El eje de la historia es Fatma, una mujer de 90 años que vive en una vieja casa de la costa en compañía del enano Recep, uno de los hijos ilegítimos de su marido. Esa «casa del silencio» que habitan es la misma donde se instaló con su esposo cuando tuvieron que huir de Estambul a causa de la revolución de 1908.
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Fatma es la viuda de Selahattin, un médico fracasado e intelectual progresista que planeaba publicar «una enciclopedia que arrancara a Turquía de su atraso», financió ese proyecto con las joyas de su esposa, y a su muerte sólo dejó un montón de inútiles anotaciones.
Los hijos de esa pareja ya han muerto, pero sus nietos visitan a Fatma todos los veranos, fundamentalmente porque cada uno por motivos distintos quieren que venda la casa. Faruk, el mayor, un historiador al que abandonó su esposa, usa el alcohol para escapar de la depresión. mientras se entretiene investigando archivos municipales. Le sigue Nilgün, una muchacha cuyos apasionados ideales comunistas y su conducta vanguardista no dejan de crear problemas a la familia (de ella el lector sabe por lo que comentan los demás, pero el protagónico silencio de Nilgün será clave en el desenlace). Frente a ella, el más chico, Metin, es un adolescente que se destaca en matemática y sueña con emigrar a Estados Unidos, no tanto para escapar a un mundo represivo sino para volverse un hombre rico.
El premio Nobel 2006, el turco Orhan Pamuk describe por medio de un puñado de personas en «La casa del silencio» cómo era su patria en los años '70, cuando pasó de una débil democracia a un golpe de estado que la llevó a una feroz dictadura. A través de la reconstrucción de las confesiones de sus personajes, mientras en el exterior crece la agitación política y la crisis económica, retrata un siglo de historia del pueblo turco.
La estrategia narrativa de Pamuk es un relato en primera persona (cada persona es distinta capítulo a capítulo, y hay que ir descubriéndola a través de su voz), una prosa sencilla y eficaz, una cierta lentitud cadenciosa que va dando densidad al relato y que algunos han considerado una referencia y un « homenaje» a la escritura de otro Nobel, el novelista norteamericano William Faulkner. Aunque no es difícil descubrir en Pamuk a un cienéfilo amante del cine de Buñuel. O las referencias a otro Nobel, el árabe Naguib Mahfuz.
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