La ciencia, según lo que pudo estudiar y reconstruir la NASA, parece haber encontrado una respuesta a uno de los primeros mitos de la humanidad: el de la Estrella de Belén. El astro que guió a los Reyes Magos, según el relato cristiano, hasta el pesebre donde la Virgen María dio a luz a su hijo Jesús, se podría tratar del cometa Halley.
El mito navideño se reveló: ¿qué dice la NASA sobre la existencia de la Estrella de Belén?
La agencia espacial estadounidense encontró una respuesta científica a la leyenda cristiana sobre el astro que guió a los Reyes Magos hacia Jesús. Conocé más.
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¿Cuál es la leyenda de la Estrella de Belén?
NASA habló sobre la Navidad: ¿es la Estrella de Belén o el cometa Halley?
El cometa Halley cuenta con un período orbital de 74 y 79 años, con un promedio que está alrededor de los 75 años entre cada paso cerca de la Tierra. Según las estimaciones y testimonios históricos, el Halley debería haber aparecido en el cielo en el año 11 antes de Cristo, con un margen de cinco años de la fecha real al nacimiento de Jesús.
Debemos tener en cuenta que, aunque nuestro tiempo empiece a contar en el año 0, la fecha real del nacimiento de Jesús como personaje en la historia no se estableció con exactitud ni por los historiadores ni por los teólogos. Pero se baraja un período aproximado entre el 6 a. C. y el 4 a. C.
Sin embargo, y teniendo en cuenta estas dudas, los científicos consideraron que puede tratarse de un simple pasaje del cometa Halley el que inspiró tanto a la Iglesia Católica como al resto de las variantes del cristianismo a desarrollar la leyenda de la Estrella de Belén.
¿Qué dice el discurso cristiano sobre la Estrella de Belén?
El relato bíblico sostiene que los Reyes Magos siguieron una estrella en su viaje desde Oriente y que ésta se detuvo justo por arriba del lugar donde nació Jesús. La historia se convirtió en un símbolo de la Navidad, y se lo representa a menudo como un objeto brillante provisto de una larga cola. Lo que resulta, realmente, más propio de un cometa que de una estrella.
A principios del siglo XIV, se desconocía qué eran los cometas. Eran fenómenos muy extraños, que se consideraban parte de la atmósfera. No se tenía en cuenta que orbitaban el Sol y que podían reaparecer en períodos predecibles de tiempo. De hecho ni siquiera existía, en esa época, la creencia de que el Sol era el centro del sistema solar alrededor del cual orbitaban los planetas.
El paradigma heliocéntrico no se aceptó hasta que Copérnico lo planteó en el siglo XVI.
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