El ministro de Salud porteño, Fernán Quirós, presentó este miércoles el estudio de seroprevalencia (anticuerpos) en la Ciudad de Buenos Aires, que mostró que el 14% de sus habitantes tuvo coronavirus. Al analizar los barrios donde estuvo más presente el virus, evaluó una tendencia: “Ahora los canales de distribución de la primera ola están saturados y tuvieron entre 30 o 40% de seroprevalencia, por ello, estimo que la segunda ola podría ocurrir en los barrios del norte y centro de la Ciudad, donde hubo cifras del 4%, porque en esas regiones, la mayoría son susceptibles”.
Quirós: "La segunda ola de coronavirus podría ocurrir en los barrios del norte y centro de la Ciudad"
Tras presentar su estudio de seroprevalencia en Ciudad, el ministro de Salud porteño explicó cómo se llegó a diagnosticar a uno de cada tres enfermos. También hipotetizó sobre por qué bajan los casos y habló de los desafíos a futuro.
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Del trabajo también se extrajo la conclusión de que una de cada 3 personas con Covid-19 pudieron ser diagnosticadas para el período septiembre octubre, pero esa relación no siempre fue así, sino que llegó a ser de 1 cada 9 enfermos entre mayo y junio. En ese mismo período el indicador R – el número que mide la cantidad de personas contagiadas por cada paciente enfermo- era de 1,5, cuando, en la actualidad, es de 0,85 y hoy se percibe una baja en la curva a pesar de que la proporción de personas con anticuerpos es baja.
Entonces, ¿cómo se llegó a encontrar a los enfermos y por qué bajan los casos? En una entrevista con miembros de la Red Argentina de Periodismo Científico (RAdPC) de la que participó Ámbito, explicó que cuando realizaron esa primera medición en barrios vulnerables llegaron rápido a la conclusión de que debían testear a todos los contactos estrechos, no sólo los convivientes, para llegar hoy a una estrategia de rastreo eficaz. Y enfatizó en que no es una cuestión de testear más, sino saber a quién hisopar. A la vez, la baja de casos se explica porque los principales canales de transmisión, que pasó por personal esencial, pobreza y geriátricos están “saturado” y la “segunda ola” podría ocurrir en los barrios con bajo porcentaje de casos.
A quién testear
Según expresó Quirós, “la forma correcta de evaluar la estrategia de investigación epidemiológica en rastreo y testeo es la relación que hay entre las PCR positivas y los verdaderos enfermos, algo que represente la verdadera capacidad del sistema de salud de encontrar los verdaderos enfermos en la comunidad”. Este paso estratégico “si es de buena calidad y seleccionan muy bien las personas de riesgo a enfermarse o estar enfermas, entonces requieren menos cantidad de tests para encontrar a los enfermos en la comunidad". En cambio si es malo, se necesita una enorme cantidad de testeos para diagnosticar a los enfermos.
“En Ciudad, inicialmente veníamos de una relación de PCR positiva versus verdaderos enfermos de 1 a 9, que fue la vez que lo medimos en mayo y junio. De ello llegamos a a a 3, lo que significa que en este momento estamos en una relación menor de uno a tres, para llegar a la cifra actual con el promedio inicial”, sostuvo el ministro de Salud porteño.
Y reflexionó: “Si nosotros hubiéramos sabido desde el día uno que los asintomáticos tenían tamaña magnitud en la explicación de la dispersión de la epidemia, porque la mayoría de los contagios ocurren a partir de una persona asintomática, naturalmente la investigación, rastreo y testeo hubiera sido la actual, que nos da muy buen resultado”.
Para Quirós, el gran problema al inicio de la pandemia fue testear sólo a los sospechosos según la definición de caso por fiebre, nexo epidemiológico y otro síntoma acompañante, lo que sucedió por la poca información con la que se contaba a nivel mundial. “Así, durante los primeros dos meses no encontrábamos a los enfermos porque no eran sospechosos. Cuando hicimos estudios en el Barrio 31, por las condiciones de hacinamiento, empezamos a testear a los convivientes aunque no tuvieran síntomas, incluso antes de que Nación incorporara ese criterio. En ellos encontramos una positividad del 55%, aunque no tenían fiebre”, indicó el ministro.
“Así, seguimos haciendo el testeo sistemático a los convivientes a todos los enfermos de la Ciudad y encontramos 25% de positividad. Avanzamos a todo contacto estrecho y encontramos que la positividad era del 16%. Entonces es evidente que la estrategia de definición de caso sospechoso es una estrategia que no es buena para encontrar a la mayor cantidad de personas. Y eso no se resuelve haciendo más tests, se resuelve cambiando la estrategia”, cerró.
¿Por qué bajan los casos?
La curva, finalmente, bajó. Pero si según el muestreo, sólo el 14% de la población estuvo expuesta. Entonces, ¿por qué los casos bajaron? “Yo creo que esta es una enfermedad que funciona por estancos sociales y por canales de distribución particulares. En CABA, la enfermedad corrió por la pobreza, por los trabajadores esenciales y por los geriátricos. Todos lo demás sectores arrojaron una tasa de seroconversión del 4 o 5%, que es infinitamente pequeña”.
Entonces, “ahora los canales de distribución de la primera ola están saturados y tuvieron entre 30 o 40% de seroprevalencia, por ello, estimo que la segunda ola podría ocurrir en los barrios del norte y centro de la Ciudad, donde hubo cifras del 4%, porque en esas regiones, la mayoría son susceptibles”.
Desafíos futuros: vacunación y clases
El Ministerio de Salud de la Nación anticipó que, ni bien la vacuna contra el coronavirus esté lista, se realizará la campaña más grande en toda la historia del país. ¿Cómo se prepara Ciudad? Según Quirós, CABA es un territorio sencillo de implementar campañas porque pueden preservare las cadenas de frío y las distancias son cortas. “Durante la campaña de gripe, que duró tres semanas y media, logramos vacunar a 450.000 personas. Tenemos previsto levantar una campaña similar para vacunar en el corto plazo. Y ya estamos trabajando en hacer los listados de los candidatos a inmunizarse, porque identificar a los adultos mayores y al personal de salud es fácil, pero el gran desafío es identificar a las personas con comorbilidades”.
Ante la pregunta sobre si la vacuna deberá ser o no obligatoria, Quirós aclaró que todavía no se puede responder de una manera categórica porque “hoy no tenemos ninguna vacuna posible de ser aplicada, ya que no terminó el período corto de seguimiento de la fase 3 y menos el seguimiento de largo plazo de uno o dos años”.
“Cuando tengamos los datos de seguridad y eficacia en el corto plazo, sería prudente en mi indicación por no saber los datos a largo plazo. La indicaría en principio solo en los grupos de riesgo, que es la estrategia del Gobierno Nacional, y no a la totalidad de la población. Desde mi perspectiva debe ser indicada de manera obligatoria, porque por ese motivo Nación la asigna de manera gratuita y universal a la población objetivo, pero a diferencia de otras vacunas obligatorias yo no sería muy exigente o no pondría mecanismos de control de cumplimiento de la obligatoriedad. ¿Por qué esta suspicacia? Porque me parece que dado que no tenemos el seguimiento a largo y dado que la circulación va a seguir ocurriendo, el objetivo es mitigar los daños en vulnerables. Porque hasta que no tengamos seguimiento de seguridad a largo plazo, no vamos a vacunar a gente joven de bajo riesgo y sólo cuando podamos vacunar a todos tendremos el efecto rebaño”.
Por último, Quirós había indicado que el regreso a clase previsto para febrero –o marzo, según se debate -iba a estar sujeto a la situación epidemiológica. Lo que sí pudo anticipar es que seguro se usará “la alternativa de combinación de grupos o burbujas con modo presencial y distancia, el famoso blend, porque es probable que las clases no vayan a ser como las hemos conocido siempre”.
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