30 de diciembre 2022 - 00:00

Fuerzabruta volvió a sus fuentes y animó la fiesta

En “Aven”, un regreso a lo ritual y tribal, lograron espectaculares efectos
de imagen, movimiento y sonido, y el público se sumó al sensual viaje.

Aven. El nuevo espectáculo del grupo Fuerzabruta llegó directamente a un público ávido por participar de él.

Aven. El nuevo espectáculo del grupo Fuerzabruta llegó directamente a un público ávido por participar de él.

El nuevo espectáculo de Fuerzabruta, “Aven”, vuelve a las fuentes con el rito y lo tribal como trampolín hacia una hora y media de catarsis, ensoñación, fiesta y disfrute. La esencia sigue intacta, así como la concepción de show a gran escala en el que los intérpretes bailan, hacen percusión y vuelan gracias a sofisticados dispositivos escenográficos creados especialmente, y máquinas que manipulan a los actores para lograr efectos visuales únicos. El concepto es el mismo: el público de pie se sumerge en un viaje que estimula los sentidos, invitándolo a moverse según lo requiera la disposición de la escenografía, a bailar, a mojarse si está debajo de la lluvia, a perderse entre el humo y los papelitos, a mirar hacia arriba y contemplar una ballena gigante dentro de la que dos seres saludan, acaso un Pinocho y Gepetto, para cerrar con una gran fiesta al compás del DJ.

Para este estreno se diseñaron varios dispositivos nuevos pero también se valieron de lo que impresionhuó y funcionó en el show anterior, vale decir, la cinta para caminar o correr. Aquel hombre que caminaba solo, enfrentándose a toda clase de obstáculos, acompañado por música alienante, esta vez es reemplazado por un grupo de cuatro a quienes no se asocia con la angustia y en cambio caminan, corren y bailan unidos, siempre en grupo. El sentimiento que prevalece es el de felicidad y unión. Ahí radica la combinación de aventura y paraíso que propone el título de este espectáculo, con una intención clara de invitar a los espectadores a la algarabía antes que a la angustia. Acaso, luego de explorar alternativas de un nuevo show durante la pandemia, la búsqueda de los creadores Diqui James y Gaby Kerpel fue clara: sólo alegrías. Y el público, cada vez más familiar, responde con creces: asombro, sonrisas y baile incansable hasta el final.

Esta vez quitaron a las corredoras sobre paredes metalizadas y explotaron el material escenográfico de la pecera plástica, que se repica en varios cuadros. Luego de la primera secuencia de los cuatro bailarines, la sala se divide en dos por un telón negro y conviven dos escenas simultáneas para que el público se turne y vea ambas: de un lado un tubo vertical enorme que va del suelo al techo con un hombre adentro, invadido por papelitos y a quien se ve luchando por salir, o acaso intentando llevar a todos ahí junto a él. Del otro lado una pecera colgante en la que se divierte una mujer con agua y un hombre colgado a modo de espejo. El juego con la gravedad, la altura y los diferentes planos siempre llevada a su máxima expresión. Otro momento a destacar es el de la encantadora de mariposas gigantes que vuelan a su alrededor, mientras se las ingenia para bailar durante largos minutos sobre una enorme plataforma giratoria.

En la mitad del show irrumpe el DJ, con temas de moda y al final llega la cumbia, abriéndose a música que no necesariamente tenga que ser original como en los espectáculos anteriores. El DJ anima a los presentes a bailar junto con los integrantes de Fuerzabruta en una suerte de fiesta rave expansiva. Con el mismo material de las piletas y el tubo, en uno de los extremos de la sala se abre un telón negro que deja ver una enorme vidriera plástica dentro de la que dos bailarines son movidos por extrañas estructuras mecánicas, sumergidos en el humo y el color. Más tarde se suma una tercera, boca abajo desde el extremo superior, en una danza única que combina lo humano con lo mecánico, dando una sensación de eterno infinito y existencia fugaz, parábola de un espectáculo que acerca asombro, intensidad y diversión, bajo la fórmula siempre eficaz que llevó a “Fuerzabruta” a recorrer el mundo con éxito.

El estreno de este show supuso no sólo el diseño y elaboración de estas monstruosas escenografías sino también de la sala Sinpiso en Geba. Como la Villa Villa del Cultural Recoleta, que había sido financiada por la compañía De la Guarda junto con la Ciudad de Buenos Aires (Fuerzabruta es un desprendimiento de la histórica agrupación), esta sala es un galpón preparado para poder montar un show de estas características, una fábrica de teatralidad concebido a medida. Quedan algunas pocas fechas hasta que encaren su primera gira.

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