Argentina es hoy uno de los productores de vino más importantes del mundo. Hace dos décadas, la superficie cultivada con vides laconcentraban Mendoza y San Juan.
Argentina se potencia con las nuevas rutas del vino
Hace 20 años, la superficie cultivada la concentraban Mendoza y San Juan. Hoy, la vitivinicultura se extiende en 19 provincias, casi la totalidad del territorio nacional.
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Hoy, la vitivinicultura argentina se extiende en 19 provincias, casi la totalidad del territorio nacional, con más de 17 mil productores, 23 mil viñedos y 900 bodegas activas, que generan más de 100 mil empleos directos y 280.000 indirectos.
JUJUY
Durante varios años, el Noroeste argentino tuvo como productor vitivinícola exclusivo a la provincia de Salta. Pero hace un tiempo, un nuevo jugador pisa fuerte en la región. Se trata de Jujuy. Allí los viñedos se desparraman entre los 2.200 y 3.300 metros de altura sobre el nivel del mar. Además de paisajes soñados, Humahuaca, Tilcara, Purmamarca presentan un escenario ideal para producir vinos de calidad. La altura es extrema, el clima adverso (sólo llueve 150 mm por año) y hay una gran amplitud térmica. Hace mucho calor de día y la temperatura baja abruptamente por las noches; esto hace que las uvas maduren en su grado más óptimo. En Jujuy, casi todas las bodegas reciben visitas programadas y realizan catas.
Una de ellas es El Bayeh. Daniel es viticultor, tercera generación de la familia Manzur y director de la bodega. Cuenta que los inicios lo tuvieron como protagonista a su abuelo, Pedro. Él era comerciante y viajó de manera consecutiva a la Quebrada de Humahuaca en busca de frutas y hortalizas para vender en las ciudades cercanas. “Esas visitas provocaron una gran relación con agricultores y vecinos del lugar, hasta que, en el año 1971, se pudo afincar en Maimará. Mi abuelo siempre quiso plantar su finca con vides, pero por tiempo, falta de asesoramiento y dinero, nunca lo logró.
Pero ese anhelo lo trasmitió a sus hijos y en conjunto con nosotros, la tercera generación, lo estamos haciendo realidad”, explica Daniel. La familia posee 3 fincas entre las cuales suman 18 hectáreas donde producen Malbec, Syhra, Cabernet Franc, Semillon, Chardonnay, Sauvignon Blanc entre otras. “También tenemos un vino de ‘pueblo’, Pequeños Parceleros de la Quebrada, en donde cosechamos a agricultores y vecinos las uvas criollas del fondo de su casa”, cuenta Daniel.
TUCUMÁN
La provincia de Tucumán tiene, en la actualidad, una interesante propuesta vitivinícola que le permite ingresar a este mapa nacional del vino, con variedades únicas surgidas de su clima, la altura de sus valles y la destreza de su gente. Quienes la visiten encontrarán una propuesta de turismo enológico, con bodegas abiertas al público para degustar sus varietales más representativos, como el Malbec y el Torrontés.
La Ruta del Vino, en este caso, se inicia en Tafí del Valle, ascendiendo por la Ruta Provincial 307 hacia los Valles Calchaquíes hasta toparse con la mítica Ruta Nacional 40. En estos 100 kilómetros, unas 19 bodegas abren sus puertas para mostrar el secreto de la elaboración del vino de altura, típico de esta zona del país.
Al recorrer las bodegas y los viñedos de esta zona nos encontraremos con sistemas productivos de diferente naturaleza, ya sea caseros, artesanales o industriales, con la particularidad además de hallarse en este valle la única bodega comunitaria del país, gestionada por hombres y mujeres de los pueblos originarios del lugar.
Además de conocer y aprender todo el proceso productivo que lleva a la maravillosa transformación de la uva en vino, realizando degustaciones de las mejores piezas, el turista tiene la posibilidad extra de visitar los más importantes sitios arqueológicos y culturales de la región, que resguardan los tesoros de los pueblos del Pichao, las Ruinas Condorhuasi, Talapazo o la Ciudad Sagrada de Quilmes. Si a esta travesía le sumamos la tradicional gastronomía y productos artesanales que se elaboran en los Valles Calchaquíes, la experiencia será completa.
Sobre la Ruta Nacional 40 nos encontramos con una propuesta turística única, que une la producción de vino de alta calidad con el descanso y la recreación. La Estancia Río de Arena, en la localidad de El Bañado, a unos 180 kilómetros de la Capital tucumana, ofrece las comodidades de un hotel boutique con una bodega donde se elaboran vinos de alta calidad, además de distintas actividades como cabalgatas, deportes, cría de llamas, para completar una propuesta inmersiva en plenos Valles Calchaquíes.
Josefina Carro, propietaria de la bodega, cuanta que Rio de Arena es un emprendimiento familiar que comenzó su padre, Roberto Pelín Carro, en el año 2002, en su afán de tener una vida diferente y tranquila. Soñador incansable, se instaló en el valle y apostó a la actividad vitivinícola. Compró 30 hectáreas que ya tenían algunas parcelas implantadas de torrontés y luego fue plantando Malbec, Cabernet Sauvignon, Tannat y Merlot.
“Mi padre trabajó mucho en esto a fin de que el vino tucumano se conozca y reconozca por la calidad del producto. Un emprendedor muy querido y que hizo mucho esfuerzo por llevar al vino de la provincia a otro nivel. Fundó, junto a un grupo de productores, la Cámara de Bodegas y Viñedos de Tucumán, quedando así institucionalizada la actividad”, expresa Josefina.
“Paralelamente y conservando el casco de la estancia original fue construyendo un hotel y un bar y restaurant. Actualmente en Río de Arena se vive una verdadera experiencia enoturística”, asegura la empresaria.
En 2020 en plena pandemia, fallece Roberto, dejándole el legado a Josefina. “Como una forma de identificar esta nueva etapa, decidí cambiar el diseño de la etiqueta de las botellas como una manera de imprimir un sello personal y un sueño propio a esta nueva etapa de mi vida, en la que puedo encontrar un equilibrio entre el trabajo en los viñedos y mi actividad como Psicóloga, especialista en oncología y discapacidad infantil”, cuenta Josefina.
En la finca cuentan con 3 hectáreas de Torrontés, 5 hectáreas de Malbec, 1 de Tannat y 1 de Merlot.
“El Cabernet se destruyó con un granizo tardío antes de la cosecha, hace unos años”, recuerda Carro, antes de mencionar uno de los grandes desafíos: “tenemos muchos proyectos de crecimiento y fortalecimiento del sector, para eso trabajamos institucionalmente. Yo, desde mi lugar como dueña de Río de Arena y representando a la Cámara como vicepresidenta, para ser reconocidos como pertenecientes a la ruta del vino nacional”.
LA RIOJA
En 1987, un Torrontés oriundo de La Rioja, en Nacarí Esmerilado, ganó el máximo premio del mundo vitivinícola en la Viexpo de Francia.
Un premio que sorprendió incluso a los propios para la etiqueta que elaboró la Cooperativa La Riojana y sobre la cual aún se consiguen algunas botellas.
Hoy, La Rioja realza su cepa emblemática para dar un impulso a sus vinos y al turismo. Sin embargo, no sólo se trata de Torrontés. También se cultivan el resto de las cepas con gran calidad.
Valle de La Puerta es una de las bodegas emblema de la provincia. Enclavada en la zona vitícola de La Rioja más importante, entre el macizo del Velazco y el nevado del Famatina, tuvo sus inicios el año 2001 y la primera elaboración en el año 2002. Produce vinos varietales, reservas y Gran Reserva de Malbec, Cabernet, Syrah, Bonarda, Chardonnay y Torrontés.
“Los vinos de nuestra bodega se caracterizan por ser vinos muy frutados y estructurados. Nosotros contamos con 6 líneas o niveles de vino y su complejidad va en aumento desde la línea más joven que es nuestro vino clásico hasta la línea Gran Reserva, que tiene 12 meses de barrica y 12 meses de botella”, sostiene Javier Collovati, Gerente de Producción de Valle de la Puerta.
“Siempre estamos pensando en innovar para mantenernos acordes con los cambios de gustos de los consumidores. Este año hemos elaborado un Torrontés con maceración prolongada que creemos es una novedad en el mercado. Este vino saldrá a la venta en 2 meses. También hemos lanzado al mercado una línea de vinos orgánicos que es hacia donde creemos que tenemos que migrar con nuestras prácticas de cultivos y el cuidado del medio ambiente”, enfatiza Javier.
CATAMARCA
Muy cerca, ya en Catamarca, en la localidad de Tinogasta, Bodega Veralma tiene sus viñedos abrazados por la imponente y bella de los Seismiles, la cadena de montañas más alta de Argentina, que alcanza los 6.000 metros de altura. Sus líneas de vinos se posicionan en el segmento superior y alta gama: La Gesta, Entretantos, Seismiles y en pocos días estará presentando al mercado su nueva línea, Veralma Blend de Montañas.
Veralma forma parte del Altos de Tinogasta, un grupo que desarrolló un modelo de negocio de Real Estate Productivo sin precedentes. Posee 400 ha de tierras productivas entre olivares y viñedos.
La bodega tiene una capacidad de 300.000 litros, para elaborar vinos de alta gama, y una fábrica de aceite de oliva de última generación GEA, con capacidad de molienda de 80 toneladas por día y almacenamiento de 440.000 litros.
Tinogasta es una zona desértica, sin embargo, Catamarca también tiene muchas montañas y por ende ríos de todo tipo. El gran hallazgo que hicieron los ingenieros al adquirir estas tierras fue una laguna de agua subterránea. “De allí sacamos el agua, es de riego de pozo, agua que se encuentra a 80 m de profundidad y que son alimentados por napas freáticas que vienen desde la alta montaña y por esto mismo hay aguas de excelente calidad y de características muy buenas para el riego tanto de las vides como de los olivos”, explican desde Veralma.
Al igual que otras bodegas de la zona, “el mayor desafío es llevar al frente una región vitivinícola poco difundida, pero con mucha historia de viñedos. Reconfigurar el mapa vitivinícola y darlo a conocer no solo en Argentina sino al mundo”, sostienen.
CÓRDOBA
Córdoba es un destino que siempre enamora por sus paisajes naturales. Y ahora también, por sus bodegas. El enoturismo es una tendencia que empieza a cobrar cada vez más relevancia en la provincia de la mano de una gran cantidad de productores de vino y bodegas pequeñas, medianas y familiares.
La provincia serrana tiene una larga tradición vinícola gracias a los jesuitas, quienes a partir de 1618 en la Estancia Jesús María compraron y desarrollaron 20.000 cepas plantadas por los primeros españoles que llegaron a la zona. Esta herencia, sumada a los numerosos emprendimientos familiares que empezaron a desarrollarse en los últimos años vinculados al mundo del vino, subió a Córdoba al mapa del enoturismo nacional.
A 63 kilómetros de Córdoba capital, a una hora de viaje por la Ruta 9, se encuentra Colonia Caroya, un lugar reconocido por sus embutidos y por contar con una de las bodegas más importantes de la provincia: La Caroyense. Fundada como Cooperativa Viti Vini-Frutícola Agrícola Federal, vio la luz un 18 de noviembre de 1930. En la actualidad, bajo nuevos dueños, la bodega ha sabido preservar la esencia y el prestigio legado por sus predecesores. Se dedica a la producción de excelentes vinos, espumantes y jugos. Ostenta el reconocimiento como una de las bodegas más galardonadas de la provincia de Córdoba. La Caroyense elabora una amplia variedad de vinos, desde varietales, bi-varietales, especiales, vinos espumosos y jugos de uva sin alcohol. Uno de los principales desafíos que enfrenta la bodega es el de “mantener el porcentaje de cultivo de uva en la región, ya que año a año los productores eligen otros cultivos. También y, por otro lado, es el posicionamiento de la marca fuera de las provincias de Córdoba y Misiones”, destacan desde la bodega. Por último, expresan que, pesar de tener 92 años, la marca es asociada a la región y “a pesar de su excelente calidad, es difícil introducirla a nivel Nacional”.
RíO NEGRO
En Río Negro, a 39° de latitud sur y a 500 km del Atlántico, el Alto Valle es el área vitivinícola más importante de la Patagonia. Bendecido por condiciones naturales ideales para el cultivo de vides de destacada expresión y personalidad, desde hace más de un siglo este terroir se brinda en vinos de excelencia gracias a la visión de Humberto Canale, pionero de la vitivinicultura patagónica.
Hoy, once décadas y cinco generaciones después, la bodega que este visionario soñó y creó, continúa en manos de su familia, que mantiene vivo su legado en cada una de las etiquetas de la bodega.
Especialistas en la elaboración de pinot noir, merlot, sauvignon blanc y semillón, también son referentes del malbec patagónico en el mundo, además de pioneros del cabernet franc en Argentina junto con otras variedades, como el riesling. A partir de la selección de las mejores barricas de estos varietales, en 2019 la bodega presentó su corte ícono, Barzi Canale, un blend de cepas tintas que sintetiza su historia centenaria y representa a las nuevas generaciones de la familia.
“El principal diferencial de Humberto Canale es la elaboración de vinos de río, algo muy singular para la vitivinicultura argentina. Su terroir, bendecido por un conjunto de condiciones naturales ideales, está influenciado por la presencia del Río Negro que durante miles de años formó los suelos de los viñedos y hoy modera las condiciones del clima continental seco de la región”, analiza Lucrecia Barzi, gerenta de Marketing en Humberto Canale.
Hoy, la compañía se encuentra en pleno proceso de cambio de imagen, rediseño de sus packagings y líneas de vinos. “Esta renovación constante y su enfoque en la máxima calidad, es la clave de su liderazgo y referencia en vinos de la Patagonia en Argentina y el mundo.
El desafío constante es mantener esos altos standards y conquistar y renovar cada vez más mercados con su genuino y diferenciado estilo”, concluye Lucrecia.
CHUBUT
Sergio Rodríguez es el fundador de Viñas Nant y Fall, bodega que nació con el propósito de continuar una tradición familiar. La familia que lleva adelante este emprendimiento es de origen italiana y sus antepasados producían uva y elaboraban vino en la región del Friuli, en un pueblito llamado Cordenons.
Si bien la guerra y posteriormente la inmigración marcaron un quiebre en la transmisión del conocimiento, estas situaciones no pudieron desterrar una pasión por esta actividad que comenzó a desarrollarse nuevamente en otras latitudes.
Fue así que, en el año 2010 la familia Rodríguez/Bianchi plantaron en el valle de Trevelin el primer cuadro de pinot noir transformándose en los pioneros de esta actividad en esas tierras. En el 2016 logramos la primera cosecha y esto marcó un antes y un después en la historia productiva del Valle 16 de Octubre.
Hoy, habiendo realizado su séptima vendimia, tienen el orgullo de contar de que en Trevelin hay 12 viñedos, 5 bodegas y 4 marcas de vino con reconocimientos nacional e internacional. Además, el valle de Trevelin tiene su propia I.G. (Identificación geográfica).
“En Viñas del Nant y Fall se producen 4 cepas: pinot noir y 3 cepas blancas; riesling, gewurztraminer y chardonnay. La producción actual está en 12.000 botellas entre todos los varietales y cuando las 3 hectáreas plantadas de vides estén en su plenitud, tenemos que estar rondando las 20.000 botellas”, señala Sergio. “Los vinos que producimos son vinos muy europeos, con un bajo contenido de alcohol y un alto contenido de acidez natural. Esta combinación hace que sean vinos realmente gastronómicos. El frío realmente provoca una intensificación de todos los parámetros organolépticos (aroma, sabor y color)”, concluye.
BUENOS AIRES
La provincia de Buenos Aires también se subió a la ola. Luego de lograr una Ley del Vino de Buenos Aires ya son más de 50 productores, algunos proyectos ya exportan y han logrado el reconocimiento de la crítica internacional.
Muy cerca de la Capital federal, en Campana, Viñas y Bodega Gamboa ofrece una experiencia a la altura de las grandes bodegas en la Argentina. “Hace 13 años que trabajamos en estas tierras. Primero plantamos pinot noir, malbec y cabernet franc”, cuenta el empresario y bodeguero Eduardo Tuite. “En la segunda plantada, después de conocer más el terroir, nos animamos el tannat, la ancellotta y el sauvignon blanc. Desde los primeros días, el plan era construir una gran bodega. Hoy estamos trabajando en un galpón pequeño mientras que ya se está construyendo una bodega una sala de barricas, otra de tanques, salones propios y para los socios de “Mi Finca Gamboa”, y un restaurant”, sostiene.
“Actualmente hemos logrado un excelente pinot noir que logró muy buenos comentarios del MW inglés Tim Atkin. Y también obtuvimos un muy buen blend de malbec y cabernet franc –premiado en la sexta Edición de Vinos Bonaerenses- de la mano de la enóloga Gabriela Celeste”, acota Eduardo.
La producción actual es de 3.000 botellas -entre todos los varietales-, que se comercializan completamente en el restaurant de la bodega y otra parte importante entre los socios del proyecto vitivinícola de Real Estate “Mi Finca Gamboa”.
“Hoy ser productor vitivinícola en la provincia de Buenos Aires resultó todo un desafío, no tanto por el terruño bonaerense ni por el clima sino más bien por el preconcepto del consumidor de vino que en los primeros años veía este emprendimiento casi como una aventura”, reconoce el empresario.
Al momento de describir los vinos que producen, Eduardo comenta que “son muy aromáticos, elegantes y de concentración media. Se utilizan barricas de roble francés de primero, segundo y tercer uso. Cosecha a cosecha, el pinot noir evoluciona de manera sorprendente. La adaptación del cabernet franc también, con un muy lindo color característico de la cepa, aromático y muy frutado. Más allá de los vinos propios de la bodega, los socios hacen sus propios vinos con el asesoramiento de nuestros enólogos”, relata.
“Nuestros objetivos pasan por volver a poner a Buenos Aires en el lugar que supo ocupar hace más de 100 años, pero ahora con una Ley que nos apoya y con el mayor conocimiento que tenemos sobre las mejores cepas y cómo manejar otras nuevas en este clima y este terroir.
Estoy convencido que vamos a lograr un gran malbec. Lo mismo me pasa con las cepas blancas, creo que hay un gran futuro allí como pasa con las vides de la Costa Atlántica que ya lograron vinos de excelencia” finaliza Tuite.
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