia y objetivamente de la situación en la diócesis de Limburg, en la que se creó una situación en la que el obispo Franz-Peter Tebartz-van Elst, en el momento actual, no puede ejercitar su ministerio episcopal".
A la espera de los resultados de la investigación abierta, el vicario general Wolfgang Rösch, quien debía ocupar su cargo en enero, administrará ahora la diócesis de Limburg.
"La Santa Sede considera oportuno autorizar a Franz-Peter Tebartz-van Elst un período de permanencia fuera de la diócesis", indicó la Santa Sede.
El Papa abordó el lunes la cuestión en persona con el propio obispo de Limburg, quien viajó a Roma en un vuelo de bajo costo, como se pudo ver en una imagen publicada por los grandes medios alemanes, que siguen el caso profusamente.
Entonces, Franz-Peter Tebartz-van Elst tuvo tiempo de defender su posición, agravada por la investigación que llevan a cabo dos fiscalías en Alemania por supuestos casos de declaraciones en falso (en relación con un viaje en primera clase a la India) y fraude (relativo a las obras de la residencia en Limburg), mientras desde la Iglesia Católica se sucedían las críticas contra él.
Sólo unos días antes, el 17 de octubre, el presidente de la Conferencia Episcopal alemana, Robert Zollitsch, había abordado el asunto también con Francisco, una cuestión importante para la credibilidad de una Iglesia Católica que tiene a unos 24,5 millones de fieles en Alemania, unos 700.000 más que la evangélica.
El caso del obispo alemán puso bajo lupa las finanzas de la Iglesia Católica en Alemania, a la que los partidos de la oposición exigen transparencia, ante el "impuesto eclesiástico" del que disfruta como principal fuente de financiación, junto a la comunidad protestante.
Esa tasa es pagada por los trabajadores registrados como miembros de una de las dos comunidades, quienes destinan a su Iglesia adicionalmente el equivalente al 9% de su retención salarial (el 8% en los estados federados de Baden-Württemberg y Baviera), con lo que se estima que, en promedio, un católico abona anualmente alrededor de 650 euros por su credo.
Con este sistema, que tiene su origen en la secularización de principios del siglo XIX, la Iglesia Católica recaudó el año pasado 5.200 millones de euros y la protestante en torno a 4.770 millones, según sus respectivas memorias anuales.
Agencias EFE, Reuters y ANSA |
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