20 de noviembre 2009 - 00:00

Una soldado desertó de Afganistán para no dejar a su niño

Washington - El pasado 4 de noviembre, Alexis Hutchinson, una madre soltera de 21 años que trabaja como cocinera para el Ejército estadounidense, se enfrentó a un doloroso dilema: ¿Debía embarcarse el día siguiente en un avión rumbo a Afganistán a cumplir su deber como soldado o quedarse cuidando a Kamani, su hijo de 10 meses, y afrontar quizás una corte marcial? Entre las Fuerzas Armadas y su bebé, la joven escogió al niño.

Ahora Hutchinson se encuentra bajo arresto en la base militar de Savannah, en Georgia, mientras el Ejército estudia su caso y decide su probable procesamiento por una corte marcial, el procedimiento habitual para los militares que desertan antes de su envío a una zona de combate. Kamani, su hijo, pasó un día en un centro de menores, hasta que lo pasó a recoger su abuela, Angelique Hughes.

Según la versión del abogado de Hutchinson, Rai Sue Sussman, la decisión de la chica no tuvo nada que ver con una presunta voluntad de esquivar su despliegue a Afganistán, sino única y exclusivamente con el hecho de que no había encontrado a nadie que pudiera cuidar a su hijo durante el año que debía pasar destacada en el país asiático. «El Ejército ha demostrado una falta de comprensión hacia una joven soldado, una joven madre en una difícil situación», explicó el letrado, que asegura que Hutchinson informó a sus superiores de su situación y fue presionada para que se subiera al avión el día 5 de noviembre. La soldado había planeado dejar a su madre, que reside en California, al cuidado de Kamani. Sin embargo, después de haber pasado una semana sola con el niño y cuando aún faltaban tres para el viaje a Afganistán, Angelique Hugues le confesó a su hija que no podía hacerse cargo del bebé.

«Era tan difícil, porque es un bebé que requiere muchas atenciones. Tenés que estar pendiente de él las 24 horas del día», se justificó a la CNN la abuela, que trabaja en un centro geriátrico y debe cuidar a un familiar enfermo.

Sin embargo, Kevin Larsson, portavoz de Fort Stewart, señala que Hutchinson tuvo tiempo suficiente para buscar una solución a este problema personal y que no fue hasta el último momento que notificó al Ejército su problema. A pesar de ello, se le concedieron dos prórrogas consecutivas de un mes -en agosto y en setiembre- para que pudiera encontrar una solución, por lo que a principios de noviembre se le ordenó que debía estar en el avión.

«Hay miles de soldados en situaciones parecidas. Son padres solteros y hacen lo correcto. Lo preparan todo para su despliegue», sostiene Larsson. Desde el Ejército, se ha recordado que la joven firmó un documento en el que se recoge explícitamente que los soldados son responsables de resolver sus cuestiones familiares antes de su viaje y que no hacerlo puede acarrear una sanción disciplinaria. Según varios expertos militares, las posibilidades de que la joven sea absuelta son remotas.

El caso ha puesto de manifiesto la contradicción que vive el Ejército estadounidense, que por un lado se ha destacado siempre por tratar con sensibilidad a su personal con responsabilidades familiares, pero que está bajo una gran presión para mantener una presencia constante de cerca de 200.000 efectivos en Irak y Afganistán. Según los datos de una organización de veteranos, unas 220.000 mujeres han sido desplegadas en estos dos países, lo que constituye un 11% de las tropas. De ellas, unas 30.000 eran madres solteras, como Hutchinson.

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