“¿Qué tiene la chacarera?” se preguntaba Julio Argentino Jeréz, “¿Que tiene que hace alegrar? A los ciegos hace bailar, los mudos la tararean…” ¿Y qué tiene la Salamanca? ¿Hay santiagueños que secretamente buscan su entrada, porque los hace bailar y tocar con más talento, y no importa que para ello entreguen su alma al Diablo?
Documentado viaje a las raíces de la música folklórica
"Salidos de la Salamanca", de la especialista Josefina Zavalía Abalos, es la primera parte de un tríptico sobre las misturas y el espíritu de la cultura de Santiago del Estero
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Peteco Carabajal en una escena de "Salidos de la Salamanca", documental de Josefina Zavalía Abalos.
Uniendo estas preguntas, Josefina Zavalía Abalos se dispuso a escuchar a quienes saben. Ella tiene autoridad para discernir lo que dicen. Su abuelo Roberto, sus tíos abuelos Machingo, Adolfo, Vitillo y Machaco formaron uno de los mejores y más longevos conjuntos de folklore de todo el continente (60 años, nada menos), a ellos les dedicó su primer documental, el emocionante “Abalos, historia de cinco hermanos”.
Ahora, en lo que promete ser el primero de un tríptico sobre la música, las misturas y el espíritu de la tierra nativa, ella pone la cámara frente a Churo Castillo, lutier de bombos legüeros, Adolfo Marino Ponti, poeta, Rodríguez Ledesma, filósofo del monte, o, como se dice uniendo quichua y castilla, sachafilósofo, Luis Garay, Carolina Saganías, historiadores, estudiosos, gente de pueblo, o gente fuera de lo común, como Atilio Peralta, que de chico tenía por compañero de juegos al mismísimo Niño Diablo (“es la muy pura verdad”, dice, y hay que creerle).
Rastreando los orígenes Zavalía Abalos consigue un registro inédito de Andrés Chazarreta y su conjunto, y el cortejo fúnebre de cientos de guitarreros y bombistos que lo acompañó el último día, y también registros de Isabel Aretz, musicóloga que a comienzos de los ’40 anduvo por lugares perdidos de la Argentina y alrededores al encuentro de “los grandes ausentes de los estudios musicales”, como ella decía.
Se tejen teorías, se explican mestizajes: el Diablo se mezcla con Zupay, la Salamanca viene del Aquelarre que perturbaba a los conquistadores vascos, san Francisco Solano les trajo el violín a los indios, cuyos descendientes son ahora criollos violineros, no violinistas. Uno de ellos, Sixto Palavecino, rescatado del documental “La savia del algarrobo”.
También aparecen los Hermanos Abalos, rescatados de “Argentinísima II”, Vitillo con los Herrera, descendientes de los Hermanos Simón tocando por puro gusto en la vereda para los vecinos, Peteco Carabajal, miembro de otra famosa familia de músicos, y el notable pianista Víctor Simón, que trae la herencia de los Hermanos Simón y hoy es más conocido en Montreal que en Buenos Aires.
En una escena antológica, él va ilustrando con gran claridad la estructura y las fuentes de la chacarera, remontándose hasta el Perú y hasta el África, también. Y aparece, por supuesto, el paisaje de Salavina, monte ralo, animales sueltos por el patio de los ranchos, atardeceres cada vez más hermosos, y la gente levantando polvareda en el baile de una peña al aire libre hasta llegar al trance feliz y colectivo en una noche teñida de rojo, una imagen excepcional, donde todos parecen, como dice el título, salidos de la Salamanca. Y a lo mejor es eso.
Para interesados, cabe mencionar “El canto del viento”, de Atahualpa Yupanqui (capítulo “La comarca embrujada”) y la “Historia viva de la chacarera santiagueña”, de Adolfo M. Ponti. Y para la mala fama, una teoría de Peteco Carabajal, respecto a “La olvidada”: “Yo creo que Benicio Díaz tenía pereza de hacerla. Me imagino que la ha hecho acostado”, y se recuesta en el sofá, mostrando cómo habrá hecho el autor, en una demostración tan graciosa como verosímil.
“Salidos de la Salamanca” (Argentina, 2023); Dir.: Josefina Zavalía Abalos. Documental.
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